San Isidro: Campesinado escribe carta abierta a Cardenal de Cuba

El cardenal Juan de la Caridad García
Excelentísimo Juan de la Caridad García Rodríguez
Cardenal de Cuba
Respetado Monseñor:

Nos dirigimos a usted en señal del respeto que profesamos a la Iglesia Católica de nuestro país, a su investidura y a usted como persona.

Llamamos a la Iglesia cubana a actuar de inmediato ante el gobierno cubano para poner coto a la violencia que se cierne sobre un puñado de sus ovejas en el barrio de San Isidro. Ellos protestaron, leyendo poesías en una casa, la arbitraria detención y sumaria sanción  impuesta a uno de sus hermanos. Su pacífica protesta fue respondida con un aparatoso cerco militar y el bloqueo de alimentos, agua y medicinas al recinto. Esta acción oficial ha desatado una nueva lógica que amenaza con desembocar en una tragedia de mayor alcance.

Si no se trazan hoy las rayas rojas que no deben cruzarse se nos vendrá encima una catástrofe más temprano que tarde.

Lo hacemos con la certeza de que los valores que predicó Jesús son los mismos a los que ustedes acuden cada día en busca de inspiración y orientación cuando, junto a nuestro pueblo, enfrentan los complejos desafíos que sufre la Nación.

Hoy, querido Monseñor, ha querido la voluntad divina que todos esos problemas se manifiesten y concentren en un punto del muy humilde barrio habanero que lleva por nombre San Isidro, santo trabajador agrícola conocido por su piedad hacia los pobres.

No creemos casual que nuestro Señor haya elegido ese lugar para convocar a expresarse, con pacíficas lecturas de poesías, a un grupo de sus ovejas en un momento en que la intolerancia reprime al productor agrícola y empuja al pueblo a una hambruna horripilante.

Como campesinos hemos promovido un acuerdo nacional de cinco puntos (“Sin Campo no hay País”) para conjurar esa tragedia. Pero no escuchan. Estos jóvenes han denunciado también la tremenda injusticia que representa que el estado por un lado monopolice la producción y venta de alimentos y por el otro los venda al pueblo en dólares, también a precios de monopolio.

Pero la soberbia sigue hasta hoy alejando de Jesús a nuestros gobernantes.

¿Es posible obrar un milagro en San Isidro? ¿Podremos juntos impedir que esos jóvenes sean aplastados por las sordas fuerzas del egoísmo y la intolerancia? ¿Podremos juntos convertir esta dramática situación en el punto de inflexión nacional que abra caminos al futuro que todos merecemos?

A partir de este instante iremos a nuestras iglesias, en paz y respeto, para declararnos en vigilia y oración permanentes por esos jóvenes. Allí pediremos que Dios de claridad y fuerza a todos los que están llamados a proteger su rebaño. Y también a  que finalmente ilumine a quienes con su egoísmo, ceguera e intolerancia nos empujan aceleradamente a una espantosa hambruna y a un trágico conflicto nacional.

Creemos que el mensaje pacífico de esos jóvenes es una oportunidad que nos ha dado el Señor.

Con el mayor respeto y Fe,

Lisandra Urraca Guerra, Federación Latinoamericana de Mujeres Rurales, FLAMUR-Cuba,
Esteban Ajete Abascal, Liga de Campesinos Independientes


 

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