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Un tigre de papel con garras nucleares

Al revelar las enormes deficiencias militares autoinfligidas por Moscú a sus fuerzas armadas, y al disminuir en gran medida su poder de combate, la guerra en Ucrania ha puesto en duda que Rusia sea una potencia mundial capaz de competir militarmente con los Estados Unidos y China.

Esa percepción de Rusia como otra superpotencia militar entre un pequeño grupo de pares, solo existía en el papel antes del 24 de febrero. La hipótesis requería confirmación.

Con pruebas contundentes de pérdidas inusualmente altas en hombres y material de guerra, fallas de logística, pésimas tácticas y coordinación, comunicaciones fallidas y deficiente moral, la realidad de la guerra ha confirmado lo contrario, que Rusia es solo un tigre de papel convencional con armas nucleares.

Antes de Ucrania, los vecinos de Rusia estaban muy preocupados por las capacidades militares convencionales de Rusia. Ahora están más preocupados por sus ambiciones territoriales y su enorme poderío nuclear.

Desafortunadamente para los nuevos imperialistas de Rusia, cuanto más larga sea su guerra en Ucrania peor será su estatus militar. Una derrota en Ucrania podría conducir en última instancia a una Federación Rusa más pequeña. Es muy probable que algunos estados de la Federación -Bielorrusia, Kazajistán y Chechenia- busquen su independencia de Moscú tras una derrota en Ucrania, aprovechando el momento de debilidad rusa.

Putin podría verse tentado a utilizar la intimidación nuclear mediante el uso de un proyectil táctico. Pero Occidente tiene suficiente poder nuclear (EE. UU., Reino Unido y Francia) para disuadir cualquier escalada por parte de Putin y suficiente poder naval, aéreo y convencional para derrotar a los rusos si Putin escala la guerra atacando a un miembro de la OTAN. Además, la OTAN parece estar a punto de expandirse con la incorporación de Finlandia y Suecia. Iniciar una pelea con la OTAN, la cual supera a Rusia en cantidad y calidad de efectivos en cualquier dominio convencional, solo traería una devastación total a Rusia.

Lo mejor que podría hacer Putin es acortar las pérdidas de Rusia y negociar con el objetivo de tratar de salvar el Donbas y Crimea, regresando a la línea territorial desde donde comenzó la guerra.

Pero no estoy seguro de que esa siga siendo una opción dados los crímenes y atrocidades cometidos por los soldados rusos en suelo ucraniano. Aunque Zelensky acaba de decir que sí. De lo contrario, en dos meses, Ucrania tendrá suficientes soldados entrenados y equipo para desatar una contraofensiva general y Putin podría perderlo todo, incluida Crimea y el puente en el estrecho de Kerch.

Sin embargo, independientemente de cómo termine esta guerra, el estatus de potencia de Rusia ya se ha degradado unos cuantos escalones, de Gran Potencia a tal vez Potencia Mediana que no puede ganar una guerra decisiva cerca de casa. Según expertos militares, por su capacidad combativa el ejército ruso ha pasado al puesto entre veinticinco y treinta en el ranking mundial.

En fin, que Putin, con su desastrosa agresión a Ucrania, a los ojos del mundo ha convertido a Rusia en una Corea del Norte más grande, lo contrario de lo que pretendía. Además de haber revitalizado a la OTAN y despertado a Alemania. Ya nada ni nadie podrá revertir esas consecuencias, ni siquiera el uso de armas nucleares tácticas.


 

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Roberto Lozano
(La Habana, 1959). Analista, ensayista, licenciado en Economía por la Universidad de La Habana en 1981. Tiene una Maestría en Relaciones Económicas Internacionales (Universidad de La Habana, 1985), una Maestría en Relaciones Internacionales (Universidad de Miami, 1989) y una Maestría en Economía (Universidad de Miami, 1998). Es autor de decenas de artículos publicados en revistas especializadas, periódicos y blogs en Internet, y como capítulos en libros académicos, sobre la realidad socioeconómica cubana y las relaciones con la extinta Unión Soviética. Fue investigador asociado en INFO-SOUTH, en la Universidad de Miami, entre los años 1989 y 1995. Actualmente reside en Miami.
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