Lidice Megla

La poeta Lidice Megla responde las cuatro preguntas esenciales de nuestra página, una manera práctica de profundizar, con la creadora, en su obra y sus experiencias:

Puente a la Vista (PV): Cuéntenos sobre sus inicios en la literatura. ¿Qué le impulsó a escribir y cuáles fueron sus primeros textos?

L.M: El primer salto hacia el poema ocurrió entre los 5/6 años, un intento ralo, escrito para un hermano de mi madre que siempre estaba viajando (amo viajar, puede que no lo supiera a tan corta edad, pero debe ser por esta razón que lo convertí en mí Hércules). “Yo tengo un tío marinero”, era el título. Él y mi madre nos traían libros constantemente. Desde muy temprano leí varias veces Peter Pan, La hija del capitán y El pequeño príncipe, recuerdo que la saga de Los nibelungos exacerbaba mi imaginación a un punto que olvidaba comer… al igual que todo lo de Verne, y por supuesto como constante de mi vida está Martí.

Leía ávidamente a Gabriela Mistral y Juana de Ibarbourou, las que me producían sensaciones físicas (una sed irresistible que aún no se calma). Y confieso sin timidez que mi primer crush fue Tom Sawyer, jajaja…

El repentismo tuvo gran influencia en mis años formativos, pues mis abuelos, a quienes me sentía muy cercana, eran repentistas y su finca era punto de reunión en la zona. A ellos agradezco vivir orgullosa de mis raíces campesinas.

PV: Defina o mencione brevemente, por favor, aquello que los lectores descubrirán, o conocerán, a través de sus libros.

LM:  Qué descubrirá quien te lee depende en gran medida de su propia cosmovisión. Un lector traerá su interpretación a lo que escribes, sus experiencias lo moldearán; esto a mi modo de ver, es inevitable, por ser modus operandi del proceso de lectura en general.

Puede que como poeta sea un poco ácida, mis poemas a veces se llenan de lanzas, pero la poesía no tiene que ser útil. No somos mejores poetas porque expresamos mejor, sino porque sabemos cómo, por qué y para qué jugar con la palabra dentro de la medida exacta de una estrofa, la cual es, a fin de cuentas, un sentimiento compactado. El contacto con la poesía se establece en un espacio de tiempo en el que el poeta se compacta (él es la estrofa, el sentimiento compactado).

En mis escritos puede encontrarse desde una palma real hasta un copo de nieve hablando con esa palma sentados en una cima helada; escribo sobre emociones y sin duda hay un elemento de vocación, digamos que impulsado por convicción, vivencia, desafío. Reconozco que escribo en una especie de trance… pero cada cual tiene su propio librito. Mi pasión por la psicología y la filosofía puede llegar a influir en lo que escribo. Además, amo la naturaleza y esto, por supuesto, también lo tienen que soportar (de buen grado o no) quienes se interesen en leer lo que escribo… En general, como règle d’or, trato de no tomarme demasiado en serio; sé que al poner mis poemas ahí fuera ya no son míos (desde el punto de vista interpretativo), que cada cual encontrará lo que encontrará, su propia apreciación.

PV: Mencione tres autores o libros que considere fundamentales o que la hayan inspirado o influido durante su trayectoria creativa.

L.M. Amo a Clarice Lispector, a Dulce María Loynaz, a Gertrude Stain, a Alfonsina Storni (demasiado difícil nombrar a los dioses).

Las escritoras inglesas de los siglos XIX-XX tuvieron un profundo efecto en mis años universitarios, debido a mis estudios especializados en Literatura Inglesa; Emily Dickinson, Matilda Betham-Edwards, Katherine Bradley, Elizabeth Barrett Browning, Sara Coleridge, Sylvia Plath (US), Virginia Woolf…

Luego están Blake, Rimbaud, Bretón, George Eliot, Keats, W.S Merwin, Pessoa, Mieses Burgos, Mallarmé, Vicente Aleixandre, Huidobro, Unamuno, Vallejo, Darío, Borges, Rulfo. Oh, ¡“tantos cantos para una sola muerte!”

Ya me extendí y he multiplicado por tres las respuestas.

PV: A partir de las nuevas teorías cuánticas según las cuales la esencia del universo no es la materia ni la energía, sino la información, ¿estamos a punto de descubrir que la vida es literatura?

L.M: “Nuestra necesidad de consuelo es insaciable” (Dagerman lo sabía). Pregunta para una respuesta que siempre estará en evolución a la par de la propia información como literatura. Por supuesto que la vida es literatura. Lispector dijo que escribía sin esperanza de que lo que escribía cambiara nada, que la literatura no cambia nada. Mi percepción es que sin literatura el hombre es un vacío cuántico incapaz de influir en la realidad con y dentro de sus propios cambios (no me refiero a la capacidad de evadirse, todo lo contrario): sin otros planos para superponerlos a esta realidad, los mundos paralelos no ofrecerían la información que la propia literatura es en ella misma…

Lídice Megla nació en Camajuaní, Villa Clara. En 1999 emigró a Canadá. Ha sido maestra e intérprete y traductora para la División de Protección de Refugiados de Canadá. Su primer libro, Tú, la bestia, se publicó en 2018, mismo año en que ganó el concurso internacional de poesía «El mundo lleva alas». Ha traducido libros infantiles y poemas, y aparece en varias antologías de poesía latinoamericana y española. Otros dos libros suyos son Totémica insular y Mujer sin paredes (Voces de Hoy).

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