Esto no es Siria. No es Iraq. No es Honduras. Esto es Cuba, la Cuba que heredamos, la que le dejaremos a nuestros hijos, la que le dejarán ellos también a sus hijos.
60 años de dictadura comunista. 60 años de hambre, de terror, de miseria. 60 años de exilio, repudios, encarcelamientos, asesinatos. 60 años de hablar bajito, de virar la vista. 60 años de obediencia, de adoctrinamiento, de represión, de encarcelamientos, de miedo. 60 años de balseros, de muertos en Angola. 60 años de seremos como el Che. 60 años sin leche para los niños. 60 años de derrumbes, de familias divididas, de yogurt de soya. 60 años de chivatos. 60 años de picadillo.
Triste realidad la de esos cubanos y cubanas que, viviendo en la Isla, hacen campaña por el presidente de otro país y se olvidan de nuestra Cuba. Ellos y ellas son en su mayoría los jóvenes que han viajado a otro país y bien saben que aquí nos tienen a todos engañados, los que viven cómodos en su casa. Los que tienen el plato de comida en la mesa, los que tienen dinero para comprarse zapatos. Son los que critican el sistema electoral de EE.UU, pero no reconocen que en Cuba ni siquiera hay democracia.
Ellos son los que ven a sus amigos ser reprimidos y no se inmutan. Los que ven a una niña violada por la policía y no se inmutan. Los que ven a los hombres y mujeres plantados en San Isidro y no se inmutan. Los que ven los edificios derrumbarse y matar personas, y no se inmutan.
No son capaces de decir que este país está mal. Hablan de los presidentes de otros países, pero cuando está en la mesa el tema Cuba se quedan callados y calladas porque ellos “no hablan de política”.
Triste realidad de esos cubanos y cubanas que viven dentro de la Isla y celebran las elecciones del presidente de los EE.UU sin darse cuenta que en Cuba ni siquiera pueden votar, no pueden elegir a sus candidatos. Se quedan callados y calladas mientras el régimen les designa un presidente que es más títere que un muñecón de carnaval. Se quedan callados y calladas sabiendo que en Cuba hay un solo partido y todas las entidades están subordinadas a la cúpula militar implantada por los Castro.
Sí, Cuba, la que heredamos, es también una dictadura militar, con millones de dólares gastados en un ejército que se mantiene activo porque el servicio militar es obligatorio. Cuba, la que heredamos, da asesoramiento militar a otros regímenes políticos, alienta estallidos sociales en Latinoamérica y da refugio a terroristas y asesinos, ejerciendo la injerencia política. Nuestra Cuba es tan imperialista como los EE.UU o Rusia.
Nuestra Cuba, la de la foto, que es la Cuba de hoy, no respeta los derechos humanos. Sí bien fuimos de los países activos para firmar la Declaración Universal de los Derechos humanos en el 1948, y somos un país miembro recién elegido para el Comité Derechos Humanos, por otra parte no hemos ratificado el Pacto Internacional de los derechos Civiles y Políticos de 1966 y tampoco el Pacto Internacional de los Derechos Económicos, Sociales y Culturales de 1975. Y no se han ratificado porque atentan directamente contra todas las leyes espurias impuestas por el gobierno cubano. Ambos pactos ponen en evidencia las deficiencias de nuestra constitución, la que dinamita cada aspecto de los cubanos y cubanas. La que los violenta.
Una constitución a la que le dijimos No más de un millón de cubanos, otros 700 000 se abstuvieron y a la que también le hubieran dicho No los casi 3 millones de cubanos que andan por el mundo.
Una carta magna que solo sirve para perpetuar el poder de un régimen que agoniza mientras trata de resistir a un enemigo fantasma.
Es jodido que esta sea la Cuba que heredamos. Un país amargado, patético, gris.
Una Cuba que 60 años después sigue teniendo como consigna “El patria o muerte venceremos”. ¿Pero venceremos sobre qué? ¿Sobre la miseria, el hambre, los derrumbes y el dolor? Porque eso es todo lo que queda de un país que se hunde sujeto a la asta de una bandera que no tiene viento para hondear y se moja cuando llueve, porque ya nadie la quiere bajar. Qué triste, Dios mío.
Texto ganador (compartido) del concurso Qué pasa Cuba