Hará 21 años que salí de Cuba hacia París y no he vuelto. Y cuando quise (2011), el cónsul cubano de Barcelona me lo negó por mi libro Síndrome de Ulises (Linkgua 2004). Entonces me fui a Miami y New York, donde compensé parte de mi nostalgia.
Me he adaptado a no ir a Cuba, a conocer Europa (París, Londres Lisboa, etc) y sobre todo los países ex-socialistas (Praga, Varsovia, Berlín…). Y ha sido fascinante en estos años, además de defender otros derechos al voto y otras libertades también. Sin olvidar escribir y publicar catorce libros. Siendo desde profesor de salsa y recolector de olivas hasta editor, conferencista y parado. Y desde hace 12 años con un corazón fuera del cuerpo: mi hija.
Pero ver lo que ha generado el Movimiento San Isidro en La Habana y en los exiliados y emigrantes fuera de Cuba, me hace feliz, tenga el final que tenga. Algo tenía que despertar a estos cubanos que comenzaron en San Isidro y el viernes se «plantaron» frente al Ministerio de Cultura, si es que se le puede llamar así a un organismo censurador dentro de una dictadura. Guillermo Cabrera Infante le llamaba con razón «Misterio de Cultura».
Nunca he tenido tantas ganas de volver en Navidad a Cuba. Para ser uno más sentado en el contén del barrio, El Vedado, a ver qué pasa. Ya muchos han dado un primer paso. Ahora se están reconociendo. Ahora tendrán que ser fuertes y perder el miedo. Seguro ya la UJC y el PPC estarán organizando actos de repudio, y la Seguridad, cárceles. Eso solo lo detendrán quienes pierdan el miedo que yo tuve una vez.
Lo que más me gusta de San Isidro es que está sembrando algo que vamos a recoger todos. Los de allí, los de aquí a los que no nos dejan entrar y esos que bailan con «Havana de Primera» y son incapaces de dar un like o poner un corazón. Me emociona saber que alguien hace algo por mí sin conocerme.
Fuerza Luis Manuel Otero Alcántara. Fuerza San Isidro. Fuerza a todos los que pueden dar el paso de oponerse a seguir perdiendo libertades en Cuba.