Muy bien lo dicho por el actor Luis Alberto García a propósito del episodio del mercado de Cuatro Caminos, en La Habana. Pero arrastra el equívoco, inoculado a todos en Cuba, de que ese desastre es salvable si los que dirigen hacen mejor las cosas. O sea, que el remedio no incluye un cambio de sistema, de régimen.
Hay necesidades acumulándose durante décadas, faltantes ancestrales, billeteras vacías, refrigeradores tristes que se enfrían a sí mismos. Angustias, demasiadas familias con una sola comida al día y el papel periódico colgando de un clavito en los baños. Muchas personas que no saben ni cómo funciona Western Union. Viejos y niños recogiendo pomos plásticos y ‘escachando laticas’. Y los viejitos que no han sido funcionarios, los viejitos que no han sido dirigentes.
Luis Alberto García, actor y artista cubano
La base teórica del colectivismo, de una economía centralizada como la que aún predomina e impone el gobierno cubano a cambio de poder, es en extremo contradictoria e inoperante, fue refutada desde que se escribió y ni siquiera traía una receta de cómo aplicarse.
Por ende la experiencia, incluso donde sobraban los recursos como en la URSS, no fue otra que una catástrofe.
Muy bien por Luis Alberto, repito, escribe desde adentro y, aun con cierta impunidad, lo que hace requiere valor.
No obstante, las soluciones que propone son cosméticas. El sistema por naturaleza es improductivo, masifica los peores instintos y removerlo sería la única salida. Desplazando al gobierno incompetente, creando un aparato jurídico independiente, estableciendo pluralidad para, de este modo, reconstruir la Isla.
Luis Alberto García, Luis Silva y otros con voz y rostro allí -junto a las redes-, podrían ayudar. Muy probablemente el clan en el poder no se atreva con los que el pueblo conoce. Sería el principio del fin.