Durante seis meses, se han exhibido 18 piezas de gran formato de Manolo Valdés en los parques de Doral, ciudad del condado de Miami-Dade. El legado resulta así la mayor exposición al aire libre, hasta la fecha, de esculturas monumentales del artista español, que radica desde hace décadas en Nueva York, pero que también tiene una casa-estudio en Coral Gables, cerca de Doral.
La exposición cerrará el 3 de junio con Instalaciones vestibles, donde desfilarán modelos en una pasarela callejera luciendo piezas confeccionadas por la artista cubana Celia Ledón, por encargo del Museo de Arte Contemporáneo de Doral (DORCAM). El espectáculo, en el que participarán también músicos y bailarines, lejos de quedar en acontecimiento fortuito será el primer paso del evento bianual Moda, arte, diseño.
Instalaciones vestibles agrega un nuevo hito a la ya notable carrera de Celia Ledón, diseñadora de moda, directora de arte y consultora de vestuario cinematográfico, que ha trabajado en 13 largometrajes, entre los que destaca Yuli, de la cineasta española Iciar Bollain, sobre el célebre bailarín cubano Carlos Acosta.
Licenciada en diseño industrial, ha producido también dos colecciones para Clandestina, primera marca independiente de moda urbana en Cuba, y tiene además lista ya para producir una colección propia de ropa de calle. La revista Vanity Fair consideró a Celia Ledón, en 2018, una de las cinco diseñadoras de moda más inspiradoras de su país.
“En este proyecto, parto de una imagen mental, pero luego voy haciendo cambios”, nos dice Celia, ocupada en una de sus piezas en este amplio local de una céntrica zona de Doral, una de las ciudades más florecientes de Estados Unidos. Y añade: “A veces, algo que ocurre por error o por casualidad resulta mejor que lo que habías planeado”. Eso resulta comprensible porque se trata de una labor meticulosa, por momentos repetitiva, que requiere de largas horas y mucha paciencia.
La pieza sobre la que se afana ahora es un vestido que va realizando sobre un molde con la forma ya bien conocida del traje de una de las meninas de Velázquez, convertida en uno de los sellos visuales de Manolo Valdés, como se hace evidente en las esculturas monumentales de El legado.
Pero el material que utiliza aquí Celia Ledón es la simple cinta adhesiva transparente que sirve para embalar equipajes. “Me imaginé que funcionaría y ahora estoy probando”, dice la artista, aplicando una pistola de calor sobre la superficie de este inusual «vestido».
Y aquí está la esencia de la cuestión. Para decirlo en pocas palabras: estamos ante una diseñadora de moda cuya premisa es reciclar, reutilizar y «descontextualizar» objetos y materiales de la vida cotidiana. Para confeccionar sus obras, se vale de pajillas absorbentes, viejas cintas magnéticas, anillas de latas de bebidas, lonas de desecho y muchos otros elementos que se pueden encontrar lo mismo en un contenedor de desechos industriales que en un Home Depot.
Celia hizo su tesis de graduación en la Escuela de Cine de San Antonio de los Baños, en La Habana, con una metodología del diseño de vestuario para audiovisuales. “Allí aprendí muchísimo”, recuerda, “porque los cortometrajes de los estudiantes, como tenían un carácter naturalmente didáctico, me obligaban a hacer de todo, desde el vestuario hasta la dirección de arte y el maquillaje”.
Aunque trabaja frecuentemente fuera de Cuba, la artista reside en La Habana, donde ya había realizado varias performances antes de participar, con un traje de cinco metros de altura, en un espectáculo en el que se presentaron artistas como Roberto Fabelo, Roberto Diago o Manuel Mendive, en el Centro Kennedy para las Artes Escénicas, de Washington D.C.
“La moda tiene que ver un poco con el sufrimiento, porque es un ciclo interminable”, dice, explicando su concepto de fashion victim. “Y está también la dicotomía del ser humano, que quiere ser único e irrepetible y a la vez quiere pertenecer a un grupo”.
El cine, el videoclip y el teatro, no obstante, han cobrado gran peso en su carrera. “De cierto modo, el cine te muestra un extracto de la realidad y la gente espera realismo y verosimilitud en una película, aun cuando se trate de una fantasía. En el teatro, en cambio, hay convenciones muy particulares, porque el espectador no necesita ver el vaso cuando un actor coge un vaso de agua. Eso me da la posibilidad de hacer cosas que no puedo hacer en otro lugar”.
Trabajar sobre distintos soportes y enfrentar los más variados retos creativos, resultan algo muy estimulante, no importa si se trata de un encargo o de un proyecto personal. “Al final, tus recursos para realizar una película, una publicidad o una obra de teatro son los mismos. Alguien te puede encargar algo y tú también te puedes proponer algo. Y estás en un mundo no solamente interdisciplinario, sino también transdiciplinario, por tienes que incursionar tú en disciplinas ajenas y otros tienen que incursionar en la tuya”.
Aunque pareciera que la laboriosidad, la imaginación, la habilidad manual y el instinto son suficientes para su faena, lo cierto es que Celia Ledón, como todo buen artista, se vale también de recursos que no resultan evidentes a primera vista, como la geometría fractal, las leyes de la Gestalt, el número de oro o la sucesión de Fibonacci. “Las proporciones son todo. Mi trabajo es un estudio de materiales y utilizo la repetición de motivos, pero el material será el protagonista del resultado. Por eso es que me gusta tejer, porque así puedo crear mi propio material”.
En cuanto a este proyecto específico, “la relación de mis piezas con la obra de Manolo Valdés es más bien casual y variable, no directa, ya que depende de los recursos, del simbolismo, de los materiales, de la «pregnancia visual», como en el caso de las meninas. Se trata de una relación muy sutil”.
Fusionando la moda y la escultura, Instalaciones vestibles cerrará la exposición El legado de Manolo Valdés y abrirá el evento Moda, arte, diseño, que se efectuará en Doral dos veces al año y que procurará mover las fronteras de estos campos, interrelacionando a diseñadores, artistas visuales y especialistas de moda y vestuario. “Todo lo que sirve para vestir se percibe como moda y todo lo que se autosustenta se percibe como escultura. De ahí que yo llame mis piezas «instalaciones vestibles». Pero es importante, además, que sea un espectáculo en todos los sentidos, con música, performances, bailes, y que la gente disfrute, para que ese tono marque los futuros eventos”.