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Presentan en La Habana poemario de Doribal Enriquez

Doribal Enríquez e Ivette Fuentes durante la presentación. Foto: cortesía de Vladimir Sierra

 

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Los pianos son muy caros, del poeta y narrador Doribal Enríquez, Premio Internacional de Poesía Latin Heritage Foundation (2011), fue presentado el pasado 29 de abril en el Aula Magna del Centro Cultural Padre Félix Varela, antiguo Seminario San Carlos.

El poemario publicado por Neo Club Ediciones como parte del proyecto Puente a la Vista, fue presentado por la doctora Ivette Fuentes de la Paz, directora de la Cátedra de Estudios Culturales Vivarium.

«En su puntual intervención, la también directora de la revista Vivarium destacó los valores estético-artísticos y ético-humanistas en que se estructura dicho volumen; texto que fuera objeto de un riguroso análisis crítico realizado —desde una óptica eminentemente objetivo-subjetiva— por la investigadora», apuntó el crítico y periodista Jesús Dueñas Becerra.

Doribal Enríquez e Ivette Fuentes durante la presentación. Foto: cortesía de Vladimir Sierra

«El autor hizo uso de la palabra para referirse —a vuelo rasante— a las motivaciones que le aguijonearan el intelecto y el espíritu para llevar ese libro a la letra impresa, así como a las características generales, estructura y contenido de la obra presentada en esa ocasión», añadió Dueñas Becerra.

«Ivette Fuentes, Richard Manso y Vladimir Sierra, junto a Doribal Enríquez, leyeron fragmentos de Los pianos son muy caros mientras la violinista Yarelis Oliva Pérez, discípula del taller «Padre Ángel Gaztelu», cerró la actividad con un concierto que acarició la mente y el alma del público presente», precisó.

Jorge Olivera

Jorge Olivera Castillo

 

El escritor Jorge Olivera Castillo, autor del poemario Quemar las naves (Neo Club Ediciones), responde las cuatro preguntas esenciales de nuestra página, una manera práctica de profundizar, con el autor, en su obra y sus experiencias:

Puente a la Vista (PV): Cuéntenos sobre sus inicios en la literatura. ¿Qué le impulsó a escribir y cuáles fueron sus primeros textos?

Jorge Olivera Castillo (JOC): Primero fue la pasión por la lectura desde mi niñez. Más tarde, en mis años juveniles, escribí algunos textos que compartía con mis amigos. Lo que definitivamente me motivó a dedicarme por entero al acto de escribir poemas y cuentos fue la estadía en la cárcel, desde marzo de 2003 hasta diciembre de 2004, como parte del Grupo de los 75.

Me vi obligado a crear mundos alternativos, a través de la ficción, cuando estuve cerca de nueve meses en una celda de aislamiento en la prisión de Guantánamo, a 1000 kilómetros de mi lugar de residencia. Así que los primeros textos fueron poemas que logré sacar subrepticiamente de lo que aún considero una parcela del infierno.

PV: Defina o mencione brevemente, por favor, aquello que los lectores descubrirán, o conocerán, a través de sus libros.

Jorge Olivera Castillo

JOC: En mis libros los lectores tendrán acceso a una interpretación literaria de hechos que me han causado y me causan alguna o mucha impresión. Y en este espacio cabe el amor, la incertidumbre, el cuestionamiento de la realidad que nos circunda, el pesimismo, la ilusión , en fin, todo lo que tiene que ver con la vida, en este caso bajo la sombra de una dictadura.

Gran parte de mi obra está marcada por esa circunstancia que me ha tocado vivir, que incluye el encarcelamiento por criticar a cara descubierta al modelo que nos impusieron, literalmente a punta de pistola, delaciones, actos de repudio, interrogatorios, juicios sin garantías y campañas de desprestigio entre otros procedimientos no menos hostiles.

 

PV: Mencione tres autores o libros que considere fundamentales o que lo hayan inspirado o influido durante su trayectoria creativa.

JOC: Obviamente que son más de tres, pero en la no muy extensa lista puedo mencionarte a Edgar Allan Poe, Emily Dickinson y Jorge Luis Borges.

PV: ¿A partir de las nuevas teorías cuánticas según las cuales la esencia del universo no es la materia ni la energía, sino la información, estamos a punto de descubrir que la vida es literatura?

JOC: Pues creo que sí, la vida es literatura, el hecho está en que moldear el conjunto de realidades que nos acompañan en nuestro peregrinar por este mundo, bien con versos o través de la prosa, no es coser y cantar. Se trata de un privilegio, un estado de gracia, algo así como un sexto sentido.

Jorge Olivera Castillo (La Habana, 1961). Periodista, editor y escritor. Premio Nacional de Literatura Independiente de Cuba ‘Gastón Baquero’, obtuvo una beca en la Universidad de Harvard en el 2009, a propuesta del English PEN. Entre otros, tiene publicados los libros “Confesiones antes del crepúsculo” (2005), “En cuerpo y alma” (2008), “Cenizas alumbradas” (2010), “Sobrevivir en la boca del lobo” (2012), “Tatuajes en la memoria” (2014) y “Antes que amanezca y otros relatos” (2010). Fue condenado a 18 años de cárcel en la «Causa de los 75» por ejercer el periodismo independiente. Actualmente se encuentra bajo «Licencia Extrapenal» por motivos de salud.

Carlos Alberto Montaner

Carlos Alberto Montaner

 

El escritor Carlos Alberto Montaner, autor de La mujer del coronel responde las cuatro preguntas esenciales de nuestra página, una manera práctica de profundizar, con el creador, en su obra y sus experiencias:

Puente a la Vista (PV): Cuéntenos sobre sus inicios en la literatura. ¿Qué le impulsó a escribir y cuáles fueron sus primeros textos?

Carlos Alberto Montaner (CAM): Desde muy niño supe que deseaba escribir en los diarios. Probablemente fue la influencia de mi padre. Luego, en la post adolescencia, soñaba con escribir ficción. Comencé a hacerlo a los 25 años. Primero publiqué un libro de cuentos llenos de humor negro, titulado Póker de Brujas. Inmediatamente después publiqué unos monólogos, a mitad de camino entre el teatro y las narraciones. Por esa época enseñaba un curso de teatro en Puerto Rico. No suelo incluir mi primer libro, Los combatientes. Son poemas que carecen de valor.

Carlos Alberto Montaner

PV: Defina o mencione brevemente, por favor, aquello que los lectores descubrirán, o conocerán, a través de sus libros.

CAM:Son muy diferentes. Como narrador quiero entretener al lector (Póker de Brujas), angustiarlo (Perromundo, mi primera novela), entristecerlo (Otra vez adiós, novela), estimularlo (La mujer del coronel, novela con elementos eróticos), arrastrarlo a la vorágine política (Tiempo de canallas, thriller). Son muchos libros, unos 28. Me fascina la historia, me interesa la economía y en el ensayo siempre trato de responder una pregunta terrible: ¿por qué nos va tan mal en América Latina?

PV: Mencione tres autores o libros que considere fundamentales o que lo hayan inspirado o influido durante su trayectoria creativa.

CAM: Valle Inclán con Tirano Banderas, las Obras completas de Ortega, que me leí con fruición, y Socialismo de Ludwig von Mises.

 

PV: ¿A partir de las nuevas teorías cuánticas según las cuales la esencia del universo no es la materia ni la energía, sino la información, estamos a punto de descubrir que la vida es literatura?

CAM:No creo. La vida es un curioso proceso de oxidación de la materia. La literatura es una de las formas de entretenimiento que tenemos en lo que se produce ese fenómeno de oxidación. Los escritores, los payasos, los músicos, nos dedicamos a entretener a las gentes. Los nuestros son oficios modestos.

Carlos Alberto Montaner ( La Habana, 1943). Escritor y periodista. Ha publicado alrededor de treinta libros, varios traducidos al inglés, el portugués, el ruso y el italiano, entre ellos las novelas ‘La mujer del coronel’, ‘Otra vez adiós’ y ‘Tiempo de canallas’. La revista Poder lo ha calificado como uno de los columnistas más importantes en lengua española, y en 2012 Foreign Policy lo eligió como uno de los 50 intelectuales más influyentes de Iberoamérica. Recientemente Neo Club Ediciones reeditó su libro de ensayos ‘Cuba: Claves para una conciencia en crisis’.

Rebeca Ulloa

Rebeca Ulloa

La escritora Rebeca Ulloa, autora de Cuerpo a cuerpo (ilustrado por Aristides Pumariega), responde las cuatro preguntas esenciales de nuestra página, una manera práctica de profundizar, con la autora, en su obra y sus experiencias:

Puente a la Vista (PV): Cuéntenos sobre sus inicios en la literatura. ¿Qué la impulsó a escribir y cuáles fueron sus primeros textos?

Rebeca Ulloa (RU): Siempre fui lectora empedernida, quizás hasta enfermiza. A los doce o trece años ya me había leído muchas obras clásicas, así que muy temprano empecé a tener deseos de escribir. Leía tanto que cuando mi madre me enviaba a algún mandado a casa de mi hermana mayor, yo me llevaba mi librito escondido y debajo del farol de la esquina me paraba y leía un poco. Mi familia decía que me iba a atrofiar; por suerte, creo que no ha sido así. ¿O será que sí? Mi madrina contribuyó mucho en mi formación, para cada fecha importante me regalaba un juguete junto a un libro. Ella solía hacerme historias de la familia, al igual que mi padre, que me contaba leyendas urbanas como si le hubieran ocurrido a él. Creo que ese ambiente me llevó a que en una libreta del colegio intentara escribir lo que yo, toda presumida y creída, llamaba “novela”. Solo recuerdo que el personaje se llamaba Teresa. También, bajo la influencia de Ana Frank, llevaba mi propio diario. Ya en la secundaria, leía en los actos mis propios versos, y a mis quince años recibí mi primer premio nacional. Después vendrían otros reconocimientos a cuentos y ensayos de crítica literaria e investigación. Trabajé muchos años para la radio y la televisión, sobre todo escribiendo guiones. Recibí muchos premios en concursos radiales, pero el más importante fue en 1997, el premio Caracol a la mejor versión radial de Eva Luna, de Isabel Allende. Creo que escribir para los medios ha influido determinantemente en mi forma de hacer literatura. Me gusta ser directa: poca adjetivación, mucha acción. Para la radio, escribí una novela policiaca, Extraña obsesión, sin narrador; fue un interesante experimento y hoy estoy escribiendo, a partir del tema radial, mi primera novela en serio.

Aunque mis primeros intentos fueron en poesía, no se me da bien. Me siento más confiada y segura en la narrativa. Me encanta el género cuento y es el que más he cultivado y, por supuesto, publicado. Me encanta la cantidad de cosas que pueden decirse y aun más, que pueden sugerirse, en pocas cuartillas. Cómo se puede recrear la realidad literaria al contar una historia, traspasando lo puramente anecdótico. Si leer es una maravilla, escribir lo es aún más. Muchos hablan de una voz divina que dicta al oído, yo creo en una voz interior que como algo mágico se apodera de tus sentidos. Los personajes cobran voz propia, y en ocasiones dicen y hacen lo que no habíamos previsto para ellos en la trama. A mí me gusta, cuando escribo, tener bien definido el final, pero me pasa con frecuencia que la lógica, o no sé cómo llamarlo, me lleva a otro desenlace. Aprendí a no ir en contra de lo que te va pidiendo la misma trama que uno se ha planteado, pero que luego toma el derrotero más inesperado y contribuye a lo que me encanta, que son los finales sorpresa: confieso que a veces hasta me sorprendo yo.

Rebeca Ulloa

PV: Defina o mencione brevemente, por favor, aquello que los lectores descubrirán, o conocerán, a través de sus libros.

RU: Siempre he pensado que leer es como asomarse a muchas ventanas del mundo. Que leer nos sirve para comprender mejor el mundo en que habitamos. Dicen que si se quiere estudiar la sociedad burguesa francesa, no hay como asomarse a la novelística de Honoré de Balzac, y es que un escritor no separa su obra del mundo que conoce, que le preocupa, o del mundo con que sueña cada día. Creo que en mis libros el lector puede asomarse a la ventana del mundo en que vivo yo y vivió mi generación, claro, a la parte de esa vida que yo conozco. Mi libro de cuentos cortos Cuerpo a cuerpo ha tenido buena crítica y los comentarios que me han hecho muchas personas es que les recuerda su propia adolescencia, y es que en esos cuentos, las historias casi todas, tienen un punto de anclaje con mis primeras experiencias juveniles. En esos cuentos dejo caminar un poco el erotismo que había frenado durante mi vida de niña educada en la moral católica y medio burguesa. Quizás, al leer los cuentos, algunas mujeres sienten también que rompen ataduras, y eso que aún siento que no he podido soltar todas las amarras de mi educación, un poco mojigata. Creo que quienes leen mis libros descubren personajes, amores y emociones que posiblemente alguna vez también han experimentado. Nada es más intenso que la vida misma, solo que en la literatura esa vida se magnifica, se dramatiza, se complejiza. Es como si el escritor encontrara los puntos “G” de la historia. Espero que también disfruten estéticamente, porque me gusta que mi narrativa sea fresca, fácil de leer, que no provoque que el lector tenga que buscar un diccionario o pararse a ver qué le quieren decir. Las historias me salen del corazón. Digamos que luego les pongo lo que me gusta llamar “corazón literario”.

PV: Mencione tres autores o libros que considere fundamentales o que la hayan inspirado o influido durante su trayectoria creativa.

RU: Difícil determinar cuál autor, cuál libro, me ha marcado más. Creo que todo lo que he leído me ha ido dejando una huella imborrable. En realidad creo que la literatura que he consumido durante mi vida, toda la literatura rusa, la literatura española e inglesa, y muy especialmente la literatura hispanoamericana de la década del 60 al 70 del siglo XX. Y me atrevería a decir que muchos de los libros de mis contemporáneos, de mis amigos, han ido conformando mi manera de escribir. Pero, intentando contestar la pregunta, menciono estos autores, sin que el orden en que aparecen tenga alguna significación o jerarquía:

-Edgar Allan Poe con Los crímenes de la calle Morgue

-Alejo Carpentier en su primera etapa, con Los pasos perdidos, El reino de este mundo, Viaje a la semilla y El siglo de las luces

-Gabriel García Márquez con su narrativa, pero sobre todo con su novela cumbre Cien años de soledad, a la cual acudo siempre como si fuera la cartilla que me enseñó a leer

PV: ¿A partir de las nuevas teorías cuánticas según las cuales la esencia del universo no es la materia ni la energía, sino la información, estamos a punto de descubrir que la vida es literatura?

RU: La verdad no entiendo mucho de las teorías cuánticas, por no decir nada. Pero sí estoy segura de que la vida y la literatura se interrelacionan a tal extremo que muchas veces no se pueden establecer los límites entre lo que es la realidad, digamos, del medio en que se vive, y la realidad literaria. Inclusive, resulta que al público casi siempre le gusta más que tú, como escritor, le inventes un final feliz a la historia a que cuentes cómo es la anécdota en verdad. Por ejemplo, en mis cuentos generalmente los amores no llegan a concretarse, y siempre me preguntan por qué. Además, ni en la misma vida que vivimos todo es cierto. Si hacemos un experimento en el que varias personas presencien un hecho, al preguntarles a los testigos, para sorpresa nuestra, cada uno nos contará algo diferente, percepciones distintas que responden a un montón de factores. Hay varios libros –y recuerdo ahora, de Eduardo Heras León, Los pasos en la hierba– donde se cuenta la misma historia pero desde tres puntos de vista diferentes, y aun cuando el final es el mismo la trama, en cada caso, destaca, altera o elimina algunos hechos. Cuando uno se lee las memorias de García Márquez y su novela Cien años de soledad, es difícil descifrar dónde está lo que pudiéramos llamar la “realidad de verdad” y esa “realidad literaria”. Tenemos que concluir que tanto una como otra son realidades. De manera que yo diría que no solo estamos a punto de descubrir que la vida es literatura, sino que también “la literatura es vida”.


Rebeca Ulloa (Guantánamo, 1949) es narradora, periodista, guionista de radio y televisión, promotora, productora cultural, crítica y ensayista. Técnica en informática, fue profesora universitaria y asesora de tesis de grado de la Facultad de Comunicación Social (Colombia 1998-2008). Es también curadora y ha obtenido numerosos lauros y reconocimientos por su obra literaria y radial. Su primer premio literario lo recibió a los 15 años de edad. Ha publicado varios libros con la coautoría del maestro Arístides Pumariega.

 

Luis Pérez de Castro

Luis Pérez de Castro

 

El escritor Luis Pérez de Castro, autor de Estos silencios. Estas palabras (Neo Club Ediciones), responde las cuatro preguntas esenciales de nuestra página, una manera práctica de profundizar, con el autor, en su obra y sus experiencias:

Puente a la Vista (PV): Cuéntenos sobre sus inicios en la literatura. ¿Qué le impulsó a escribir y cuáles fueron sus primeros textos?

Luis Pérez de Castro (LPC): Puede resultar impreciso nombrar fechas, pero sí podría decir que mis inicios en la literatura fueron tempranos. Apenas cursaba el cuarto grado y, estando en casa de uno de mis tíos, vi un libro que me llamó poderosamente la atención. Fue así que descubrí a Nicolás Guillén. Confieso que la lectura de ese primer libro me estimuló a seguir leyendo cuanto me encontraba o recogía por los caminos, porque recogía todo lo que contuviera letra impresa. Y así, un día me sorprendió la noche bajo la luz de una lámpara de petróleo inventándome historias que, otro día también impreciso, arrojé al inodoro. Esos fueron mis inicios allá, en Barrigona, un barrio perteneciente al municipio San Luis, Pinar del Río, donde pasé mi primera niñez; no tan feliz, por cierto, pero que marcó y de qué manera lo que sería mi vida.

Estoy convencido de que, a partir de ese día –no decidí, ya que apenas era un niño–, el destino, de existir, puso el signo de la escritura sobre mí.

El cúmulo de las experiencias son las que llevan al hombre –o mujer– a manifestarse, de una manera u otra, en la vida. Las imágenes desgarradoras de mi madre con su carácter irascible, las de la abuela con un tabaco al lado de la boca e impartiendo órdenes y la del tío Eduardo con su uniforme verdeolivo, la pistola makarov ajustada a la cintura y su andar autoritario entre las paredes de tabla y bajo el guano que cobijaba mi casa y, unido a ello, como he dicho en otras ocasiones, las arenas del camino que bordeaban precisamente esa casa de la infancia, el pantano de Benito, los viejos en el portal de la tienda mal llamada del Pueblo, la ciudad de Santa Clara con su parque Vidal habitado por el trinar de los pájaros, sus calles empedradas, atiborradas de huecos y salideros de agua por doquier, así como las distintas prisiones donde por azar o inexperiencia –no reniego de ello por lo que significaron en mi vida– trabajé, son los distintos escenarios que recreo en mis libros.

Son estos pueblos y sus gentes los que me impulsaron, y aún me impulsan, a escribir, los que cohabitan en mis libros.

Mis primeros textos fueron, en cuento, Nostalgias del cíclope, Ed. Libre Idea, DF, México, 2004. Después llegaron, también en cuento, Mientras arde en silencio mi voz, Epístolas de un loco, infantil, Rapsodia del erudito, Hansel, infantil, y en poesía Confesiones del Abad, Testimonio del Pagano, Ultimo e-mail inédito de Faulkner y Como un manso animal, entre otros.

PV: Defina o mencione brevemente, por favor, aquello que los lectores descubrirán, o conocerán, a través de sus libros.

LPC: Fundamentalmente historias de vida que en ocasiones parecerán crudas, pero es la realidad. Pues para mí, como escritor y ser que sufre por cuanta sombra le acecha, no hay mejor tema que la propia vida. Por eso prefiero escribir sobre la cotidianidad, sobre las relaciones humanas, sobre todo lo que acontece en el hombre.

La dinámica que hoy nos impone la vida es violenta, cada vez más árida, más alejada de los verdaderos sentimientos que deben habitar –y una vez habitaron– al hombre. Por eso son recurrentes en mí el tema del amor, la familia, la infancia, los valores humanos en toda su dimensión, alejado de toda esa retórica discursiva que tanto dolor nos causa.

PV: Mencione tres autores o libros que considere fundamentales o que lo hayan inspirado o influido durante su trayectoria creativa.

LPC: Misión difícil, ya que son tantos los que van dejando una herida, una huella, pero para estar en paz no solo contigo, también conmigo, me quedo con los norteamericanos Walt Whitman, William Faulkner y Ernest Hemingway, y con los cubanos Eliseo Diego y José Lezama Lima. Claro, sin deshonrar los demás.

PV: ¿A partir de las nuevas teorías cuánticas según las cuales la esencia del universo no es la materia ni la energía, sino la información, estamos a punto de descubrir que la vida es literatura?

LPC: La vida no es más que un libro, por cierto, muy bien escrito, aunque siempre existan los que quieran emborronar cuartillas. Por lo que considero estar muy alejado de descubrimientos y falsos chovinismos sobre la posible (in)evolución o no del hombre como ente literario –o metáforas en un paisaje atiborrado de malos entendimientos.

No podemos olvidar que la humanidad entera se nutre de imágenes, de encuentros y desencuentros que la pueden hacer disentir. Y he aquí la palabra clave, mantener bien alejada toda creación literaria, que no es más que la propia vida, de la tiranía del número contable, ya que en esta era de cambios donde la (de)construcción del paradigma desde una conceptualización que, más que incorpórea, se nos presenta desde una corporalidad diariamente cambiante, resurge la figura del fantasma de la tiranía del número contable como única propuesta, o salida, de aquellos sujetos, y dígase también sistemas, que han visto pulverizados sus sueños y aspiraciones.

Por lo que, en mi criterio muy particular, la vida, esta única que Dios nos concedió, es pura literatura. Solo que debemos evitar que alguien, no importa quién y bajo qué preceptos, nos quiera imponer la tiranía del número contable, emborronar sus cuartillas.

Luis Pérez de Castro (Pinar del Río, Cuba 1966) es historiador, abogado, narrador, poeta, crítico literario. Ha publicado, entre otros, los libros de cuentos ‘Nostalgia del cíclope’ (Ed. Libre Idea 2004), ‘Mientras arde en silencio mi voz’ (Ed. Capiro, 2006) y ‘Epístolas de un loco’ (Ed. Mecenas, 2007), y los poemarios ‘Confesiones del Abad’ (Ed. Matanzas, 2005) y ‘Testimonio del pagano’ (Ed. Unicornio, 2007). Ha obtenido, entre otros, los premios Mercedes Matamoros, 2003; Félix Pita Rodríguez, 2006; Farraluque, 2007, y el Primer Accésit certamen de relato breve LGTBI, Premios Lorca (España, 2013). Reside en Cuba.

Armando de Armas

Armando de Armas

 

El escritor Armando de Armas, autor de Los naipes en el espejo (Neo Club Ediciones), responde las cuatro preguntas esenciales de nuestra página, una manera práctica de profundizar, con el creador, en su obra y sus experiencias:

Puente a la Vista (PV): Cuéntenos sobre sus inicios en la literatura. ¿Qué le impulsó a escribir y cuáles fueron sus primeros textos?

Armando de Armas (AA): Mi primer texto fue un infame libro de relatos que terminé quemando precisamente por infame; destruir el cuerpo para salvar el alma como estimaban los sabios del Santo Oficio. Luego vino La tabla, novela que finalicé en Cuba en 1990 pero que vine a publicar 18 años después en España, en 2008. He padecido la censura pura y dura en la isla y la impura y dulce en el exterior. Ya he contado en otro sitio que me crié cerca de Santa Clara; un sitio, por así decirlo, fuera del tiempo, de la historia. En el que los muertos y los vivos, la realidad y los sueños, se interrelacionaban en un maridaje sin rupturas; crecí oyendo historias de aparecidos y tesoros escondidos, de bandoleros y piratas, historias a las que se daba tanta credibilidad como a las historias de una realidad escabrosa, marcada por peleas de gallos, incestos, raptos de mujeres y duelos a machete, además del trabajo cotidiano y embrutecedor.

La historia irrumpió una noche, mi madre embarazada de mí, en que asaltaron la casa los terroristas del 26 de julio, y le pusieron una pistola en la sien a mi padre para quitarle una escopeta 16 de dos cañones; mi madre por poco aborta…

Mi abuelo paterno con ocho años fue mensajero de las tropas de Máximo Gómez durante la invasión al occidente de la isla, durante la Guerra de Independencia. Me contaba muchas historias sobre la guerra, sobre el horror de la guerra. Un hombre temible mi abuelo José de Armas, pero me regaló mi primera bicicleta, de la marca Niágara americana. Conocí otro veterano de la independencia, hizo la invasión a las órdenes de Gómez con el grado de sargento. Había matado varios hombres, en la guerra y después durante la República. Él me curó el asma, un infierno el asma, la medicina no pudo y aquel hombre, blanco y de ojos azules, que se había iniciado en la regla de Palo Monte con los congos insurrectos, me curó. En mi casa no había libros, es más, leer era una actividad sospechosa. Aunque agradezco a mi madre que me regalara Simbad el marino, relato legendario conocido debido a Las mil y una noches, obra a la que no pertenecía en origen pero a la que se incorporó entre los siglos XVII y XVIII. También un primo presidiario me regaló un libro de poemas, Duro oficio el exilio, del poeta y dramaturgo truco Nazım Hikmet Ran. Fueron mis primeros libros, además de la Biblia.

Mi abuela materna había sobrevivido la reconcentración del general español Weyler en la mencionada guerra e integrado después las células de acción del ABC contra el general Machado. Mandaba a sus hijos a poner bombas, a volar puentes. Me contaba esas cosas. María Quintana era una mujer recia, pero dulce. Recuerdo un caballo de madera, mi Clavileño, que ella misma confeccionó y talló para regalármelo. Ningún caballo súper tecnológico de Disney World   le supera en encanto. De ella escuché las historias de Genoveva de Brabante, Tirante el Blanco, Amadís de Gaula y el Cid Campeador, historias que para ella eran todas verídicas. Es curioso, ya hombre, vi a dos presidiarios que, retándose a muerte, escupían parrafadas enteras de La Iliada de Homero, uno en el papel de Aquiles y el otro en el de Agamenón, ambos analfabetos totales.

Armando de Armas

Es como si yo, en plena mitad del XX, tuviera el privilegio de experimentar lo que sería el origen mismo de la literatura, su oralidad; ver que la vida no sólo influía en la literatura, sino que la literatura de insospechadas maneras influía también en la vida, y más extraño aún, el privilegio de ver cómo determinaba en las vidas de los seres más alejados del intelecto (mucho más que en las vidas de la gente que se tiene por culta), puesto que para ellos la literatura era realidad histórica, no ficción.

Toda esta vitalidad anómala, más el aprehender la novelística de la caballería y la picaresca, la simbiosis del pícaro y el caballero en el Siglo de Oro Español, es lo que vengo a reconocer como el fundamento de mi formación de escritor. Pero empecé a escribir tarde, como a los 28, pues paradójicamente para poder escribir hay que haber vivido mucho y a la vez dejar de vivir, nadie escribe mientras folla, o se fuga, o pelea o se adentra en las nieblas del alcohol, y hay que parar eso, ese accionar, aunque sea momentáneamente, para acometer el acto de la escritura, y yo no quería parar lo primero para entrar en lo segundo, dejar de vivir para narrar lo vivido, que eso, para mí, es esencialmente la escritura: vivencia recreada. Bueno, hasta que me obligaron. Una noche recibí en una reyerta un tajo de 22 puntos en mi hombro derecho que me mandó directo al hospital y allí, sin otra opción, empecé a escribir, garrapatear, relatos con la mano izquierda. Aunque también, he de confesar, ni allí dejé de vivir lo que pude, pues con la misma izquierda tocaba las lindas nalgas a la enfermera que diligente me atendía. La muchacha se enamoró de mí y después, apenas recuperado, me regalaba pomos de alcohol de 90 grados para que siguiera viviendo, tomando, y después contarlo. A pesar del toqueteo de nalgas y de los pomos de alcohol fue un amor platónico, creo que la enfermera temía al escritor o a lo que vivía el escritor para después contarlo; a lo que venía convoyado con el escritor. Temía a la vida del escritor, que era una vida cercana a la muerte; quizá la única vida posible. Siempre me surge la pregunta, la duda: ¿he vivido lo que he vivido porque lo he buscado para escribirlo, o lo vivido viene a mí para ser escrito?

 

PV: Defina o mencione brevemente, por favor, aquello que los lectores descubrirán, o conocerán, a través de sus libros.

AA: En la ensayística encontrarán el desmontaje despiadado de los mitos disfuncionales de la modernidad al uso. En la narrativa, la recreación de los mitos fundacionales y cosmogónicos reflejados dentro de la existencia individual. En la ensayística desmitifico la realidad mientras en la narrativa mitifico la realidad.  En ambas cuento, canto, la experiencia de vida en dos niveles diferentes.

PV: Mencione tres autores o libros que considere fundamentales o que lo hayan inspirado o influido durante su trayectoria creativa.

AA: La Biblia (sobre todo el Antiguo Testamento con sus batallas y su erotismo), la Ilíada de Homero y las novelitas de pistoleros de la conquista del oeste americano, que vine a leer inmediatamente después de la Biblia, Simbad el marino y Duro oficio el exilio.

PV: ¿A partir de las nuevas teorías cuánticas según las cuales la esencia del universo no es la materia ni la energía, sino la información, estamos a punto de descubrir que la vida es literatura?

AA: Estamos a punto de redescubrir lo que ya sabían las grandes religiones de la más remota antigüedad, que la vida es Espíritu manifestado, que la vida y la literatura son una expresión del Espíritu.

Armando de Armas (Santa Clara, 1958). Escritor y periodista. Ha publicado, entre otros libros, las colecciones de relatos “Mala jugada” (Miami, 1996) y “Carga de la caballería” (Miami, 2006), la novela “La Tabla” y el libro de ensayos “Mitos del antiexilio”, traducido al italiano por el sello Spirali. Su penúltimo título publicado, “Caballeros en el tiempo”, fue editado por Atmósfera Literaria en  Madrid. Reside en Miami.

José Hugo Fernández

José Hugo Fernández

El escritor José Hugo Fernández, autor de Los jinetes fantasmas, responde las cuatro preguntas esenciales de nuestra página, una manera práctica de profundizar, con el autor, en su obra y sus experiencias:

Puente a la Vista (PV): Cuéntenos sobre sus inicios en la literatura. ¿Qué le impulsó a escribir y cuáles fueron sus primeros textos?

José Hugo Fernández (JHF): Mis primeros textos deben estar perdidos, a Dios gracias, en los archivos de los Talleres Literarios de la segunda mitad de los setenta, en La Habana, si es que aún existen. A diferencia de otros, para mí aquella fue una etapa triste y desalentadora. Aunque, vista desde hoy, pienso que pudo reportarme algún beneficio. Pues me ayudó a identificar tres de los principales defectos personales con los que tendría que lidiar por el resto de mi vida: 1) el rechazo a cualquier tipo de taller o clase formal o norma con los que se pretenda enseñarte a ser escritor. 2) Mi carácter resueltamente antigregario. 3) Mi convicción de que el oficio literario se ejerce y sólo se disfruta plenamente si estás en soledad.

PV: Defina o mencione brevemente, por favor, aquello que los lectores descubrirán, o conocerán, a través de sus libros.

JHF: Los personajes de mis libros suelen ser como yo, alegres perdedores. Inadaptados que no quieren o no pueden renunciar a serlo. Es todo cuanto descubrirán en ellos los lectores. Si acaso podrían constatar, además, lo divertido que nos resulta ser alegres perdedores.

PV: Mencione tres autores o libros que considere fundamentales o que lo hayan inspirado o influido durante su trayectoria creativa.

JHF: Dostoievski, Faulkner, Juan Carlos Onetti, Borges, Virgilio Piñera… De los cinco, sólo he seguido leyendo a Piñera. Entre los que más leo hoy, John Banville, Don DeLillo, Fleur Jaeggy, Roberto Bolaño… Mi lista de los fundamentales (y de relecturas permanentes) sería muy larga. Empezando por los poetas, Edgar Lee Master, Ezra Pound, Rimbaud…

PV: ¿A partir de las nuevas teorías cuánticas según las cuales la esencia del universo no es la materia ni la energía, sino la información, estamos a punto de descubrir que la vida es literatura?

JHF: Las nuevas teorías cuánticas constituyen singulares fuentes de inspiración para la literatura. Pero la vida no es literatura. Y lo celebro. La literatura tiene sus fronteras bien delimitadas en tanto códigos y técnicas de la creación de obras escritas en prosa o en verso. Cualquier cosa que se narre no es literatura, aunque hoy muchos lo crean así. La vida es un gran fardo de misterios, más y menos insondables, que sobrepasan con mucho las fronteras de la literatura, lo cual es una suerte para quienes nos dedicamos al quehacer literario.


José Hugo Fernández (La Habana, 1954) es escritor y periodista. Durante la década de los años 80, trabajó como periodista para diversas publicaciones en La Habana, y como guionista de radio y televisión. A partir de 1992, se desvinculó completamente de los medios oficiales y renunció a toda actividad pública en Cuba. Tiene 17 libros publicados. Actualmente reside en la ciudad de Miami.

 

Luis Jiménez Hernández

Luis Jiménez Hernández

Luis Jiménez Hernández, autor de Cómo se mata a un toro y otros cuentos responde las cuatro preguntas esenciales de nuestra página, una manera práctica de profundizar, con el autor, en su obra y sus experiencias:

Puente a la Vista (PV): Cuéntenos sobre sus inicios en la literatura. ¿Qué le impulsó a escribir y cuáles fueron sus primeros textos?

Luis Jiménez Hernández (LJH): Hay varias etapas que se definen en mi vida como comienzos, quizás sean distintos puntos de partida. No lo sé. A los cuatro años mi madre me llevó a un concurso de lectura para niños de siete años y resulté ganador. Después llegué velozmente a los once años y creí firmemente que era Edgar Allan Poe. Aun con aquellas traducciones terribles que ahora reconozco, se estimuló mi proceso creativo y comencé a escribir cuentos de misterio y horror, hasta llegar a una pausa extendida cuando a los trece años me leí toda la obra de Alejo Carpentier. Carpentier trajo a mi vida el silencio, El reino de este mundo fue para mí un golpe más grande en medio de la cara que el golpe recibido después por el Siglo de las Luces. Ni Los miserables me hicieron tanto daño, quizás porque siempre me conmovieron más las historias que las descripciones o qué se yo. Esa rabia visceral de los personajes de la época dorada francesa tenía algo que no me convencía del todo. De alguna manera solo recuerdo con ese brillo inmenso a Papa Goriot. En fin, callé por años hasta que no sé cómo aparecieron César Vallejo y luego Juan Rulfo y recomencé a escribir sin grandes hazañas, pero con grandes aspiraciones.

La segunda parte de mi despertar literario fue la poesía… «Oye, hermano, no tardes en salir. Bueno… Puede inquietarse mamá». Desgarró algo dentro de mi alma, algo que sabía yo que me rondaría como un ave de rapiña hasta el día de hoy. Luego llegó la conciencia, el cuchillo atroz con que nos amenazamos de una vez y por todas, el ego que nos mantiene activos y alertas. Con el déficit de papel de baño existente en mi país comprenderá usted que todos esos primeros textos, que eran más de dos mil cuartillas entre cuentos, poemas, ensayos o cuasi ensayos, anotaciones, etc., fueron a parar al toilette. Por decirlo de forma decente, mi voz me hizo pasar raya, borrón y cuenta nueva. Un acto de reconciliación con el yo artístico, el ente inestable que habita en el alma de los poetas. Rocé muchas veces el borde del cuchillo literario, premios, menciones, concursos, artefactos demoniacos y la llegada de los eventos literarios nacionales, las conferencias sobre escritura creativa y experimentación poética que impartía en el más atrás. Otro retorno al toilette y de ahí un primer libro con decoro y con mucho SA UM que sigue inédito: La suma. La suma es un recorrido por mi universo como yo lo conozco, el despegue de los puntos de encuentro entre la poética y la ciencia. La corroboración de que los márgenes fronterizos literarios no existen. Sí, definitivamente en esta «novena temporada» estos son los primeros textos, los menos queridos, la eyaculación evolutiva de la consciencia poética donde me deslindé de aquellos sueños de Annabel Lee.

PV: Defina o mencione brevemente, por favor, aquello que los lectores descubrirán, o conocerán, a través de sus libros.

LJH: Al ser humano y su animalidad. Definitivamente eso es lo que descubrirán apenas abran mis libros de cuentos. Luego, si van en busca de la poesía, encontrarán ese mundo que mis ojos de poeta ven, lo que ven mis ojos de informático, lo que ven mis ojos como un sacerdote de IFA, ese amor por la naturaleza conocida y la desconocida. Podría decir, para concluir con esta pregunta, se rasgan de mis temblores de alma que transmuto en versos enemigos, parafraseando a mi poeta favorito, Ángel Escobar.

PV: Mencione tres autores o libros que considere fundamentales o que lo hayan inspirado o influido durante su trayectoria creativa.

LJH: Tres autores es muy poco para considerar fundamentales, pero lo intentaré al menos tratando de ser justo.  El misterio no me abandonó, lo reencontré en otra forma a través de la poesía de César Vallejo, que me golpeó duramente como ser humano y como aspirante a poeta, que es lo que sigo siendo. Aunque como todos intento decir que soy poeta, aunque no sirva de nada pues los poetas no ganan dinero –no es un título mobiliario, no nobiliario, la mayor parte de las veces ni casa tenemos–, todos reclaman el título para sí. Entonces, con la intención de convertirme en un hacedor de versos, encontré el asidero en la poesía del peruano, al que todos golpeaban en la cara y que moriría en París con aguacero. Y luché, luché como un desquiciado para despegarme de él, soltarlo, dejar que se hundiera en el fondo de sus penas y su vida ahogada en el sabor incierto del tungsteno, y lo abandoné porque hay poetas que, aunque los ames, matan. Y esa era la historia atroz que me atormentaba día y noche no hasta el poyo de mi casa sino hasta la puerta del patio donde horas y horas me sentaba a pensar en aquellos poemas horribles que embellecían mi existencia de púber poeta. Luego la desgracia fue mucho peor cuando aterricé en La tierra baldía y de esto no quiero enumerar una letra. T. S. Eliot es el poeta que más ha marcado mi obra después de Vallejo, anoto que la lista es inmensa, pasando por Seamus Heaney, Derek Walcott, Jhon Kinsella y hasta la mismísima madre de los tomates literarios. Cuando ya había depurado mis versos, apareció el demonio terrible de Ángel Escobar con aquellos poemas diabólicos (maravillosos) de Abuso de confianza, y regresé al hueco de la muerte literaria y más poemas corrieron nuevamente al toilette y la familia fue feliz de tener más papel. Aunque a veces leían hasta los invitados y, de soslayo, decían «qué cosas tan raras escribe su hijo, Milagros».

Lo fatal es el cernícalo, el ave cruel que ronda sobre esas ideas fijas del suicida.

Mi poesía entró en crisis emocional y vomité Soren Kierkegaard a trocha y mocha, me convertí otra vez en un existencialista de mierda, un loco que se embarraba de Lezama y de tantas cosas con el buen cocer de la dramaturgia. Poemas hilvanados con un hilo más terrible que el de Ariadna, sin laberintos ni bailes espantosos sobre los toros de Minos, ni el dios terrible de dos patas que estremecía las paredes. Así que un buen día en la mañana, creo que al comienzo de la novena temporada que no respondía con ningún amor hacia la nada literaria, tuve la idea más brillante de todas (claro, no era yo el primero, ni el segundo, ni el tercero, pero sí el único). Mezclé la poesía con la ciencia, como Velimir Klebnikov, dejé fluir mis experiencias en telecomunicaciones, admiré la belleza de mi entorno, la amasé y le di un nombre, un escenario, una fábrica, un Ave y se convirtió en La suma, que originalmente se llamó La suma de lo innombrable. Ese día salió de mi vida para siempre el cernícalo.

PV: ¿A partir de las nuevas teorías cuánticas según las cuales la esencia del universo no es la materia ni la energía, sino la información, estamos a punto de descubrir que la vida es literatura?

LJH: Sí, cuando en estos tiempos horribles y caóticos para algunos, maravillosos para mí, descubrimos la internet, las leyes de la física cuántica, los sistemas complejos, los fractales matemáticos y no reaccionamos, es porque nuestros ojos no han logrado acaparar lo que es importante. Es cierto que uno ha de darle importancia a las cosas que la merecen y esta nueva poética no solo de la información, sino de La suma de lo innombrable, es a lo que debemos prestar atención. Existe porque es su momento y así se manifiesta de forma amplia, como mismo se expande el universo. Ésta es la época en la que los científicos se convierten en poetas y los poetas aprenden a admirar más allá de las lecturas y los brillos de las lentejuelas literarias. Coincido cien por ciento con esto que me preguntas, porque hay muchísimas formas de leer el universo y así es como lo visualizo. Las personas, por desgracia muchas, solo ven lo que tienen delante, pero hay más, mucho más. Tanto, que hace algunos años ya tuvimos a John Cage y a Marcel Duchamp, a Albert Einstein, a Tesla y hasta a Lucky Lou.

Luis Jiménez Hernández nació en Cuba en 1978. Es poeta, narrador y ensayista. Director y fundador de la revista digital Zektorzero, ha obtenido varios premios nacionales e internacionales. Textos suyos han aparecido en Argentina, México, España, Nicaragua y Cuba, en publicaciones como la revista Crítica, de la Universidad Benemérita de Puebla, La Gaceta de Cuba, MarcaAcme y otras. Reside en Estados Unidos.

Belkis Perea

Belkis Perea

 

Belkis Perea, autora de Crónicas de guayaba y queso (con portada de Omar Santana y prólogo de Denis Fortún), responde las cuatro preguntas esenciales de nuestra página, una manera práctica de profundizar, con el autor, en su obra y sus experiencias:

Puente a la Vista (PV): Cuéntenos sobre sus inicios en la literatura. ¿Qué la impulsó a escribir y cuáles fueron sus primeros textos?

Belkis Perea (BP): Mis primeros textos aparecieron cuando aprendí a leer y escribir a los siete años. Me gustaba la historia y sobre todo las composiciones sobre un tema X que mandaban de tarea. Luego, en la escuela secundaria, escribía cartas de amor de mis amiguitos a sus novias (aún lo hago)..

PV: Defina o mencione brevemente, por favor, aquello que los lectores descubrirán, o conocerán, a través de sus libros.

BP: Hasta ahora he escrito mucho sobre mi cultura, específicamente mi país, Cuba, su idiosincrasia, su alegría y su drama. Pero ahora estoy en otro proyecto que mezcla la ciencia ficción con un mensaje de paz y amor.

 

PV: Mencione tres autores o libros que considere fundamentales o que la hayan inspirado o influido durante su trayectoria creativa.

BP: Alejandro Dumas, Isabel Allende, José Martí.

PV: ¿A partir de las nuevas teorías cuánticas según las cuales la esencia del universo no es la materia ni la energía, sino la información, estamos a punto de descubrir que la vida es literatura?

BP: No creo, la literatura es para contar la historia de la vida o para prevenirla quizá. Podemos crear desde nuestra imaginación, pero siempre hay un precedente histórico, literario o familiar que lo sustenta. Yo diría que en vez de la vida ser literatura más bien la literatura es la vida.

Belkis Perea nació en La Habana, en la barriada de Luyanó. Estudió en el ISPLE (Instituto Superior de Lenguas Extranjeras). Trabajó dos años como profesora de idioma ruso en la Academia de Idiomas Abraham Lincoln, de donde fue expulsada por tramitar su salida definitiva del país. Mientras esperaba la visa, que demoró siete años, trabajó como modelo, bailarina figurante y publicista. En 1987 llega a Miami, donde se ha establecido. Publicó su primer libro en 2011, ‘Relato en tres tiempos’, y con Neo Club Ediciones en 2014 ‘Crónicas de guayaba y queso’. Ha participado en varias exposiciones colectivas de artes plásticas.

Lilo Vilaplana

Lilo Vilaplana

 

El cineasta Lilo Vilaplana, autor de La muerte del gato y otros cuentos (Neo Club Ediciones), responde las cuatro preguntas esenciales de nuestra página, una manera práctica de profundizar, con el autor, en su obra y sus experiencias:

Puente a la Vista (PV): Cuéntenos sobre sus inicios en la literatura. ¿Qué le impulsó a escribir y cuáles fueron sus primeros textos?

Lilo Vilaplana (LV): Siempre me gustó leer, no me acostaba sin leer. El dinero que mi padre me daba para la merienda diaria yo me lo gastaba en libros. Siempre estaba a la caza de las novedades que llegaban a la librería de mi pueblo natal; en ese momento mis preferidos eran Dumas, Verne y Salgari. En una ocasión decidí escribir una historia pero se me hacía más cómodo e interesante colocar el nombre del personaje delante de lo que decía y sentí que había creado un estilo, así escribí mi primera obra. Un día en la televisión en Cuba estaban transmitiendo, en el espacio de aventuras, a Guillermo Tell, y fui a la librería a buscar el libro para saber en qué se iba a terminar. Lo encontré y descubrí entonces que Friedrich Schiller “escribía como yo”. Empecé a buscar autores “que escribieran como yo” y así me tropecé con Shakespeare, Moliere, Lope de Vega, Tennessee Williams, Eugene O’Neill, Arthur Miller, Sófocles, Pirandello… descubrí el teatro. Empecé escribiendo teatro… Participé en varios eventos de talleres literarios y algunas de mis obras fueron llevadas a escena. Luego empecé a escribir cuentos.

 

PV: Defina o mencione brevemente, por favor, aquello que los lectores descubrirán, o conocerán, a través de sus libros.

LV: La literatura para mí es una necesidad de contar historias para denunciar lo que sufre el pueblo cubano, para que no quede en el olvido esta etapa triste y difícil que nos ha tocado vivir. No concibo escribir sin denunciar a la dictadura de Castro en Cuba, porque creo que el mundo debe conocer la verdad. Ya Castro la contó a su manera y muchos le creyeron. Es un deber con mi pueblo contar estas historias como son.

PV: Mencione tres autores o libros que considere fundamentales o que lo hayan inspirado o influido durante su trayectoria creativa.

LV: Siempre esta pregunta es difícil, porque se quedan muchos fuera o después te acuerdas de otros que son muy importantes y en el momento de responder no te pasaron por la cabeza… Pero te cuento que Hamlet, de Shakespeare, La montaña mágica de Thomas Mann y Don Quijote de la Mancha, de Cervantes.

PV: ¿A partir de las nuevas teorías cuánticas según las cuales la esencia del universo no es la materia ni la energía, sino la información, estamos a punto de descubrir que la vida es literatura?

LV: Lo es. La vida es literatura…

Lilo Vilaplana (Nuevitas, Cuba, 1965) es maestro, director, productor y guionista. En televisión ha dirigido exitosas series como ‘El Capo’, ‘Dueños del paraíso’, ‘Arrepentidos’ y ‘Sin retorno’, entre otras.  También ha dirigido telenovelas como ‘La dama de Troya’, ‘Un sueño llamado Salsa’, ‘La traicionera’ y ‘El pasado no perdona’, entre muchas otras. Sus cortometrajes ‘Agrypnia’, ‘La muerte del gato’ y ‘La casa vacía’ han participado en importantes festivales internacionales, como ‘The short film corner’ en Cannes. ‘Agrypnia’ obtuvo el premio al mejor cortometraje de América Latina en el FICABC, festival de España. Las obras bajo su dirección han sido galardonadas en festivales como el India Catalina de Colombia y ha recibido premios al mejor director en varias oportunidades. Ganó el Premio Emmy al mejor programa de habla no inglesa en prime time de EE.UU. Como director de teatro, ha llevado a escena textos clásicos y contemporáneos. Realiza talleres para actores y directores y también ha dictado diplomados en Dirección de Actores. Su libro ‘Un cubano cuenta’ fue editado en Colombia y República Dominicana. Relatos suyos han aparecido en importantes revistas, como la Hispano Cubana en España.
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