Cuando tuve en mis manos el volumen de poemas titulado Antología de la poesía oral-traumática y cósmica de Rafael Vilches Proenza (selección de Fredo Arias de la Canal: Frente de Afirmación Hispanista, México, 2019), me pareció un título, en cuanto a extensión, desmesurado. Sigo pensando que no hubiera sido necesario abundar en tanto barroquismo y elegir como título alguno de los excelentes versos que contienen los veintisiete poemas elegidos para formar este volumen. Pero ese es un simple criterio subjetivo mío, sin otro apoyo irracional que el del gusto literario.
Entonces, prefiero abundar en los poemas en sí mismos, no todos porque de lo que se trata es de que los amantes de la buena lectura redescubran quién es este autor, capaz de desplegar un excelente lenguaje tropológico («Con las palabras que ama mi padre / puedo cavar un silencio», poema Después que él habla; «Eres el triste / dirán los lectores en los muros, / pero no tengo muros / ni ciudad para soñar esta muerte», poema sin titular).
Llama la atención la valentía que exhiben los diferentes sujetos líricos convocados por este autor, que en todo momento muestran la rebeldía propia del que aspira a otro mundo mejor (poema El ser profundo), a la vez que es capaz de exhibir la ternura por el pequeño sitio donde lo pusieron a nacer sin consultarle («Ese que fui me despide con un mar de fondo, / lo miro titilar a lo lejos azul, el tren avanza raudo, / lágrimas, aguas que reposan / oreadas de salitre; poema Pueblo mío).
Empleo de códigos retóricos, odios y críticas contra enemigos específicos, lenguaje cercano a lo bíblico, audaces imágenes y empleo reiterado de elementos cósmicos para aderezar los textos, se combinan a la perfección con la nostalgia por la niñez, la visualización onírica de la madre y el padre y candentes poemas eróticos, de tal manera que en esta simbiosis sale ganando lo mejor de la poesía.
Aunque con un breve poema no podrán juzgar toda la calidad de la poética de Vilches, creí conveniente dejarles como muestra el titulado Me espanta:
Me espanta ser un solo,
he perdido los rumores del mar entrando por tu voz,
inundaba la casa donde fuimos cuchillada al hastío,
ya no soy la ciudad, la tarde, las iniciales que marcan,
aquí, donde me escondo del miedo.
(Poema que pertenece a su libro El cielo narrativo)