Cuando todo parecía perdido, u olvidado, los embajadores de la maltinga cubana renacen de sus cenizas para mostrar al mundo que “Cuba sigue revolucionando motores”, es decir, calentándolos en la pista de despegue de su mundo alternativo.
Definida hace ya un burujón de años como la nueva «malta con moringa» por la periodista cubana Idalmis León, la maltinga «haría las delicias de los recontadores de votos floridanos», en un pedido extraoficial que el gobernante procastrista Miguel Díaz Canel habría hecho llegar a la Comisión de Asistencia Electoral de Estados Unidos y cuyos entretelones apuntan a un desafío a la comunidad cubana de Miami.
Según diversas versiones, un enviado de Díaz Canel ya se encuentra en Estados Unidos con una caja de maltingas, bebida que desarrollaran en la Universidad de Matanzas (occidente de Cuba) varios cientos de estudiantes y profesores entregados a la ardua tarea de inventar algo que salvara a la “revolución”. Una batalla que desde hace más de medio siglo se libra infructuosamente, dejando a su paso un reguero de emigrantes, exiliados, encarcelados y envenenados (por la frustración).
Pero, ¿qué es la maltinga exactamente? Se trata de una “bebida energética” elaborada a base de afrecho, un subproducto de la industria cervecera, arroz malteado germinado, azúcar y moringa. Gracias a su consumo, han argumentado Díaz Canel y sus embajadores presumiblemente en Washington, se podría acelerar el conteo de votos en Florida porque, “si van a recontar en Georgia, ¿por qué no en Hialeah?”.
“Llevamos contando votos desde los mismos inicios de la revolución”, habría asegurado Díaz Canel en correo electrónico enviado a la Comisión con sede en Washington. “Nuestra democracia es participativa y nada ni nadie puede darnos lecciones de cómo cuadrar la caja, la cual constituye en sí misma una revolución alimentaria”.
La maltinga nació en la planta piloto del departamento de Química e Ingeniería Química de la referida Universidad de Matanzas, donde los estudiantes hacían cerveza durante sus prácticas de la asignatura Bioquímica -relató en su momento el periódico Girón (local)-, de manera que no hay que ser muy imaginativo para percatarse de que fue empinando el codo que a alguien se le encendió el bombillo de esta nueva batalla energética.
No debe olvidarse que hace apenas ocho años el Fondo Canadá-Cuba para Iniciativas Locales cedió 21,000 dólares para multiplicar la maltinga como los panes y los peces. Y aunque nada más se había sabido en los últimos años sobre la fulminante bebida, el régimen cubano podría haber hallado la manera de obtener, gracias a ella, un desembolso al menos similar al del fondo canadiense.