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Leyendas del exilio: Ángel de Fana y Concha San Gil

por Waldo González López

Ahora en un nuevo horario, los sábados a las 9:00 p.m., la segunda temporada de Leyendas del exilio continúa el estreno de sus esperados capítulos sobre los ya legendarios hombres y mujeres que arriesgaron sus vidas por la libertad de nuestra aherrojada patria, bajo el sangriento castrismo desde seis décadas atrás, batalla en la que muchos de sus hermanos de lucha murieron en su loable empeño.

Estos episodios que ahora cronico están dedicados a otras valientes figuras que, por fortuna, conozco, y me enorgullezco de ello. Sí, y no es para menos, porque tanto a Ángel de Fana como a Concha San Gil, tengo la suerte haberlos conocido: a Ángel, en la Casa del Preso, y a Concha en la Tertulia que desarrollan cada sabado, por Facebook Live, a las 5:00 p.m., mis colegamigos Rebeca Ulloa y Arístide [Aristide] Pumariega, en la familiar fábrica de tabacos Havana Clasic Cigars, ubicada en el corazón de La Pequeña Habana: 1419 SW, 8 St, 33135.

La fortaleza de Ángel

La renuncia de Hubert Matos, Comandante del Ejército Rebelde de la farsa revolucionaria en el temprano 1960, convencería al jamás etéreo ni arcangélico, mas sí hombre probado en civismo y valentía, de que sus sueños revolucionarios habían sido trastocados por la traidora engañifa del canalla Fidel Castro, al que prefiero llamar El farsante más grande del mundo, título de la polémica pieza del dramaturgo irlandés John Millington Synge [1871-1909].

Tras apoyar a la supuesta «Revolución para los humildes» — según el falsario traidor la denominara—, el joven luchador sería condenado a veinte años de prisión, pasando de una a otra de las numerosas cárceles creadas por la tiranía. Así, estaría confinado en La Cabaña, donde sería vejado, como en el Presidio Modelo, de donde sería trasladado de nuevo a La Cabaña, para otra vez ser llevado a la prisión de Guanajay y al Combinado del Este, y de aquí, con otros 99 revolucionarios, a Boniato, donde —a pesar de permanecer «tapiado» en un mínimo espacio sin luz, tan estrecho que no podía ni abrir los brazos— editaba un noticiero de día para que sus compañeros no perdieran la fe en la libertad.

Tan grave situación evocaría a este cronista la ínfima prisión que le asombrara en el ya lejano 1977, durante su recordada visita a la horrenda ergástula polaca de Auschwitz, donde moriría por voluntad propia un querido y respetado sacerdote y mártir, desde entonces venerado por todos en la católica patria del notable cineasta y teatrista Andrzej Wajda y del director del Sindicato Solidaridad y Presidente Lech Walesa.

Dos décadas permanecería Ángel «plantado» en calzoncillos, con otros aguerridos luchadores que se negaban recibir la «dádiva» de vestir el uniforme de presos comunes: tal era su arrojo y valentía. Solo en 1983, sería liberado y partiría al exilio venezolano y luego a Miami, donde continúa hasta el presente su lucha contra el castrismo como dirigente de la organización Plantados.

Mas, si numerosos valores artísticos evidenció este capítulo, no menos incidieron en tales resultados varios actores de primera línea, en primer lugar Héctor Medina, quien incorporó con hidalguía al protagonista real: Ángel, seguido por las breves pero seguras interpretaciones de los experimentados Carlos Cruz, Mijaíl Mulkay, Armando Tomey, Vladimir Escudero y Pedrito del Rosario, todos apoyados por el valioso equipo técnico dirigido por el prestigioso realizador Lilo Vilaplana, quien con Leyendas del Exilio corrobora su probada calidad en Festivales de Cine internacionales.

La intrépida Concha San Gil

Educada con el ejemplo de sus padres canarios en el amor a la patria, en Sancti Spíritus, Concha fue anticomunista desde los doce años, como su aguerrido hermano Tomás, el brazo más fuerte del Escambray, asesinado a los 24 combatiendo el castrismo.

La canónica Concha —que en plena adolescencia fue arrestada por primera vez, a los 14, y con solo 16 sería condenada a la pena de muerte, luego reducida a 30 años y por fin rebajada a diez— estaría confinada en varias prisiones de máximo rigor.

Ambos fueron luchadores de la revolución natural del Escambray, que uniría en causa común a campesinos —cuyo apoyo a la guerra fue decisivo— y propietarios de tierras. Mas Concha, su mayor sostén y jefa de suministros de los alzados, con su peculiar personalidad y dueña de una particular sicología, posee el carisma de los que nacen para luchar contra el mal, cualidad que sigue mostrando a los 72 años.
De tal suerte, en el capítulo desmonta las mentiras contadas por el filme El hombre de Maisinicú, donde el actor Sergio Corrieri caracteriza al cowboy traidor y chivato Alberto Delgado, al que muestra como el héroe que no fue, mientras que los valerosos Emilio Carretero y Cheíto León aparecen como asesinos de la mal llamada Limpia del Escambray: verdadero genocidio contra las guerrillas.

Aún muchos ignoran en Cuba, e incluso en el exilio, la triste verdad: los campesinos alzados que no fueron asesinados por las hordas castristas y quedaron vivos fueron despojados de sus hogares y pertenencias y trasladados a «pueblos cautivos» de Pinar del Río.

En fin, todo al revés por la impuesta mentira castrista que trastoca la verdad: nadie quería el Socialismo estudiado por el tirano en La Prisión Modelo durante su ¿encarcelamiento?, donde viviera como un príncipe y luego negaría en sus interminables discursos desde inicios de la Revolución, cuando lo impondría al pueblo.

Destaco el elenco de este también valioso capítulo, donde descuellan, entre los valiosos intérpretes jóvenes: Dania Monzón en la osada Concha y Frank Egusquiza: su hermano Tomás. Entre los de mayor experiencia, sobresalen Vivian Morales [la madre]; Rosa Paseiro [la carcelera], Orlando Casín [el abogado] y Ariel Teixidó [el militar].

En suma, disfrutamos una vez más por su verdad y calidad estos dos capítulos que suman lauros a la segunda temporada de Leyendas del Exilio, cuyo seguimiento recomiendo, pues ambos echan por tierra las mentiras de la seudohistoria contada desde La Habana, demostrando a todos, por primera vez a nivel internacional, las falacias del régimen comunista que tanto daño ha hecho y continúa haciendo en Cuba, Venezuela y Nicaragua, por solo mencionar a los países que más padecen la maldita plaga del castrismo.

Finalmente, felicito a Lilo Vilaplana y su excelente equipo técnico y artístico por ofrecernos a los cubanos del exilio y, confío que muy pronto igualmente a los de la Isla, los excelentes docudramas de estas ya clásicas Leyendas del Exilio.

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