Tampa vs Miami: La batalla del sándwich cubano

De Tampa, la tercera ciudad de los cubanos en Florida -la segunda es Hialeah-, se escribe poco y se murmura mucho. Se dice que a Tampa se van los cubanos que no pueden vivir en Miami, entre otras razones por sus inclinaciones ideológicas, sus conexiones con el régimen de La Habana o su pasado oficialista. Murmuraciones probablemente sin demasiado fundamento, generalizaciones propias de una sociopolítica polarizada como la cubana, pero que dejan ver las puntas de una especie de tragicómica rivalidad. Fenómeno que también es posible atisbar desde un ángulo inesperado: el culinario.

Estas son las santas horas en que el debate sobre la paternidad del sándwich cubano sigue en curso entre ambas ciudades, como me recordó este jueves un amigo de visita en Kendall. Aun cuando muchos han olvidado que en 2012 el Concejo de Tampa proclamó a esa urbe del oeste de la Florida madre del bocadillo, designándolo “Sandwich Oficial”.

Estamos hablando del “Histórico Sándwich Cubano de Tampa”, que oficialmente lleva jamón dulce, cerdo marinado con mojo al estilo cubano, salami Genoa secado de forma natural, queso suizo, pepinillos en vinagre al eneldo y mostaza amarilla. Se sirve frío.

En Miami, sin embargo, ciudad que también reclama ser la cuna del sándwich cubano, el bocadillo se sirve a la plancha y sin salami. Hasta el exalcalde Regalado ha reaccionado a las pretensiones de Tampa asegurando que “el salami es para las pizzas” y que el plato en disputa “vino directamente de Cuba”.

En 2014, el informe del concejo de Tampa puntualizó, no obstante, que “el original sándwich mixto llegó a nuestra ciudad con los fabricantes de puros en la década de 1890. Influenciado por la diversidad de la comunidad inmigrante de Tampa (cubanos, alemanes, italianos y españoles) pronto se transformó en lo que hoy conocemos como sándwich cubano, en el vecindario de Ybor City”.

Lo cierto es que un sándwich cubano con salami arma tremendo arroz con mango. Retórica incendiaria y política de barricada: El salami rompe en dos mitades casi perfectas, pero que se anulan mutuamente, el sublime sabor del jamón dulce sobre la pierna. Y deja la mesa servida para el interminable tiraquehala de la cubanidad.


 

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Armando Añel
Escritor, editor, zensicólogo. Ghost Writer. Entre los años 1998 y 2000 se desempeñó como periodista independiente en Cuba. Tras recibir el premio de ensayo anual de la fundación alemana Friedrich Naumann, con la revista Perfiles Liberales, en febrero del año 2000 viajó a Europa, donde residió en España e Inglaterra hasta radicarse en Estados Unidos en 2004. Tiene una docena de libros publicados. Dirige Neo Club Ediciones y es uno de los coordinadores del proyecto Puente a la Vista y del Festival Vista.