Otro milagro económico cubano a la vista

En estos momentos, el mundo sufre un proceso de transformación socioeconómica derivado de la reciente pandemia y de la guerra en Ucrania. Nada va a quedar como antes. Entre otras cosas, China parece empujada a dejar de ser la fábrica del mundo, se acortarán las rutas comerciales y se reubicarán muchas de las industrias que han proliferado en Asia en los últimos decenios, acercándose los centros de producción (México, Caribe) a los de consumo (EE UU, Europa).

La necesidad de dar este paso quedó en total evidencia recientemente, cuando bajo las condiciones extremas de la pandemia mundial fueron necesarios ciertos productos para la propia emergencia. Se destacó a China con un dominio de la situación que se sale de lo comercial y cae en los terrenos de la seguridad. En todo caso, la lejanía de las fábricas puso en grave peligro a las poblaciones de todos los países occidentales.

En cuanto a Cuba, se hizo bien visible que la propuesta salvadora de la “revolución”, de la actual administración en el país, es hacerla un destino turístico “ideológico”, un castroworld. Avanzan hacia el monocultivo playero. Pero saltemos un momento sobre la tragedia de un país destrozado por la estupidez en el gobierno. El gobierno cubano invierte decenas de veces más en turismo que en salud. Ni en medio de la pandemia la construcción de hoteles ha cesado. Los hospitales fueron incapaces de responder las demandas de la pandemia, mientras la ocupación hotelera nacional rara vez sobrepasa el 50%. La categoría en que se incluye al turismo recibe el 45.5% de las inversiones gubernamentales (las únicas permitidas), 3.1% se dedican a la agricultura, 0.8% a salud pública, y ciencia e innovación 0.6%.

Mas veamos lo que nos dice la historia. Si cesaran las series de medidas otomanas que imperan en La Habana, la economía cubana pudiera dar un gran salto, como el que ya mostró en 1900-1910. En 1902 el país estaba en ruinas. La guerra de independencia y la tea incendiaria había destruido ingenios y cañaverales, la riqueza fundamental de la isla entonces. Pero ya hacia 1910, la economía cubana se había reconstruido y avanzada a toda vela, gracias al aporte de capital desde el vecino del Norte, requerido de azúcar por su auge económico y para su población en crecimiento. A la latitud de Cuba, la caña de azúcar recibe mejor los rayos de sol y crece más rápido.

Si dejaran de regir los destinos del país este grupito de “gerentes-revolucionarios”, puede volver a ocurrir un milagro económico cubano, como ya ocurrió en 1910. Esto pudiera ser parte de la enorme relocalización de industrias, de las que se mencionan con insistencia las farmacéuticas y las de semiconductores. Y en ambas, Cuba tendría evidentes ventajas comparativas, además de su localización, el relativo alto nivel educativo de su población y la serie de instituciones desarrolladas para la investigación biotecnológica.  

Veamos lo que paso en México cuando abandonó la anarquía del  “modelo revolucionario” y su serie de estupideces y malgastos. A principios del siglo XX, México tuvo un crecimiento de su PIB cerca de valores nulos. Una vez que pasaron los métodos dinamiteros, se impuso la estabilidad interna y un evidente industrialismo. El PIB fue de 13.04 miles de millones de dólares, en 1960, a 363.2 MM USD en 1990 y a 1076 MM USD en 2020. Se trataba de simple osmosis desde el Norte en ingente industrialización. Hoy México se cuenta entre los países más industrializados del mundo, y es miembro del TLCAN 2.0 (Tratado de Libre Comercio entre México, Estados Unidos y Canadá, en inglés United States–Mexico–Canada Agreement o USMCA, que sustituyó al NAFTA).

Lo que pudiera ocurrir en la economía y sociedad cubana si se incorporara a un TLCAN 3.0, puede inferirse de lo ocurrido en 1900-1910. En todo caso, no se trata de ingeniería social revolucionaria, mucho menos de los caprichos de un iluminado autonombrado sultán.

En las condiciones económicas mundiales actuales, está ocurriendo lo que se ha dado en llamar near shoring, es decir, el acercamiento de la producción a los mercados más hambrientos (EE UU, Europa). La relocalización de las infraestructuras podrá implicar que los 78,000 millones que compraba Occidente a China se repartan entre otros países, el más aventajado de los cuales sería México, que recibiría unos 35,000 millones, y un conjunto de países caribeños (Costa Rica, Panamá y República Dominicana) que se han aliado para ser receptores de esta relocalización. Pero no habría en el mundo país que esté mejor ubicado que Cuba para garantizar una cadena de suministro estable a EE UU, Canadá y México, dentro de TLCAN 3.0. Sus fábricas pudieran estar a cuatro horas de las carreteras de EE UU y trabajar según el principio de just in time (ir produciendo de acuerdo a la demanda y suplirla en pocas horas). Desde luego, para ello habría que darle una residencia permanente en Montecarlo o Luxemburgo a los gordos incompetentes que conducen la economía cubana actual.

Va a ser enorme la relocalización de infraestructura e industrias que se avecina. Se acentuará entonces la evidencia de la incompetencia del generalato morado cubano que pretende convertir al país en un castrowolrd, solo un destino turístico de sol y playa. Ello va a ser un factor extra en la perdida de fe de la población cubana en el mito de la “revolución”.

Una vez más pesará la posición geográfica de Cuba y la tradición emprendedora e industrialista de al menos parte de su población. También el hecho de que el comunismo cubano se ha visto obligado a expatriar al 20% de su población, que ha refundado Miami como hub de las Américas y está regado por el mundo, por lo que, luego de un cambio de sistema socio-económico, constituye un notable know how. El éxito de la comunidad cubana en La Florida es una espada de Damocles sobre el empobrecedor modelo comunista cubano, que no es más que feudalismo verde olivo.