Hace ya casi tres años que Regocijo del criterio (Lecturas de interpretación para una dramativa cubana), la primera entrega de esta saga, vio la luz de la mano del narrador y crítico Manuel Gayol Mecías, cuyas reseñas literarias y aproximaciones ensayísticas, caracterizadas por la hondura de sus presupuestos, no requieren presentación.
Regocijo del criterio II (Letras del Puente), volumen que el lector ya puede adquirir en Amazon, constituye una especie de segunda parte de aquel libro abarcador, aunque centrado en la producción editorial del proyecto Puente a la Vista. Segunda parte que expone las visiones de una compilación (Cuentos del Club) y ocho escritores cubanos (Rolando Ferrer Espinosa, Verónica Vega, Rafael Vilches, Amir Valle —autor que repite con su ensayo ganador de la primera edición del premio ‘Carlos Alberto Montaner’—, José Hugo Fernández, Juan Manuel López, Reynaldo Fernández Pavón y Orlando Freire Santana) entre lo más destacable del actual panorama creativo.
Entonces, igual que ahora, se trataba de crear un corpus de interpretaciones que pudieran inducir “no solo a buscar las obras presentadas por su alta calidad formal, sino también por sus importantes contenidos: nuevos y esenciales en sus problemáticas de lo contemporáneamente cubano”.
“Aquí la complicidad viene a ser entre el crítico y el autor analizado; es la trama que ha propuesto ese escritor para que no solo sea leída, a su manera, con simpleza, sino además para que exista ese otro alguien —en este caso el crítico— haciendo su papel de lector experimentado”, apunta el autor. “El crítico es un intermediario, una especie de comunicador privilegiado que ofrece su opinión, como un resplandor que intenta propiciar la lectura”.
Para Gayol Mecías valorar, establecer criterios, desata un sentimiento de regocijo, y esta circunstancia resulta definitoria en su manera de encarar obras y situaciones. “El acto con que se manifiesta la alegría de concebir el criterio”. El espíritu siempre a la caza de la realidad analítica. Algo inmediatamente visible en esta segunda entrega, en la que el autor hace gala una vez más de su muy particular capacidad para entender, y asumir, la literatura que analiza. En sus propias palabras, “aun cuando el criterio sobre algo puede ser infinito o, incluso, limitado, el aporte puede constituirse en sustancial para otro lector. Y es esa esperanza también (desarrollada en el análisis y en la opinión), de abrir una nueva vertiente de comprensión, lo que termina creando el sentimiento de regocijo en el crítico”.
Nueve libros bajo análisis: nueve maneras de adentrarnos en una realidad, la cubana, cuya excepcionalidad está fuera de toda duda y constituye un elemento adicional de interés.