por Francisco Alemán de las Casas
Si los únicos integrantes del grupo Clandestinos ya están en cana, ¿quiénes siguieron manchando los bustos de Martí y las execrables fotos de Fidel Castro con posterioridad a la detención de Panter Rodríguez Baró y Yoel Prieto Tamayo?
Algo no huele bien en esta historia. La artista Ana Olema niega tajantemente las acusaciones del régimen. “A estas alturas es imposible dar crédito a un reportaje hecho por una prensa al servicio de una dictadura, con unos entrevistados que no están siendo entrevistados, sino que, después de días y días bajo interrogatorio en las mazmorras de la Seguridad del Estado, se les obliga, sabe Dios bajo qué amenazas, a decir cualquier cosa”, declaró en Facebook.
Las palabras de Ana son tristemente ciertas. Como exempleado del Instituto Cubano de Radio y Televisión (ICRT), digo, una vez más, que a los medios de comunicación del régimen no se les puede creer ni lo que rezan. Durante los años 90, en pleno “período especial”, vi cómo se fabricaban en el ICRT las disparatadas mentiras del régimen, que luego mis colegas y yo deberíamos leer frente al lente de la cámara o en las distintas estaciones de radio de la isla.
La lista de globos que vi inflar y lanzar desde las antenas de 23 y M, en La Habana, es larga y seguramente algún día me referiré a ello, porque vi de todo: desde la modificación exponencial del número de votantes reales en unas elecciones del Poder Popular a las que nadie asistía, hasta la edición, casi cáustica, de los videos del juicio del general Ochoa.
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