poema-parodia
Cuando me veo y toco
yo, Añel sin nada no más ayer,
y hoy Añel con todo,
limpio de paja y lodo,
vuelvo los ojos, miro,
me veo y toco
y me pregunto cómo ha podido ser.
Tengo, vamos a ver,
tengo que pude salir de mi país
sin nada de cuanto había en él
a disfrutar de lo que en Cuba
no tuve ni podía tener.
Libertad puedo decir,
electricidad puedo decir,
banda ancha adquirir,
orden sin chivatería aplaudir,
ya míos para siempre y tuyos, nuestros,
y un aroma emancipador
a pollo asa’o, pesca’o frito,
paella valenciana, chicharrón.
Tengo, vamos a ver,
tengo el derecho de ir
yo, neopoeta, periodista, gente simple,
tengo el derecho de ir
(es un ejemplo)
a un banco y entrevistarme con el administrador
lo mismo en inglés
que en español,
llamarlo incluso «brother», como se dice en cubañol.
Tengo, vamos a ver,
que siendo cubanoamericano
nadie me puede detener,
a la puerta de un dancing o de un bar,
o bien frente al mar junto a un hotel,
obligarme a que «me pierda»
una mínima bahía (no una bahía colosal),
una pequeña bahía donde la vista descansar.
Tengo, vamos a ver,
que no hay boina negra ni paramilitar
que me golpee o me encierre en un cuartel
tras protestar, o me torture en un inmundo
calabozo por «Patria y Vida» reclamar.
Tengo que como tengo el circo tengo el pan,
el country,
el jailáif,
el tenis y hasta el yatch,
de playa en playa y coca cola
sin tropezarme un poli asintomático,
en fin, la paz.
Tengo, vamos a ver,
que ya sé elegir
y en la parrilla amansar
un cruel bisté, que ya aprendí a invertir
y a manejar
y a producir.
Tengo que ya tengo
donde trabajar
y ganar
lo que me tengo que comer.
Tengo, vamos a ver,
tengo lo que tenía que tener.