Julio Antonio Molinete: Los cuatro puntos cardinales

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Un jurado compuesto por los poetas Jorge Olivera Castillo, Víctor Manuel Domínguez García y Rafael Vilches Proenza otorgó este verano el Premio de Poesía ‘Dulce María Loynaz’ 2017 al escritor cubano, residente en Estados Unidos, Julio Antonio Molinete, compartido con Nelton Pérez en Cuba. Se trata, según el periodista y crítico de arte Carlos Pérez, de una poesía «donde los seres amados vienen como en un retrato de lejana época y ocupan el puesto que les corresponde en el presente…», pero también de un poemario «de logros y victorias alcanzadas a través y a pesar del dolor».

El libro será presentado por el también poeta y periodista Jorge Olivera el sábado 9 de diciembre, a las 6:30 p.m., en el VII Festival Vista de Miami (el Miami Hispanic Cultural Arts Center es la sede, en la 111 SW 5ta Ave) y en la segunda mitad de diciembre podrá ser adquirido en la librería más visitada del mundo, Amazon. Molinete tuvo la gentileza de concedernos la siguiente entrevista:

Armando Añel (AA)- Llegaste a los Estados Unidos en el 2007. Diez años de exilio ya. ¿Puedes ofrecernos un resumen de tu trayectoria literaria, creativa, antes y después de salir de Cuba?

Julio Antonio Molinete

Julio Antonio Molinete (JAM)- ¿10 años? ¿No te haz equivocado en la cuenta? (risas) Si te soy sincero, me parece que son apenas 10 minutos, quizá 10 horas. Pero, si me dices que son 10 años, debe de ser cierto. ¿Sabes?… por alguna razón me hiciste recordar al poeta estadounidense Walt Whitman y, como la memoria a veces me engaña, voy parafrasear una de sus citas: “Coged las rosas mientras podáis, raudo el tiempo vuela. La misma flor que hoy admiráis, mañana estará marchita”. Así, en parte, siento el exilio. Y no solo el exilio, también la vida. Somos algo mágico y fugaz, hermoso y etéreo.

Mi abuelo Francisco –inmigrante español– y mi madre, siempre me rodearon de libros. Creo que la poesía siempre estuvo aleteando como colibrí a mi alrededor, pero logró libar algo de forma tardía. El primer poema lo escribí allá por 1984, cuando supe de la muerte de Indira Gandhi. Después en Santa Clara, en la universidad, me acerqué a los talleres literarios, pero con mucha timidez. Al graduarme en 1991, estuve en varios ‘laboratorios’ poéticos en las casas de la cultura en Manzanillo, Bartolomé Masó, Bayamo y Las Tunas.

Cuento corto: en materia literaria, fui un autodidacta. Los talleres literarios me sirvieron de cátedra y fueron la mejor escuela, el mejor jardín.

En 1997, Ediciones Bayamo me incluye en la Antología de poetas cubanos Al sur esta la poesía. Tres años después Ediciones Sanlope publica mi primer libro de poesía infantil En coche por el Arcoíris. Pero antes, en 1999, había ganado el Premio de poesía 20 de octubre con el cuaderno La Piedad se llama Dalila, sin embargo, por cuestiones de presupuestos y escasez de recursos, no ve la luz hasta 2002.

Por esos años ya vivía en Las Tunas, y el apoyo del maestro y amigo Carlos Téllez fue crucial. Siempre enviaba los poemas de los talleristas a revistas, tabloides, periódicos y así fueron saliendo algunos poemas en México (Grupo Cero), España (El Vendedor de Pararrayos), Argentina (Hojas del Caminador) y Ecuador (El Heraldo – Ambato). Durante los 37 años vividos en Cuba publiqué dos libros. Ahora, que vivo en el exilio, en solo 10 años sale Brújula quebrada, creo que me ha ido mucho mejor (risas).

Siempre tuve una sed insaciable de superación. Sobre todo porque –en materia literaria– era consciente de mis errores, debilidades y miedos. Así que, para vencerlos debía estudiar, investigar… y acá tuve esa oportunidad. Fue como en 2008 que supe de la Maestría bilingüe en Creación Literaria que ofrece la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Texas en El Paso. Así que, con mi espanglish con mayor tendencia al span ​que al nglish me embarqué en la aventura del MFA en Creative Writing. Agradezco mucho esa etapa –difícil y hermosa– por momentos pensé que no llegaría a concluir ese máster, pero se pudo en ‘las entrañas mismas del monstruo’ (risas). En estos años salieron algunos poemas en la revista universitaria Rio Grande Review y publiqué un cuento en el proyecto fronterizo BorderSences.

2017 ha sido un buen año, tuve la dicha de ser incluido en la Antología Nueva Poesía y Narrativa Hispanoamérica de Lord Byron Ediciones, en España, y la revista chilena de arte y literatura Verbo(des)nudo, publicó varios poemas míos. Y ahora este premio.

AA- Este es un poemario peculiar, cuya estructura gira en torno a los cuatro puntos cardinales. ¿Puedes abundar en ello y en general en la esencia del libro?

JAM- Brújula Quebrada presenta al hombre como diasporante (esa palabra no existe, eh, es un invento mío). Te explico: el ser humano es un emigrante perenne y vive generalmente esta condición desde la más raigal dicotomía: lo sabe y no lo sabe, lo ama y lo odia, lo goza y lo sufre. Lo asimila sin darse cuenta y, también, lo rechaza.

Somos esa suerte de amasijo biológico-social, andante. La naturaleza (la madre mayor) tasa al individuo para la diáspora. Se manifiesta desde el mismo proceso de la fecundación. Al coincidir e interactuar, ambos desplazamientos –el del óvulo y el espermatozoide– crean un cigoto de esencia intranquila. Nueve meses después ocurre la primera expulsión, el primer exilio, de la patria natural: el vientre materno.

A partir de ese primer grito, del primer respiro, del hambre primera, el ser humano está expuesto a múltiples formas de éxodo. De minuto a hora, de día a año, ocurre una transformación del individuo, una diáspora plural.

Sin embargo, ese ente biológico-social se trastorna durante dicho desplazamiento. Aquí la pregunta sería ¿Por qué el diasporante sufre la diáspora? Cuando madre e hijo se separan físicamente, esa ruptura tiene consecuencias. Y, cada quien, la sobrelleva de diferentes maneras. Por lo tanto, si ese alejamiento es forzoso, es innegable su mal sabor de espíritu. Y eso, precisamente, es lo que pasa con los exiliados.

En sus Reflections On Exile and Other Essays, el crítico y teórico literario palestino-estadounidense, Edward W. Said, tilda el exilio como algo “horrendo”, “producto de la acción de los seres humanos sobre otros seres humanos”. Y ahí es cuando la brújula se disloca, se rompe. Eso lo sabemos los cubanos, los centroamericanos, los suramericanos, los africanos, en fin… la historia del exilio es muy larga.

AA- ¿Por qué el libro comienza en el norte y no en el este?

JAM- Porque es la etapa actual de mi vida. NORTE, la primera parte del poemario, aborda las vivencias de un diasporante en los Estados Unidos. Una etapa de muchos retos. Por un lado, los ya conocidos avatares del inmigrante: idioma ajeno, clima extremo, alimentos diferentes, cultura desconocida, soledad repentina, culpas, dejaciones, discriminación. Y por el otro, el optimismo para salir adelante.

Los poemas aparecen colocados como si la aguja de la brújula oscilara entre el noroeste (NO) y el noreste (NE). O sea, entre el exilio y el momento en el cual decido hacer un cambio de rumbo; entre el exilio y Cuba. Ambos movimientos reflejan el hurgar en esa grieta entre el ser humano y su lugar natal, entre el yo y el verdadero hogar. Como si no pudiera cicatrizar esa herida o superar esa tristeza impuesta por el exilio.

AA- La segunda parte o capítulo es el o-este ¿Por qué? ¿Esto no rompe la lógica de las cosas?

JAM- Ese es el propósito. Estamos en presencia de una brújula rota, quebrada.

Los poemas incluidos en la sección O-ESTE, abarcan una etapa muy breve, intensa y decisiva. Sin lugar a dudas, la más intensa. Un lapso que duró, quizá 1/25 segundos. ¿Qué es esa fracción ante 37 años? ¿En 1/25 segundos puede cambiar todo?

Aquí, trato de reconstruir la palabra oeste. Juego con su fonética “o” y “este”. (¿esto o aquello?). Exploro la posibilidad de hacer varias lecturas. El título o-este, propone tomar una decisión, un cambio de rumbo.

Coincidentemente, el sol se oculta por ese punto cardinal dando paso a la oscuridad, a la noche. Muchas veces, esa es la sensación cuando estamos ante una alternativa; por instantes sentimos la robustez y el frío de la sombra. Somos optimistas o quizá escépticos o tal vez curiosos por ese nuevo día o camino en el horizonte. En esta parte del poemario, repaso las cavilaciones de mi desplazamiento espacial.

O-este, es un canto a la brevedad del dolor, de la felicidad, de las decisiones, de uno mismo, de lo que eres y de lo que no. El poema El instante; la pregunta, incluido en esta sección, trata de mostrar lo que sentí cuando me invadió el gran dilema: ¿me quedo o regreso? Rememora ese soplo electrizante que recorrió íntegramente mi cuerpo. Fue un flashback tras otro y, a la vez, una mezcla de éstos, con ciertas dosis de flash- forward.

AA- ¿Y el SUR cómo encaja en todo esto?

JAM- SUR, la tercera parte del cuaderno, agrupa algunos poemas más recientes. Es una tonadilla a la añoranza. Los recuerdos de un terruño cada vez más distante. Una patria a la que regresar –por el momento– no es una opción ni transitoria ni soñada. Asimismo, santigua algunos rencores, diálogos frente al espejo, posturas irreconciliables. También incluye aquellos olvidos involuntarios debido al paso de los años y algunas verdades todavía latentes en algún lugar de la memoria.

Y antes de que me preguntes por el este, te voy a comentar los motivos por los cuales el libro concluye con la aguja de la brújula en el ESTE; en Cuba, mi punto de partida, tú punto de partida. El este, es el lugar aproximado donde sale el sol cada día y, precisamente, Manzanillo, la ciudad donde llegué al mundo, está en el oriente de la isla. Nótese: la isla de Cuba tiene forma alargada como aguja o llave. Los poemas de esta sección sugieren un andar sobre la aguja de la brújula, una aguja estática, anclada, presa… el ir y venir es lineal, de un lado a otro, sobre los mismos pasos, como quien está acorralado en sí mismo o preso.

Esta cuarta parte refiere instantes del terruño, vivencias compartidas con seres queridos y hasta los favores de algunos verdugos. Rememora el primero de los destierros (el éxodo desde el vientre materno) y algunos posibles detonantes del exilio geográfico.

AA- El vientre materno no nos prepara para venir al mundo. Igualmente, en Cuba nunca se nos preparó para vivir en una sociedad abierta. ¿Puede la poesía amortiguar los sucesivos «golpes que nos da la vida» ya fuera de ese útero?

JAM- La poesía nos salva. Bueno, a mí, en lo particular, me ha salvado. Ha sido, después de mí fe en Dios, la vía para sublimar el espíritu, para aguantar como tú bien dices esos ‘golpes que nos da la vida’.

Y, no, no, una y mil veces no. En Cuba nunca se nos preparó para vivir en una sociedad abierta, porque, lejos de lo que la mayoría de las personas piensan, Cuba no es una sociedad abierta. El ideal político que el régimen cubano defiende está por encima de los principios y valores humanos. Allí la libertad individual se ha pisoteado.

Y lo digo por mí mismo. Desde chico iba a la iglesia y eso acarreó sus consecuencias: preso a los cinco años ¡sí!… a los cinco años. ¿el motivo?… asistir a un retiro en la iglesia de las Asambleas de Dios de la calle Astillero, en Manzanillo. A raíz de eso me abrieron un expediente por proselitismo religioso. ¡Con cinco años! ¡por favor! Me hicieron la vida imposible en la escuela primarias Ángel Verdecia y El Cuartel, desde bajarme las calificaciones hasta golpearme en la boca por cantar el himno nacional. En las secundarias René Ramos Latour y Ramón Paz Borroto, me tenían junto con los niños con problemas de conducta. Fueron incontables los actos de repudios, en una ocasión hasta me escupieron. En el IPU Pacho Rosa, de Campechuela, no fue diferente. Fui a la universidad por el apoyo de algunos compañeros de salón y, aunque tenía buen promedio académico, me asignaron la carrera que ‘necesitaba la revolución’. En la Universidad Central de Las Villas, un profesor de Filosofía me hizo la vida ‘de cuadritos’ y ¿qué decir de la doctora que impartía Doctrinas Económicas? Y no es paranoia. Hace una semanas visité en Nueva Jersey a una de las niñas que estuvo presa junto conmigo, ¿sabes lo que me dijo? La profesora Lourdes comenzó a ir a la iglesia y nos pide perdón por todo lo que nos hizo pasar. Recientemente, mi primo Moisés, que ahora vive en Chile, me hizo un comentario similar con respecto a otra maestra cuyos ojos verdes parecían bolas de fuego cuando nos atacaba verbalmente por ser un ‘aleluya’. El colmo de los colmos, en primer año de la carrera, mí padre me echó de su casa por ser ‘religioso’… y mejor no te cuento lo vivido a partir de ese momento. El comunismo es eso, el exterminio de la libertad individual.

Cuando llegas a un país con ‘libertad’, es difícil entender y adaptarse a muchas cosas. A veces, esa misma libertad te asfixia, te golpea. Y, entonces, vas poco a poco, paso a paso adaptándote a otro aire, a otro jardín de flores, porque –entre otras coas– como dice Whitman, raudo el tiempo vuela.

AA- ¿Algún mensaje que quisieras hacer llegar a tus colegas, o a los lectores en general, tras la obtención del Premio de Poesía ‘Dulce María Loynaz’ 2017?

JAM- Para responderte –y si me lo permites– regreso a la frase de Whitman: “Coged las rosas mientras podáis, raudo el tiempo vuela. La misma flor que hoy admiráis, mañana estará marchita”. El poeta no lo menciona, pero leyendo entrelíneas sabemos que para cortar las rosas en ocasiones nos herimos las manos; sin embargo, eso no debe detenernos. En honor a la verdad –después de espinarme muchas veces, de sentir ráfagas de ‘no’, de mojarme bajo lluvias de burlas o de bullying– jamás pensé obtener un premio de poesía como el ‘Dulce María Loynaz’. Hoy me siento afortunado, siento humildad y gratitud.

Postdata:
Julio A. Molinete, además, ha sido co-guionista y co-director de la serie documental Molinos; de los documentales Tambú Luá; Ay Tunas, quiéreme mucho; Añoranza; Manatí y el Príncipe del danzón. Fue director y guionista del programa de ciencia y técnica Redes de la TV Cubana. Trabajó en El Diario de El Paso; las televisoras Tunasvision, Univision 26 y SOiTV; en las estaciones de radio KXPL La Voz (Universal Network) y MVS Internacional.
Es acreedor de los premios nacionales Caracol UNEAC, Televisión Cubana, Espiral, 26 de Julio, Hormigo, Catedral de La Habana, Primero de Mayo, Caracol Santiago, Taguabo y otros. En los EEUU fue nominado, como productor, en los premios Emmy’s en 2016.

Armando Añel
Armando Añel
Escritor, editor, zensicólogo. Ghost Writer. Entre los años 1998 y 2000 se desempeñó como periodista independiente en Cuba. Tras recibir el premio de ensayo anual de la fundación alemana Friedrich Naumann, con la revista Perfiles Liberales, en febrero del año 2000 viajó a Europa, donde residió en España e Inglaterra hasta radicarse en Estados Unidos en 2004. Tiene una docena de libros publicados. Dirige Neo Club Ediciones y es uno de los coordinadores del proyecto Puente a la Vista y del Festival Vista.

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