Debo decir que a Yoe Suárez y a sus obras los conozco desde hace varios años porque ha participado en algunos concursos de los que he sido jurado. Es un escritor talentoso. Su voz muestra una perspicacia notable para escribir con gracia. No es común que alguien tan joven tenga una voz decantada.
En su libro El soplo del demonio, sobre violencia y pandillerismo en la capital cubana, Yoe transcendió lo anecdótico. Con ayuda de algunas fuentes conoció los resultados de estudios confidenciales que mostraban que desde la década de los años 1990 los cubanos han estado preocupados por el aumento de la violencia en las calles.
Y aunque los peores años de la crisis económica ya pasaron, hoy los ciudadanos perciben que hay muchos más crímenes que antes.
Hablar de pandillas y de criminalidad en las calles de La Habana es cuestionar y desmentir la versión del gobierno cubano, que en informes presentados ante organismos internacionales ha dicho que en Cuba no existe ese tipo de delincuencia. Y si bien el fenómeno no se puede comparar al de países como El Salvador o Guatemala, agobiados por las maras, es una realidad en la isla.
Yoe quiso publicar en Cuba, donde la mayoría de las editoriales están controladas por el Estado. Así que con El soplo del demonio estrenó su propia editorial: Boca de Lobo.
La casa editora le ha dado espacio a autores de no ficción, cuyas obras se consideran políticamente incorrectas. Ese trabajo y el que ejerce todos los días como periodista en Diario de Cuba y el portal narrativo El Estornudo, ha puesto a Yoe en la mira de los organismos de seguridad cubanos.
La represión de la que ha sido víctima Yoe coincide con la aplicación del Decreto Ley 370 que regula la informatización de la sociedad en Cuba.
La norma, en vigencia desde julio de 2019, impone sanciones a “quienes difundan, a través de las redes públicas de transmisión de datos, información contraria al interés social, la moral, las buenas costumbres y la integridad de las personas”.
La persecución, sobre todo de la que ha sido víctima su familia, ha hecho que Yoe se pregunte si vale la pena seguir apostando por el periodismo independiente y por Cuba, el país con menos libertad de prensa de América, según Reporteros sin Fronteras. Por ahora cree que vale la pena seguir resistiendo y no piensa en marcharse.
Fragmento del podcast ‘Las nuevas voces de la literatura cubana’, de Akorde Podcast.