El violento desalojo en la noche del 26 de noviembre, con acto de repudio incluido, de los 14 activistas prodemocráticos que se encontraban, desde hace varios días, en la sede del Movimiento San Isidro, exigiendo la liberación del rapero Denis Solís y el cierre de las tiendas en moneda libremente convertible (MLC), vuelve a poner en perspectiva la impunidad del Estado cubano en el uso de la fuerza contra sus críticos.
Previo a la acción en la que participaron fuerzas combinadas de la policía política, agentes del orden y brigadas de respuesta rápida, fue interrumpido el acceso a las redes sociales en al menos una parte del país, lo cual desató las alarmas de las personas allí reunidas, cuatro de ellas en huelga de hambre.
Al escribir este artículo se desconoce el paradero de los arrestados, aunque algunos comenzaban a ser liberados. Testigos presenciales alegaron que fueron sacados a golpes y algunos arrastrados por el pavimento hasta los vehículos policiales y ambulancias que se encontraban parqueados a pocos metros del inmueble, donde vive Luis Manuel Otero Alcántara, coordinador de la referida agrupación contestataria.
Algunos coinciden en la posibilidad de que justifiquen la arremetida con un supuesto foco de coronavirus. Como se sabe, el escritor y periodista Carlos Manuel Álvarez logró llegar a la sede, procedente de Estados Unidos y, según unos supuestos médicos, que se presentaron en el sitio, los parámetros del examen que le practicaron en el aeropuerto habían dado alterados. Algo que el también director del portal digital El Estornudo piensa se trató de una excusa para terminar con su apoyo a las personas allí apostadas.
Por otro lado, algunas fuentes destacan las habilidades de Carlos para burlar el estricto cerco policial montado desde que comenzó la protesta a través de lecturas de poesía, performances y huelgas de hambre sin que flaqueara la firmeza de las exigencias, fundamentalmente la excarcelación de Denis Solís, detenido en su casa el 9 de noviembre y sancionado, dos días más tarde, por un presunto delito de Desacato a ocho meses de cárcel.
El arresto y condena se produjeron tras un marcado hostigamiento de la policía política, que incluyó detenciones y amenazas.
Valga recordar que Denis estuvo tras las rejas durante dos meses, en el 2016. Después que realizara una protesta pacífica en el parque Fe del Valle, aledaño al emblemático Boulevard de la calle San Rafael, en la capital, a causa de la confiscación de su bicitaxi, el medio que utilizaba para ganarse la vida honradamente.
Por estos días, los medios de prensa, todos bajo control de las instituciones gubernamentales, han estado inmersos en una campaña difamatoria contra el joven músico, acusándolo de terrorista entre otras imputaciones que intentan distorsionar la realidad.
Denis es un joven negro, de extracción humilde y que actualmente vive en condiciones deplorables.
Opiniones recogidas entre los vecinos de su barrio, demostraron que nada de lo que se dice en la prensa estatal refleja los pormenores de una vida golpeada por la pobreza y la persecución policial debido a sus ideas contrarias al sistema comunista.
Nadie sabe cómo terminará este evento represivo que ha causado un gran revuelo internacional y suscitado el apoyo de artistas de renombre nacional e internacional, como el trovador Carlos Varela, los cantantes Haydé Milanés, hija del afamado, Pablo Milanés y Leoni Torres, así como la actriz Yuliet Cruz, esposa de este último.
Por el momento, reina la estupefacción y la impotencia entre las personas que han brindado todo el apoyo posible, dentro y fuera de la Isla, a los 14 cubanos que hicieron todo lo que estuvo a su alcance frente al despotismo del partido único, irrespetuoso hasta con sus propias leyes, si de defender sus intereses se trata.
Veremos si la comunidad internacional reacciona ante este nuevo atropello. A fin de cuentas, es la única ayuda frente a un secuestro que dura más de seis décadas.