Como he dicho antes en ocasión de Dile adiós a la Virgen, José Abreu Felippe es uno de esos escritores a la vieja usanza, quizá los únicos escritores que existen, quienes viven no por ni para la literatura sino que sus vidas mismas son la literatura o, al menos, materia prima para la obra literaria, gente rara que se deja la piel, y a veces el alma, en el texto, en la elaboración del texto, quiere decir, de existencias como pretextos.
Y agrego ahora que tres virtudes existen que a mi entender no han de faltar al verdadero hombre de letras: vivencia, videncia y valor para contarla. Bueno, esa trinidad de virtudes adorna al autor del libro de relatos Confrontaciones.
En este breve volumen de trece relatos Abreu Felippe aborda los temas recurrentes de su obra anterior, el amor, la muerte, la vejez, la soledad, el sexo, la violencia, la vida y la transvida (esto último se aprecia magistralmente en el relato Blanco y negro), en fin, los temas trascendentes de siempre que conforman la gran literatura universal, y dentro de esa temática, claro, las particularidades de los subtemas sociales, políticos y religiosos que han tocado, entenebrecido y trucidado el cuerpo, pero sobre todo el alma, del autor.
En Confrontaciones Abreu Felippe puede crear de la nada, o de situaciones anodinas, una atmósfera de ansiedad, suspense y terror; así, en el relato El intruso, un desconocido, un habitante de las calles por más señas, toca en una tranquila noche a la puerta de dos pacíficos hombres modernos, de esos que aún confían que su vida está asegurada en manos de la divinidad estatal, y pide algo de comer y después, por si fuera poco, pasar al baño, en un país y en una ciudad donde, según se lee en el relato Te voy a matar, … ya nadie, ni siquiera la policía, dispara a una pierna o al cuerpo del elegido, no, a la cabeza, preferentemente a la cara, entre los ojos parece ser el sitio ideal.
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