¿Sangra nuestro Martí? Carta en franco alegato de nuestra culpa (III y final)

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Carta anónima de un escritor residente en el oriente de Cuba, quien ha preferido ocultar su firma por razones de seguridad.

La novedad, indiscutiblemente, se reservó para el natalicio del Apóstol Nacional. Releamos una vez más la noticia: el Tribunal Municipal Popular de Plaza de la Revolución celebró el juicio oral y público el 21 de diciembre pasado (Causa 61 de 2020). A Panter Rodríguez, Yoel Prieto y Jorge Ernesto se les imputó el delito de “Difamación de las instituciones y organizaciones y de los héroes y mártires de carácter continuado”; y “daños a bienes del patrimonio cultural” por cubrir de sangre tarjas y monumentos, en su mayoría de José Martí. El Tribunal Provincial Popular lo dio a conocer el 26 de enero y no es sino hasta el jueves 28 de enero que el periódico Granma anuncia el resultado del juicio en el artículo que llevaba por título “Condenados quienes ultrajaron los bustos de José Martí».

Pero no sólo el atesorar la noticia para ese día, como mismo se exhiben los cuerpos en la plaza pública luego de una ceremonia de ahorcamiento, hace presumir una venganza ideológica y el expido implícito de un mensaje de amenaza. Existen demasiados detalles que han entregado los medios de comunicación y otros mecanismos usados comúnmente en Cuba para la coacción y la manipulación ideológica (todos bajo la dirección absoluta del único partido permitido) que deberían ser minuciosamente analizados.

El Granma (que, a propósito, se identifica como el órgano oficial de dicho Partido Comunista), expuso, además: …puestos de común acuerdo para desacreditar la imagen de José Martí, compraron seis piedras de droga, conocida comúnmente como cocaína, con parte del dinero recibido de una ciudadana cubana residente en EE.UU., la que consumieron para la realización de los eventos delictivos.”

Parece presentarnos a tres sujetos que merecen todo nuestro desprecio social: sacrílegos de lo mejor de nuestra cubanía, ladinos en la realización de los hechos, mercenarios vendidos al mejor postor, traidores a la patria de todos. ¡Y drogadictos! Pero me surge una duda: Después de consumir algún estupefaciente, ¿pudiera formularse el “aprovechándose de la oscuridad” como un argumento incriminador sensato?

Veámoslo con otro ejemplo: Si un individuo asesina a otro, ¿es un agravante que hubiera estado bajo el estado de inconsciencia por el consumo de alguna droga al realizar los hechos, o todo lo contrario?

¡Seis piedras de droga! ¡Qué medida es esa! ¡Ni siquiera logro encontrar una película de narcos y policías corruptos donde se mencione un término similar! ¿Qué quiso decirnos el Granma? A dos piedras por cabeza. Parecen estar totalmente fuera de sus cabales. Pues si es así, más que marginalidad y degradación moral, esto no podría señalar más que Panter, Yoel y Jorge decidieron enfrentar la tarea de la única forma que conocían posible para mitigar de cuajo sus temores. Conocían el sumo peligro de decirle a los poderosos que aún había cubanos que no estaban de acuerdo que se utilizara a Martí con la impunidad que otorga su hegemonía. ¿Por qué no es esta una razón que funcione como atenuante?

No sugiero que tales individuos no tengan responsabilidad penal. En definitiva, era el riesgo que tomaron al hacerlo. Hablo del decoro al ejercer equidad en el análisis de los hechos más que de las formalidades legales del proceso que se arguyen para simular perfecta justicia (se cumplieron las garantías procesales establecidas y el respeto debido al proceso, consagrado en la Constitución de la República, es la aclaración que el Granma atribuye a la información dada por el Tribunal Provincial).

Si estos ciudadanos fueron motivados por el financiamiento otorgado para sus actos, más que por sus convicciones, como se señaló en la televisión cubana los días siguientes posteriores, es harina de otro costal, y en realidad serviría de un agravante objetivo. Pero en ese agravante tampoco podríamos pasar por alto el detalle de que el dinero recibido era bastante insignificante como para ser llamado financiamiento. Más bien sólo hubiera servido para tomar algún par de taxis y comer algunas chucherías en los días de planeamiento y ejecución.

Tampoco se debe dejar de considerar si la idea original partió de Cuba, pues sería menos reprochable desde ese punto de vista. En caso contrario, si se pudiera probar que partió del extranjero, influiría el determinar si sólo la ejecutaron como un trabajo de rutina o con la simpatía que nace del ciudadano más común o marginal que decide participar en la lucha por algo mayor, la que inflama los ánimos por defender la obra del héroe del descrédito de los poderosos. Además, si quienes la concibieron eran cubanos de nacimiento y coincidían en sus ideales, es inexacto que se proyecte públicamente como un acto de mercenarismo, a pesar de que estos vivan en un país extranjero. ¿O es la primera vez que se conspira desde otra tierra a favor de ideales patrios en la historia de Cuba?

Si entramos directamente al tema de mercenarismo y patriotismo, aprovecho para preguntar si es honesto haber convocado y mediatizado cada acto de repudio, popularizando la idea de que estos tres ciudadanos tenían como intención “desacreditar la imagen de José Martí». ¿Cuántas personas de quienes dirigieron los actos de repudio en cada universidad o escuela, por todo el país, reaccionaron automáticamente a las encomiendas ideológicas sin darse cuenta que la magnitud del juego político involucraba vidas humanas más que consignas? ¿Una actitud así de sumisa, servil y superficial no es, además de injusta, antipatriótica? ¿No fueron Panter, Yoel y Jorge sentenciados políticamente cien veces antes del juicio? Luego de esta mediatización, ¿se dejaba alguna opción política a los responsables de impartir justicia o al menos de otro punto de vista en la defensa sin pecar de apátridas o mercenarios, sin que una postura contraria les trajera graves consecuencias a ellos y sus familias? ¿No es este un indicador de que esta sentencia fue una solicitud ideológica al sistema de justicia para exhibir un escarmiento público, una advertencia represiva? ¿No denota, además, que la división de poderes en Cuba es ficticia?

Es irrebatible a la luz de la razón: nos han hecho presenciar, y participar con nuestro silencio, en un acto de fanatismo e injusticia. Definitivamente encuentro que la sentencia de estas personas fue sólo una técnica para desviar la atención ante el verdadero mensaje que se nos quiso transmitir.

¿Valen lo suficiente Panter, Yoel y Jorge para molestarnos en valorar su mensaje y la naturaleza de sus acciones por encima de la molestia que han generado? Es la pregunta real e indigna que el Granma intenta que nos hagamos. No es la primera vez, y lo hará en cada ocasión que quiera ocultar la verdad que se pasea en las calles cubanas, o las ideas de cada uno de nosotros, dentro y fuera del país. Lo mismo que intentarán algunos lectores de mis cartas (gente que sí perciben salario para fingir y crear un estado de opiniones en las redes). De ellos es quien me despido hoy, diciéndoles: No, ustedes no pueden entender cuánto vale un ser humano, su vida, su libertad, más allá de una ideología. Lo siento, yo no percibo ninguna ganancia como ustedes. Me es suficiente con saber que algunas madres, abuelas, hijos, amigos, se sentirán aliviados con que, desde cualquier lugar del mundo, al menos aparezca un alegato de defensa. Que exista, que pueda ser publicado, leído, e incluso sinceramente discutido, puede hacernos a todos más cubanos, más decorosos, como lo deseó el Martí que no soñó una patria repleta de sus esculturas y tarjas sino desbordante de un “culto a la dignidad plena del hombre”; también en las salas de los tribunales, y en la más apartada celda.


https://puentealavista.org/2021/02/15/sangra-nuestro-marti-carta-en-franco-alegato-de-nuestra-culpa-ii/


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