El pintor y ensayista Waldo Balart, autor de Ensayos sobre arte (Editorial Betania), responde las cuatro preguntas esenciales de Puente a la Vista. Una manera práctica de profundizar, con el creador, en su obra y sus experiencias:
Cuéntenos sobre sus inicios creativos. ¿Qué le impulsó a pintar, y luego a escribir o viceversa, y cuáles fueron sus primeras obras?
Mis inicios creativos están bien definidos, en el New York de los años 60 y alrededor del Greenwich Village. Fui encontrando amigos afines con edades y necesidades similares y, muy importante, asistiendo a los museos, al MoMA principalmente, donde tenían en el vestíbulo a “La jungla” de Wilfredo Lam y dentro… ¡la gloria! Fue un privilegio poder tener este incentivo emocional. Naturalmente, esto ayudado por las inauguraciones de las exposiciones de los artistas, que eran espectáculos. Fue un privilegio no solo por poder participar en el nacimiento de movimientos como el abstracto expresionista y, años después –el tiempo lo aceptaremos aquí en un sentido cuántico–, el minimalismo, el pop art, el hard edge y otros tantos que comprendemos son manipulaciones de los agentes artísticos pero que constituyen la esencia de este mundo que componen no solamente los artistas sino los galeristas, los coleccionistas y otros amantes y aprovechados del arte. Condicionamientos que al admitir no debemos dejar que nos influyan en nuestra necesidad de comunicación precisamente contra estas manipulaciones, pero manteniendo la riqueza del vivir por delante de todo.
Fueron experiencias inolvidables. Éramos jóvenes, podíamos expresarnos y, naturalmente, nos podían usar como elementos dentro de un gran juego en el cual tienes la mayor parte de papeletas para perder. Pero eso no lo sabes cuando estás en ese gran espectáculo que es la vida. El riesgo es, al fin y al cabo, uno de los elementos claves del juego.
Conocí a otros artistas similares que me ayudaron en este sendero en el que aún participo. Acudí a la escuela de arte que funcionaba en el MoMA, uno de cuyos maestros fue Sol LeWitt, y compartí mi taller con el escultor Peter Forakis con la intención de recibir asesoramiento artístico. Fuera de estos quehaceres continuaba trabajando, aunque cada vez ponía más énfasis en mi labor artística, a medida que podía regular mis ingresos con el control de mis gastos.
Comencé con experimentos naturales y expresionistas y la primera obra que considero arte fueron lienzos sobre lienzos en un juego de creación y destrucción del espacio sensible basado en ideas de Albers y de Hans Hofmann, quienes impartían cursos en Princeton y New York que algunos de sus alumnos, como Nela Arias-Nisson, me facilitaban… Recuerdo los bares en el Village, como el Cedar’s Bar, a donde acudían los consagrados –entre otros, Willem de Kooning, de quien fui amigo, Franz Kline y Pollock cuando vivía– y, a una manzana de distancia, el Dyllon’s, a donde íbamos los principiantes como este servidor, Peter Forakis y su mujer Phyllis Yamspolski, Chuck Ginnever, el argentino Alejandro Puente –que disfrutaba de una beca Guggenheim y que fue gran amigo mío–, Mark DiSuvero y otros fijos o eventuales, como es el caso de César Manrique, a quien llevé un día contra su costumbre de no beber. O más tarde el Max’s Kansas City en el Lower East Side, que estaba a una manzana de mi casa, donde conocí a Andy Warhol. Con él mantuve una buena amistad y participé en tres de sus películas.
La cultura no es solamente búsqueda intelectual, es importante la vida en el sentido de utilizarla o, en otras palabras, vivirla. Considerando su esencia como la de un tejido emocional del que el riesgo, que ya mencioné anteriormente, es parte fundamental. ¡Hay que atreverse e involucrarse totalmente! En el sentido de Heráclito: nadar en el río de la existencia… y a veces hasta atreverse a nadar a contracorriente.
A escribir comencé en Madrid, donde, entre otras cosas, por dos años redacté unos comentarios semanales en el periódico de arte El Punto, que constituyen la mayor parte de los textos publicados en mi libro Ensayos sobre arte, de la Editorial Betania. El otro ensayo que he publicado es La práctica del arte concreto, en la editorial Aduana Vieja.
Defina o mencione, por favor, aquello que el público descubrirá, o conocerá, a través de su creación.
La esencia de mi arte concreto. Y creo que toda creación artística en general es un vehículo para inducir al usuario de la obra de arte a buscar su propia necesidad sensible. Y no para producir un mensaje específico, que sería propaganda y es lo que utilizan los regímenes totalitarios como Cuba, aunque actualmente han aprendido y manipulan el arte para esconder esta opción (aunque autores muy destacados como Tania Bruguera o El Sexto, que expuso en Miami, constantemente alertan sobre estas actuaciones).
Mencione tres autores o libros que considere fundamentales o que le hayan inspirado o influido durante su trayectoria creativa.
El hombre y la gente y La rebelión de las masas, de Ortega y Gasset. La peste y El extranjero, de Camus. Y a Wittgenstein, que me ha llevado a pensar en la filosofía y en la vida como lenguaje y a través de él seguir en el camino del conocimiento, que no tiene fin. Ese es su mayor mérito. Debo hacer hincapié en que he leído a estos autores como un absoluto lego en filosofía, pero ansioso de hallar verdades allí donde las pudiera encontrar. Considero a esos autores completos artistas de la ciencia, es decir, individuos capaces de comunicar a nivel general los misterios más complicados. Casi diría que son poetas de la filosofía. No puedo terminar sin mencionar de manera especial a mis poetas de cabecera, entre los que destaco a José Mario, víctima del castrismo.
A partir de las nuevas teorías cuánticas según las cuales la esencia del universo no es la materia ni la energía, sino la información, ¿estamos a punto de descubrir que la vida es lenguaje abstracto?
Me referiré a mi ensayo La práctica del arte concreto. En la introducción digo, en relación a la finalidad u objetivo del artista como tal, que la percepción del mundo a través de nuestra conciencia varía en cada uno de los paradigmas en que distinguimos nuestra cultura. Y continúo comentando que, dentro de cada uno, tanto el sentido de asociación como el pensamiento lógico dan un cierto orden a todo el modelo de realidad que percibimos y que en cada etapa nos conduce a la esencia de la experiencia consciente real.
Traigo este pensamiento a colación porque lo que realmente me estás planteando es el cambio drástico del paradigma analógico al digital, que precisamente denomino “paradigma sensible global, de información instantánea”. Haciendo una síntesis dramática, en el sentido de que estoy comprimiendo un pensamiento muy complejo, describo el holomovimiento cuántico como el de un nuevo orden y expreso que los conceptos de espacio-tiempo ya no tienen validez: en cualquier elemento del universo se contiene la totalidad del mismo –una totalidad que incluye tanto materia como consciencia–, y aquí entramos en el mundo de la especulación científica, intelectual y sensible: un mundo onírico hecho realidad que ni las más osadas ideas metafísicas y místicas pudieron prever… ¿y no significa esto que hemos accedido al mundo de la información?
Y este mundo que describo precisamente es al que creo que que aludes. Como que la vida es lenguaje abstracto, resumiendo me referiría a la interpretación de Copenhagen, en la que los físicos Niels Bohr, Werner Heisenberg y Edwin Schrödinger plantearon la racionalidad de la nueva realidad cuántica, la cual estaba basada en los experimentos y ecuaciones de la mecánica cuántica. Cuestionaban el sentido común hasta entonces considerado como válido y universal… ¡Armando, pura información!
Y en relación al lenguaje, aunque lo hemos soslayado anteriormente, habría que considerar la diferencia entre lenguaje abstracto y concreto. Mi trabajo, al fin y al cabo, apunta al lenguaje artístico, en el que estoy completamente convencido de que utilizo un lenguaje concreto… ¡No me pidas más, amigo!
“Instalado en Madrid desde los años 70, este artista es uno de los referentes del arte geométrico en España”, explica la página Kedin Madrid sobre el pintor cubano Waldo Díaz Balart (Waldo Balart), nacido en Banes, Holguín, en 1931. Su pintura puede disfrutarse en el MoMA de Nueva York, en el Reina Sofía de Madrid, en el Museo de Arte Contemporáneo de Paraguay o en el Sammlung Grauwinkel de Berlín. Es considerado un exponente fundamental del Movimiento de Arte Concreto, con estudios de arte en el Museum of Modern Art de Nueva York entre 1959 y 1962. Reside en Madrid.