El proyecto Puente a la Vista y sus amigos convocan al Premio de Ensayo ‘Carlos Alberto Montaner’ 2019, que se regirá por las siguientes bases:
1- Podrán participar en esta convocatoria todos los ensayistas cubanos residentes en Cuba o fuera de ella.
2- Cada autor concursará con un ensayo o conjunto de ensayos de tema libre, originales e inéditos, con una extensión no menor de 80 cuartillas ni mayor de 200 (de alrededor de 30 líneas cada cuartilla), quedando excluidos aquellos que hayan sido premiados en cualquier otro certamen.
3- El original irá firmado con el título de la obra y el nombre del autor, haciendo constar en un documento aparte el nombre completo, dirección, teléfono, correo electrónico y currículo.
4- El libro con el ensayo o los ensayos se presentará obligatoriamente por correo electrónico, en formato Word y sin ningún tipo de ilustración. Se adjuntarán dos archivos en el mismo correo: uno para el libro, que deberá ir identificado con el título de la obra y el nombre del autor, y uno aparte con los datos señalados en el punto 3º de estas bases, identificado solo con el nombre del autor. Las obras deben ser remitidas al email [email protected] con el asunto o encabezamiento CONCURSO DE ENSAYO 2019. De enviarse con otro asunto o encabezamiento en el email, serán descalificadas.
5- Las obras o ensayos presentados al concurso no podrán estar comprometidos para publicación ni participación en otro certamen. La utilización de formatos PDF u otros que no sean Word, o de ilustraciones junto a los textos, implicará la descalificación de la obra.
6- A los autores se les comunicará su participación en el concurso a través de su correo electrónico, a manera de confirmación tras recibirse sus obras.
7- Se otorgarán dos premios, uno a un ensayista cubano residente en Cuba y otro a un ensayista cubano residente fuera de Cuba. El premio en metálico de 500 dólares será único e indivisible en ambos casos e implicará, además, la publicación de la obra por Puente a la Vista Ediciones –con todos los derechos cedidos al autor de la misma– y 10 ejemplares gratuitos.
8- El plazo de admisión de los ensayos a concurso cierra el 15 de octubre de 2019. Los resultados se darán a conocer en diciembre de 2019 o enero de 2020 en diversas publicaciones de temas cubanos. Los organizadores no mantendrán correspondencia con los participantes y solo se dirigirán a los ganadores para anunciarles el resultado.
9- El jurado que analizará las obras en concurso estará integrado por ensayistas, críticos y editores radicados en la Isla y el exterior. Tras anunciarse los dos ganadores, se dará a conocer su integración.
10- El jurado podrá interpretar las bases. El hecho de participar implica la total aceptación de las mismas. Cualquier situación no prevista será resuelta por los organizadores.
El reciente fallo de un tribunal contra el abogado, periodista independiente y poeta Roberto J. Quiñones Haces, certifica la línea ascendente de los actos punitivos del Estado cubano dirigidos a mantener, a cualquier precio, los pilares del totalitarismo.
Quiñones había
realizado la cobertura periodística del juicio celebrado a dos pastores
cristianos, quienes fueron condenados a prisión por educar a sus hijos mediante
el sistema homeschooling (educación en casa). Por este motivo, es decir, por
cumplir con su deber profesional, Roberto Jesús fue sancionado a un año de
trabajo correccional con internamiento.
El CEAC llama la
atención sobre esta venganza contra un periodista independiente. Hechos como
este se han venido sucediendo en el país durante años, en los que disímiles personas
han padecido prisión, amenazas, detenciones ilegales, actos de repudio, golpizas,
allanamientos, entre otros eventos represivos, por el simple delito de ejercer
libremente derechos fundamentales.
Pese a ello, el Gobierno cubano continúa sin tener límites burlándose impunemente de las denuncias de los organismos internacionales de derechos humanos. Por lo que, mientras la comunidad internacional mantenga su silencio, queda abierta la posibilidad de que otros corran la misma suerte.
Asimismo, el CEAC condena firmemente cualquier procedimiento que atente contra la integridad física y psicológica de personas comprometidas en la defensa de derechos considerados inalienables por las Naciones Unidas.
Demandamos la libertad de Roberto Jesús Quiñones Haces y de todos los presos políticos que sufren el rigor de un desproporcionado sistema carcelario compuesto por más de 200 prisiones y campos de trabajo.
Jorge Olivera Castillo (Presidente del CEAC). Ángel Santiesteban Prats (Vicepresidente del CEAC).
El escritor, abogado y periodista independiente Roberto Quiñones Haces fue condenado este miércoles 7 de agosto “a un año de privación de libertad sustituido por trabajo correccional con internamiento, durante un juicio efectuado en el Tribunal Municipal de la ciudad de Guantánamo, Cuba, por el delito de Resistencia y Desobediencia”, informó Cubanet.
Quiñones planea apelar la sentencia y tiene hasta el próximo lunes como plazo. Luego, según informa la propia página de asuntos cubanos, el Tribunal Provincial tomaría hasta diez días para darle una respuesta definitiva.
“Roberto de Jesús Quiñones ha sido sancionado a un año de prisión correccional con internamiento”, expresó la activista y escritora Yoaxis Marcheco Suárez en Internet. “Les recuerdo que Quiñones es un laico católico que brindó su solidaridad a la pareja de pastores Ramón Rigal y Adya Expósito, injustamente encarcelados por pretender ejercer el derecho que como padres tienen de dar a sus hijos el tipo de educación que crean pertinente”.
“Quiñones intentó llegar al juicio de los pastores y fue detenido con violencia por la Seguridad del Estado”, abundó Marcheco. “Sin embargo, se le ha acusado a él de ‘resistencia y desobediencia’. Seamos solidarios y repliquemos esta noticia, que el mundo sepa de las arbitrariedades del castrismo. Nuestro apoyo a Roberto de Jesús y a todos los presos políticos”.
“Está sucediendo: la represión se ensaña con más encono sobre los periodistas independientes”, expresó la también periodista Miriam Celaya González en Facebook. “Hoy es nuestro colega Roberto el que envían a la cárcel sin haber cometido delito alguno. Mañana puede ser cualquiera de nosotros. Cree la dictadura en su ciega prepotencia que con esto nos van a acallar. No saben cuántas voces saldrán por cada una que intenten silenciar. ¡Recuerden cuánto nos multiplicamos después de la Primavera Negra!”.
En el año 2014, Neo Club Ediciones publicó en Miami, con portada del pintor cubano Casimiro Gonzalez, el libro La chica de nombre eslavo, de Roberto Quiñones Haces, presentado por el Instituto Patmos en una Feria del Libro Independiente organizada en Caibarién, Cuba, en 2015.
Un avance de ‘Delante de las espadas’, el próximo y primer disco del escritor y compositor Jorge Olivera en colaboración con el rapero Osvaldo Navarro (NavyPro).
Tres temas que combinan diferentes géneros musicales en un espacio común de independencia creativa. Proyectando el mensaje de liberación de la sociedad civil cubana.
Libertad para Pupito en Sy. Libertad para Maykel Osorbo.
A la vieja frase de «los árboles no dejan ver el bosque» habría que añadir otra: «hay libros tan buenos, que matan a su autor».
La obra come al padre. O por lo menos lo oculta, se coloca por delante, como un paraban, y se roba la cámara y la primera página. Si quien la escribió alcanza a presenciar el parricidio, posiblemente acaba por arrepentirse de aquel éxito que ha matado no sólo al padre, sino a todos sus otros hijos. A Zorrilla en vida lo aplastó Don JuanTenorio. Después de muerto, el personaje siguió vivo y coleando todavía.
Recuerdo la cólera con que Enrique Larreta hablaba de La gloria de Don Ramiro hacia el final de su vida. «Es una cruz que llevo encima desde hace mucho tiempo –decía–. ¡Nadie le hace caso a mis otros libros!». Otro tanto pudieron decir Ricardo Güiraldes, Rómulo Gallegos, Juan Ramón con su Platero a cuestas, y un buen número de autores cuyos nombres fueron sustituidos por los de los hijos de su invención. Paradójicamente, a la manera de Unamuno, puede afirmarse que los personajes de la fantasía sacaron de la escena al autor del drama acaso porque en realidad el autor no existía hasta que no puso en pie al personaje. La ficción acaba casi siempre por vencer a la realidad.
Pienso en Cirilo Villaverde y en su hijita llamada Cecilia Valdés. Para siempre se ha quedado reducido o aprisionado un hombre de tanta imaginación, de tanta obra bella, entre las páginas de una novela que sí, posiblemente sea su mayor logro, pero no es justo recordar al gran pinareño solo por la estupenda pintura de la sociedad cubana de su tiempo hecha de mano maestra en La Loma del Angel.
Es cierto que esa novela figura, o debe figurar, entre las primeras, si no la primera en su género en toda la América de habla española. Esto, si nos referimos a la publicación de la primera parte. Porque es bien sabido que Villaverde tuvo una vida tan agitada y tan llena de inseguridad –como a Martí, el patriotismo lo embriagaba– que solo cuarenta años después de publicada la primera parte escribió y publicó la segunda. Un lapso de cuarenta años en literatura suele ser fatal para la fijación de prioridades.
Pero el valor de Cecilia Valdés no es de cronología, sino de sociología, de historia novelada. El tema del incesto era casi obsesivo para Villaverde, porque desde sus años juveniles escribió cuentos con este asunto como nudo de la narración. Los méritos literarios en sí de la obra están más que estudiados, y yo diría (si no hay alguna perrita chihuahua que me muerda) que están bastante exagerados. En lo literario en sí, yo encuentro en la obra de Villaverde muchas páginas verdaderamente excepcionales. Es a eso a lo que me refería al comenzar, y es para decir esto, precisamente, para lo que tecleo estos renglones. Villaverde como pintor del paisaje cubano, de la prodigiosamente bella naturaleza de Pinar del Río, es insuperable. Uno realmente viaja con él. Y esto no tanto en su deliciosa Excursión a Vuelta Abajo como a lo largo de cuentos y novelas suyas opacadas o totalmente borradas por la figura de Cecilia.
Lo que pretendo con estas pocas líneas es llamar la atención hacia el otro Villaverde, hacia el autor de El penitente, El espetón de oro, que parece un cuento de Horacio Quiroga o de Ventura García Calderón, de La peineta calada, en torno a Plácido el peinetero; La joven de la flecha de oro, la breve población de personajes retratados en Dos amores, donde por ciertos rasgos psicológicos parece estar en la casa de Bernarda Alba. A quienes el morbo «les va», como dicen en España, el Villaverde menor les ofrece un banquete. Ese mundo atroz es también muy del guajiro cubano.
Es muy rico y sustancioso el cuerpo literario extra-cecilia que guarda en sus baúles Cirilo Villaverde. Él mismo habló de sus lecturas de Walter Scott, de Manzoni, de Chateaubriand, de modo que no hay que romperse la cabeza buscándole antecedentes y guías. Como escritor de raíz, hacía suyo lo que asimilaba, lo que aprendía, añadiendo siempre lo propio, ese punto personal que aflora cuantas veces topamos con alguien, novelista, pintor, músico, que sabe apoyarse en los hombros de un maestro para dar su propio salto, su palabra personal y propia.
1) Lo más elemental: escribir poemas. La calidad se consigue después. Eso sí, independientemente del poema.
2) Afíliese a un gremio literario –si es oficialista mejor.
3) Haga relaciones con escritores, poetas e intelectuales influyentes; pero, sobre todo, con críticos literarios y académicos.
4) Invite a esos colegas influyentes a almorzar, para que así pueda demostrarle su empatía cuando emitan sus opiniones políticas y de otra índole. Es importante que desde un principio coquetee con sus preferencias estéticas y sexuales. Hágase amigo de ellos lo más íntimamente posible.
5) Nunca diga su verdad: sólo la dicen los locos, los niños y los borrachos (no se emborrache por el momento).
6) Capte cuál es la tendencia que une al círculo literario con el que usted se codea. Déjese llevar por la misma; que su singularidad sea lo suficientemente gregaria para que goce de la aceptación del grupo.
7) Haga mucho ruido: escándalos en su vida personal relacionados con su adicción al sexo, al alcohol y las drogas, o cometa algún acto delictivo o de extrema irreverencia. Esto le creará un aura, una mística. De lo contrario, sea el acólito de algún dictador o régimen totalitario, escríbale unas cuantas loas y asegurará todo tipo de gratificación mefistofélica.
8) Afíliese también a un partido o movimiento político que esté de moda. Demuestre un activismo que le otorgue ciertas prebendas para que así pueda viajar, conceder entrevistas, dictar conferencias y conocer a personalidades influyentes en todo el mundo, y, sobre todo, para que su nombre acapare los titulares de la prensa de tal forma que nadie dude que usted es una figura pública y, por supuesto, mediática.
9) Llegado este punto, usted está apto para participar en un concurso literario y ganar un premio importante.
10) Y ahora que usted reúne todos los requisitos que lo avalan como un poeta bueno y reconocido, lo único que tiene que hacer es seguir escribiendo más poemas. Eso sí, nunca olvide que la calidad es independiente del poema, y que muchos de sus admiradores, lectores y exégetas han elevado su obra a imagen y semejanza de estas instrucciones.
Diana Castaños, escritora y narradora cubana, autora de Yo sé por qué bala la oveja mansa, entre otros libros, responde preguntas esenciales de Puente a la Vista: una manera práctica de profundizar, con la creadora, en su obra y sus experiencias:
Puente a la Vista- Cuéntanos sobre tus inicios en la literatura. ¿Qué te impulsó a escribir y cuáles fueron tus primeros textos?
Diana Castaños- Mi vocación es un tirón de la sangre. Mis padres, los dos, adoraban la literatura. Son escritores en sí mismos, aunque nunca consideraron la carrera profesional. Ven a la literatura como una amiga más que como una profesión. Y me regalaron esa amiga.
No recuerdo un momento en que no haya existido literatura en mi vida: Mi mamá me enseñó a escribir y leer cuando yo tenía tres años. Cuando, a los seis, empecé la escuela, ya sabía todo el contenido. La escuela me fue siempre extremadamente fácil. Dedicaba todo mi tiempo a leer, entonces. (Y sé que suena como a una niña apartada de todos, a quien le hacían bullying y demás. Pero jamás tuve ningún problema con los niños. Yo adoraba la escuela. Adoraba a mis compañeros de aula. Y ellos me adoraban a mí. Solían pedirme que les leyera mis historias, todo el tiempo).
Como Scherezada hizo con el sultán, cada noche -invariablemente- mi papá me contaba fragmentos de historias cuyo final no terminaba, a propósito. Me decía: «si quieres saber el desenlace de esta historia, tienes que leer al autor». Y ya el libro de ese autor me estaba esperando, sobre mi mesita de lectura.
Mis primeros textos: Tendría yo unos cuatro o cinco años. Hice un intento de novela sobre unas niñas a las que se les cuestionaba merecer convertirse en adultas. En la historia, crecer era el premio. Era unos esbozos precarios, con marcadas influencias de Charles Dickens.
PV- ¿Qué verán los lectores en sus libros?
DC- “Hay alguien caminando por la calle. Hay personas en la calle. Hay alguien que te gusta. Te das vuelta en la esquina. Y allí está. No hay otra manera de verlo. Ella es la idea. Estás enamorado. Y ella es la historia” (David Lynch).
Por ejemplo, Yo sé por qué bala la oveja mansa (Bokeh, 2019) muestra un matriarcado. Así: ex profeso. Este es, en gran medida, un libro eco de cómo funciona mi familia, donde los hombres son apaciguadores, bellos y dulces como tiernos cristales de colores. Y las mujeres -yo incluida- somos arrebatadoramente fuertes. Mujeres audaces, que saben quiénes son y enfrentan sus miedos. Mujeres que incluso si no saben dónde van, saben que van en camino.
Claro que esa novela es, en cierta medida, autobiográfica. Lo cual no quiere decir que me haya sucedido. En Yo sé por qué bala la oveja mansa cuento mi historia, aunque los hechos que narro nunca me sucedieron.
Es una obra absolutamente personal y es en parte un homenaje a la familia tan audaz que tengo. Porque cada personaje de esa obra es un familiar mío. Tengo una familia muy pintoresca; por sí sola da para varios libros.
Te cuento como escribo. Yo cojo un sentimiento, el que más fuerte esté en mi vida en ese periodo, el que más me cueste enfrentar, y lo pongo en la página en blanco. Lo dejo caer. Fíjate que tiene que ser un sentimiento. No puede ser una emoción, que se irá en cuestión de horas. Tiene que ser algo que esté en efervescencia dentro de mí por años de años. En otras palabras, bienvenidos los traumas de la vida. Bienvenidos los sinsabores, todos.
Todo es material para mi escritura. Todo escrutinio, toda rotura, toda yo. Quizás por eso, ahora que lo he descubierto, me siento mucho más corajuda en la vida.
PV- ¿Puede mencionar tres autores o libros que considere fundamentales o que le hayan inspirado o influido durante su trayectoria creativa?
DC- Las separaciones entre artistas siempre me parecen graciosas. Las personas que escogen la creatividad hablan todas un mismo lenguaje. Yo encuentro inspiración en todo tipo de arte.
Por ejemplo, en…
Edward Hopper, porque provoca que una sueñe y se asombre.
Francis Bacon, porque hay tormento en su trabajo, ¡pero es un tormento tan hermoso!
Jimi Hendrix, porque él y su guitarra son absolutamente uno.
PV- A partir de las nuevas teorías cuánticas según las cuales la esencia del universo no es la materia ni la energía, sino la información, ¿estamos a punto de descubrir que la vida es literatura?
DC- La vida es la suma de las partes. A veces, más que la suma de todas las partes. Océanos de consciencia pura.
PV. ¿Rituales, rutinas?
DC- Yo siempre he escrito; y mucho. No necesito una rutina para escribir. Escribir siempre se acomoda con lo que sea que haga en mi vida en esos momentos. ¿O era viceversa? Lo que sea que haga en mi vida en esos momentos se acomoda con mi escritura, que es como decir, se acomoda conmigo.
Sí ha habido ciertos rituales de perpetuación de esa rutina de escribir:
Cuando era niña, escribía desde el balcón de mi casa, que estaba frente al mar. O en el arrecife que separa al mar -literalmente, ¡qué afortunada soy! – de los límites de la casa. Era leer ahí todo mi tiempo libre, terminar el libro, llenarlo de besos y empezar otra vez. Y así. Y escribir luego, cualquier idea o historia que ese libro hubiera despertado en mí. O escribir lo que el libro no despertó y yo hubiera querido que hiciera.
Cuando era adolescente, solía caminar desnuda y descalza (lo de descalza lo vuelve más audaz, creo) por los arrecifes puntiagudos del mar que bordea Flores (en Playa, La Habana), en las madrugadas. Me gustaba pensar que me volvía entonces una con la naturaleza. Y luego de esas caminatas, me preguntaba: «¿qué lamentaría yo si muriera esa noche?». Y ahí, junto con la respuesta, me ponía a escribir. Porque siempre lo que me faltaba para morir en paz era lo que no había aún escrito.
Siendo adulta mis rituales son otros: ahora viajo (a un país distinto cada mes). Siento que el mundo es un libro y que quiero leer todas sus páginas. Viajo tan compulsivamente como leo. Leo viajando y viajo para encontrar nuevos libros que leer. Me gusta encontrarlos de casualidad, literatura de Onelio Jorge Cardoso en una librería hispana en el medio de Cambodia. O a Idea Vilariño en una tiendecilla de lavandería de Gili Air, una islita de un kilómetro de diámetro en Indonesia.
PV- ¿Géneros que le mueven el piso?
DC- Prefiero la calidad literaria. ¿Ese es un género? Debería serlo.
PV- ¿La lectura del momento?
DC- Carol, de Patricia Highmith. Está en cola Me casé con un comunista, de Philip Roth.
PV- ¿Sus libros (solo literatura) de referencia?
DC- Eso cambia muchísimo. Y me gusta que sea así, que cambie. Te imaginas qué triste sería, después de todo lo que estamos creciendo en la vida con todas nuestras experiencias y demás, ¿que nuestros gustos permanezcan inamovibles?
Me gustan Alejandra Pizarnik, Sylvia Plath, Simone de Beauvoir y Marguerite Duras.
PV- Su último libro publicado fue en la editorial Bokeh…
DC- Comienzo a trabajar con Bokeh por el medio convencional. Le escribí a Bokeh en septiembre de 2018. Sabía, por mis búsquedas online, que es editorial que publica escritores de calidad literaria. Me llamó la atención, también, lo exótico: una editorial en Holanda que publica en español.
Después, cuando me topé con la competencia profesional de Waldo Pérez Cino en el proceso de edición de Yo sé por qué bala la oveja mansa, me sentí afortunada de trabajar con Bokeh.
PV- ¿Existe algún personaje que haya querido crear y aún no haya hecho?
DC- Todo lo que he querido escribir lo he escrito. Todo lo que quiero escribir, lo estoy escribiendo. No tengo arrepentimientos literarios (ni siquiera no literarios). Esta es mi vida y la estoy viviendo al máximo. Siempre me las arreglo para tener tiempo para escribir. Y ganas. Y deseos. Y qué decir. No sé qué es el miedo a la página en blanco. Mi vida literaria es hermosa. Lo que han hecho otros, si es bueno, me gusta. Amo a los escritores que me han hecho amar la literatura. Y en esto soy irreductible: Todo el que aporte a La Literatura, tiene mi Lealtad, mi apoyo, mi Amor. Absoluto. Yo amo, ante todo, esa magia impoluta que es La Literatura. Si después el escritor es una persona llena de insuficiencias o ridiculeces más o menos arbitrarias, poco o nada me importa. Venero aquello que nutre mi alma.
Ahora, dicho esto:
Pippa Mediaslargas me parece una feminista de primera. Qué delicia.
PV- Algo que le moleste...
DC- Que se atente contra la literatura.
PV- Algo que disfrute…
DC- El sexo. Desnuda soy azul como la noche en Cuba.
PV- ¿Cómo es que escribes en todos los géneros?
DC- Los géneros no existen. Escribir es una relación de amor con una misma. Todo lo demás, está de más.
PV- Raro que una periodista no piense en géneros…
DC- He sido escritora desde siempre. Escogí la carrera de periodismo universitaria pensando: «Humm, de qué podría yo graduarme que sea cercano a lo que soy». Pensé en la Facultad de Lenguas Extranjeras, porque adoro los idiomas, pero el periodismo tenía demasiados nombres de escritores en su haber… y la Literatura me palpita. Así que fue decisión bien fácil.
Me complace ver cómo siempre intentan clasificarme, especialmente después de que me gradué de la carrera: que si hago periodismo narrativo, que si nuevo periodismo, que si literatura, que si prosa poética. Yo sigo pensando lo de Søren Kierkegaard: una vez me hayas clasificado, etiquetado o nombrado, me negarás. Qué tendencia a limitarlo todo a una categoría.
PV- ¿Tiene Diana Castaños más pasiones aparte de escribir?
DC- La conexión vital, espiritualidad y amor que existe y vibra entre dos seres humanos. Observarla en otros. Vivirla en mi vida.
La espiritualidad y relación de amor que encuentro en la naturaleza.
El cine, la música, la pintura. El amor que los demás tengan por la vida. La tristeza que los demás tengan por la vida.
La sanación, en todas sus formas.
Derribar los prejuicios. En mí misma y en otros.
Amar. A mí misma y a otros.
Los idiomas.
El jujutsu.
Montar caballo.
Nadar desnuda. Hay algo muy especial en sentir el agua en mis senos.
Escalar.
El sexo oral.
Bailar casino.
Superar mis propios límites físicos y emocionales. Cada día: es una carrera conmigo misma, de nunca parar.
¿Sabes qué es el infierno para mí? Llegar al final de mi vida y darme cuenta de todo lo que pude haber hecho y no hice. Así que trato de vivir la vida a todo lo que da. Por eso ahora mismo me dedico a viajar el mundo. Hoy te respondo esta entrevista en Tbilisi, Georgia, pero hace una semana estuve en Bali, Indonesia y vuelo a Münster, Alemania en dos semanas. Después de eso, La Luna.
PV- ¿En qué proyecto estás trabajando por estos días?
DC- Se llama Axilas y si alguien necesitara clasificaciones, diría que es libro de cuentos incómodos, contestarios y eróticos. Provocativos en una extensión amplia de la palabra.
Puedo compartir un cuento en esta página, si quieren.
La exposición RevoluciOFF es un ejemplo bien ilustrado de lo que sí puedes hacer por Cuba.
A la gran mayoría, en sus egoísmos y borracheras, no le importa. Pero mucha gente se pregunta qué hacer para cambiar las cosas. En ese grupo hay cuatro gatos haciendo y, otra vez, la mayoría sin rumbo ni idea de cómo apoyar el cambio a la democracia en la Isla. Esta exposición ha sido inspiradora.
No se trata de la parte material, palpable y visible, de lo que pasó el sábado 27 de julio en un espacio llenísimo de vida en la Calle Ocho; lo importante aquí son las acciones y las intenciones. Umbrella Art Foundation es una organización pequeña dedicada a trabajar con una zona del arte cubano auténtica, interesante y sexy, porque nace en general de los dolores provocados por la mafia de los Castro en los artistas.
Y por supuesto también nace de la necesidad de devolver el golpe con el poder incalculable del artivismo (arte + activismo). Este es el producto con el que intentan traficar Diddier Santos y Ana Olema. Está clarísimo que es con esfuerzo e iniciativa propios, y lo otro que está clarísimo es que no hay una gran inversión detrás ni nadie poderoso dictando. Ni falta que hace, el esfuerzo dedicado a cosas cargadas de honor posibilita casi siempre que el resultado sea honorable.
En este episodio Umbrella nos muestra un recorrido por la cartelística (política) de Annelys PM Casanova, que estuvo acompañada de la lírica de Marichal en el sonido. Los dos fueron las estrellas de la noche.
Marichal es un rapero cubano que hace años vive en el exilio. Sueña y siente como lo hizo en su tiempo la Comisión Depuradora allá por el 2006 y además tiene un valor añadido a su poesía contestataria: a diferencia de la mayoría de sus colegas, Marichal se ha dedicado a estudiar Historia cubana, a cultivarse y a comprender profundamente los temas que toca en sus canciones. Es rap conciencia puro, del bueno, del irrefutable, del que hace falta.
Annelys es una creadora cubanoamericana que estudió diseño gráfico en Los Ángeles. Sus carteles hablan de su relación con el bombardeo de propaganda utilizado por el gobierno totalitario impuesto en Cuba y de la cultura visual hollywoodense, dejándonos ver su predilección por los carteles clásicos de la pantalla de seda cubana de los años 60-70’s. Así recrea una nueva historia del movimiento cívico emergente ignorado por el mismo sistema que anteriormente patrocinara el movimiento de protesta.
Ella vive en Los Angeles pero mantiene cercanía con Miami desde mayo de 2013, cuando se ha estado involucrando en varias campañas utilizando una fusión de ilustración, diseño y activismo en forma de carteles. Ha desarrollado un estilo de expresión cívica con un aspecto ilustrativo de serigrafía que tiene como objetivo informar sobre situaciones, ideas y eventos históricos de la oposición cubana y de otros países en dictadura. #RevolucioOFF es su primera presentación unipersonal.
Annelys se ha dedicado a producir un cartel-denuncia-homenaje cada vez que ha pasado algo o alguien ha terminado en la cárcel de los Castro. Seguro que como a ella, con la indignación por los abusos y la necesidad de denunciar, a muchos otros se les ocurren cosas que dibujar, que cantar, que bailar, etc., pero desafortunadamente son pocos los que ejecutan: muchos somos los que pensamos y sentimos. Annelys siente y ejecuta con su técnica de dibujo suelta y jirilibre, conquista el ojo y el corazón sin dudarlo y lo más importante: mantiene vivo el recuerdo de los crímenes pasados e impulsa a otros artistas produciendo inspiración para el futuro.
Anoche me quedé con ganas de dibujar lo que siento aunque sea en dos minutos, aunque el resultado no sea perfecto, aunque tenga detractores y gente que piense que es mejor “no-meterse-en-problemas”.
Se esperaría de Miami una cultura súper vibrante y renovadora, considerando que tanta gente talentosa y con tantos proyectos ha llegado a esta tierra buscando libertad para crear. Pero no. No sabría definir el qué, pero algo ocurre en la ciudad que casi obstruye el desarrollo de las ideas nuevas mientras es un hecho que todo guerrero que llega sangrando de la guerra en Cuba deja de ser interesante si decide quedarse en Miami y, por tanto, atraviesa un proceso de olvido y abandono en el cual la mayoría tiene que aprender por su cuenta todo lo que el resto ya sabe y que tomaría unos minutos explicar. Ejemplo: ¿Cómo funciona el crédito? ¿Cómo cuidar tus finanzas? ¿Dónde estudiar? ¿Qué son los taxes? Encima, hay que pagar los billes, por lo que la mayoría no tiene un momento para hacer arte en Miami, a la que algunos llaman “el cementerio de los artistas”.
¿Te imaginas a Mozart repartiendo pizzas de Domino’s? Suena increíble pero pasa. Mucho talento ha llegado a esta ciudad y está siendo subutilizado en el fregado de platos, en el ensamblaje de piezas, en la repartición de periódicos, cuando potencialmente podríamos ser New York en la cultura. Generalmente el poder no está muy interesado en los artistas, así que queda en manos de nosotros mismos promover y formar el foco. Por eso nace Umbrella, como una de las pocas instituciones dedicadas a producir este tipo de eventos.
Queda clarísimo, después de la buena experiencia del sábado pasado, que Miami necesita más Umbrellas… por la salud de la poesía.
Qué manera de llover. Como en Macondo. Aunque entre Macondo y Alamar naufragó el realismo mágico, no por los excesivos simbolismos de la lluvia, sino por falta de alcantarillas.
Cuando le pregunté a Verónica Vega por qué llueve tanto en su novela El arte de respirar, la respuesta me descolocó. Esperaba ese tipo de alusiones que han inundado la literatura desde el diluvio bíblico hasta hoy. La lluvia en tanto inagotable proveedor de sinestesias. Triste, melancólica, intimista, dolorosa, erótica, desoladora, catártica, depurativa, angustiosa y aun aterradora cuando cae sin control y lo desborda todo. “Tiene que llover a cántaros”, cuentan que cantaban los revolucionarios de mayo del 68. Así que nada de extraordinario (ni de reductor) habría en el aprovechamiento de esa múltiple capacidad metafórica de la lluvia como ingrediente de una novela cubana de estos días, cuando en la Isla no escampan las malas nuevas, mientras la gente se aferra, inútilmente, a la ilusión de evadir el aguacero debajo de techos agrietados y sombrillas rotas.
Pero en El arte de respirar, segunda novela de Verónica Vega (Hypermedia, 2019), la lluvia cae sobre Alamar por gravedad, puesto que no puede llover hacia arriba. La autora ha confesado que no buscó el amparo de su versátil funcionalidad como metáfora. O al menos no a conciencia. No lo necesitaba. Sencillamente porque Alamar –vitrina habanera del desbarranque fidelista- ya tiene bastante con ser lluvia: “Hay un problema serio con el alcantarillado –sostiene Verónica- y la lluvia fuerte o continua obstruye las calles, es como un cerco adicional. Sentí que era la expresión del acorralamiento que experimentamos”. O sea, que la sinestesia se creó sola, por fuerza de natura.
Ello no significa que a Verónica no le guste la lluvia, o que no le resulte inspiradora. Y más que la lluvia, tal vez el agua, en general. Por algo ha residido muchos años en la costera Alamar, y no gratuitamente se define como admiradora de Virginia Woolf, quien vivió y murió obsesionada por el agua. Así que no sorprende que fuese notada la influencia de Woolf -particularmente de su novela Las Olas– en esta obra de la autora habanera.
Ella misma ha reconocido la plausibilidad de su deuda con Las Olas. No pensaba en esa obra mientras escribía –me dijo-, pero en algún momento se dio cuenta de que los sedimentos de su lectura pudieron conducirla a la utilización del monólogo interior como un recurso dominante en el esquema de El arte de respirar. En realidad, no es la única coincidencia. Hay por lo menos otras dos fácilmente apreciables: la ya mencionada ubicuidad del agua y el carácter coral de ambas novelas, pues en una y la otra son seis los protagonistas o las voces encargadas de sostener el desarrollo de la trama.
Sin embargo, más allá o más acá de estas concurrencias, no comparto personalmente el criterio de quienes asumen como decisiva la gravitación que ejerce la novela de Woolf sobre la de Verónica. Si bien puede aceptarse que el ascendiente es básico, creo que no trasciende la base, el fundamento, las esencias. De hecho, los rasgos formales (pero sobre todo los de contenido) que distinguen a las dos novelas son mayores en número y más sustantivos que sus coincidencias. También son diferentes sus respectivas atmósferas.
Ni siquiera considero que en el Arte de respirar sean seis los personajes principales. Pues aunque la estructura fuera concebida para seis, ocurre que esos protagonistas, a través del fluir de sus conciencias recrean o reviven en la práctica a otros personajes de no menor importancia para mover la acción. Los pensamientos irradian, se contagian, tal como se afirma en alguna parte de la novela. Y a partir de tales irradiaciones cobran destino propio e importancia determinante otros seres cuyo papel no me ha parecido secundario.
Claudia, joven acorralada entre un embarazo que no desea y la insufrible perspectiva del aborto, orbita con malos recuerdos en torno a Elio, dándole especial relieve mediante sus pensamientos. Una niña y su abuela otorgan existencia material a la madre y al padre de la niña, ausentes sólo en el plano físico. Esa misma abuela observa a Benito, su antiguo marido, mientras rememora el desastre de su vida en común, otorgándole al sujeto un peso específico en la novela. La niña, por su lado, “ve” a un muchacho que nadie más puede ver, pero cuya inmaterialidad no le resta fuerza dramática de primera línea. Está Vincent, fruto del Período Especial (así que balsero de trechos sin consumar el hecho), quien recrea a su madre admiradora de van Gogh y a su padre balsero de hecho. Están María la doctora y Ángel el enfermo, generadores de otras historias sustanciales…
Verónica ha puntualizado que la diferencia entre sus protagonistas y los de Las Olas consiste en que los suyos son cubanos pobres, de lo cual se desprende que sean menos dados a levantar los pies del suelo, a distanciarse del asfixiante contexto para dar cuenta de sus percepciones en clave poética y alegórica, tal como hacen los seis personajes de Woolf. Tiene razón, pero existen otras diferencias capitales, tanto entre unos y otros personajes y en los motivos o en los códigos reflexivos de sus soliloquios, como en el modo en que estos soliloquios se entrecruzan para convertirse en alguna especie de coloquio.
Digamos que en Las Olas los acontecimientos externos o circundantes resultan pospuestos porque el objetivo de la autora es proyectar el entorno a través de la conciencia humana. En El arte de respirar también está presente ese recurso, pero como fondo o palanca de apoyo, mientras el objeto básico de las reflexiones, recuerdos, descripciones es narrar el drama no de seis personas –o prototipos de personas- en medio de sus circunstancias, sino de todo un barrio, una ciudad, un país, una catástrofe histórica.
Donde Virginia Woolf apuesta por la reflexión por encima de todo lo demás, Verónica narra, utilizando como guía o pretexto las reflexiones de sus personajes. Se trata de una disimilitud que por sí sola bastaría para no considerar decisiva la influencia de una sobre la otra.
Pero tampoco es en lo único que difieren desde el punto de vista estructural. Por citar otro ejemplo (solamente uno más, para no ser latoso), el estilo escogido por la escritora habanera para contar sus historias, mediante la recreación de cuadros ágiles, siempre breves, concisos, calidoscópicos, buscando la poesía en los hechos más que en las palabras, no es algo que responda a su presumiblemente puntual influencia de la Woolf. Desde luego que también en esa clase de estructura sería fácil hallar la marca de otros grandes de la literatura universal. ¿Quién que es no es influido? Sin embargo, hasta donde conocemos a la autora por anteriores narraciones, vemos que tal procedimiento no sólo autentifica resueltamente el estilo de esta novela suya, sino su quehacer como escritora, y aun su personalidad como mujer diáfana, de hablar sucinto y aguda inteligencia.
Por lo demás, El arte de respirar se acerca o se aleja indistintamente de Las Olas, según la fuerza con que bata el viento desde la costa (o en la medida en que arrecie la lluvia). Es esta una novela de tristezas y desgarramientos, de lacerantes emociones y de complacencias mínimas y pasajeras. Verónica toma nota de la corriente de pensamiento de sus personajes mediante exposiciones relampagueantes, referencias de lugares, sucesos o simples recuerdos, estados de ánimo… valiéndose de una serie de viñetas narrativas, descriptivas, reflexivas, y de diálogos secos pero muy ricos en intenciones, siempre ágiles y profundos, a tono con la archiconocida teoría del iceberg. Una narración cargada de sentidos, de guiños más y menos sutiles, de mensajes más y menos implícitos. Un espacio donde los personajes buscan sin éxito la simple manera de llenarse los pulmones de oxígeno para ir exhalándolo después, a su ritmo, persuadidos de que respirar (como lo expresa uno de ellos) es la primera manifestación de autonomía.
Valgan entonces los aguaceros de esta novela. Aun cuando el agua no abra caminos sino abismos, según dice otro de los personajes. Por cierto, por más que las nubes se vacíen sobre Alamar, no me parece que en igual proporción caigan rayos y truenos. Los buscadores de símbolos podrían encontrar en el detalle alguna representación de lo que testimonia otro de los personajes: “Hemos perdido la fe en nuestro poder para cambiar las cosas”. Pero igual es válido pasar por alto el detalle, ya que los truenos nunca llegarían a ser más que efectos ruidosos. La yema del asunto continúa radicando en esa abundante agua que cae del cielo. Ya lo advirtió Chesterton: sin lluvia no habría arco iris.
Umbrella Art Foundation invita a la apertura de RevoluciOFF (One Night Show), muestra gráfica de carteles de la diseñadora cubanoamericana Annelys Casanova que contará además con la presentación del rapero cubano Michael Marichal.
Será este sábado 27 de julio de 2019, entre las 19:30 y las 23:30, en el 1485 SW 8th St (Miami, FL 33135-3803). La entrada es gratis pero, para acceder al evento, los interesados deben registrarse antes a través del siguiente link:
Umbrella Art Foundation “invita para que disfrutes de una noche única en Miami, con formatocaracterístico de Expo- Show. En esta oportunidad podremos disfrutar de más de una treintena de carteles gráficos de Casanova donde aborda el tópico cívico-político, creando una documentación visual de la Cuba contemporánea contra el totalitarismo. De alto rigor técnico, y usando el color como arma impresionista, esta muestra constituye un precedente donde un exponente femenino se interna en el complejo camino del reclamo de justicia y libertad. Con el mismo swing, podremos disfrutar de la presentación del rapero cubano de Miami Marichal, conocido por sus canciones virales en las redes ‘Son unos cínicos’, ‘La que te vio nacer’ y ‘Tú no eres mi presidente’, entre muchas otras”.
La exhibición es curada por la artista y gestora Ana Olema, y la producción general correrá a cargo de Diddier Santos.