I
Una poesía descarnada, sin alardes. No hay contravención que pueda detener a un poeta cuando se encamina a la búsqueda de sus propias fatalidades. El libro del que tienen noticias hoy es una especie de desfiladero creado propiamente para mirar el mundo antes de una “desgracia nacional”. La isla-objeto contra la isla-sujeto. El hacedor de palabras que es JAV sabe que el lugar desde donde comenzó a traficar con sus sentimientos es un lugar donde siempre está por suceder algo, un lugar donde nunca acaba de suceder lo esperado. Ghetto acorrala a su autor luego de 13 años decantando palabras, guardando piezas de un animal poético que tarde o temprano estallaría.
2
Yo no soy un hombre, soy un campo de batalla, dice Friedrich Nietzsche, seguirá diciendo Friedrich Nietzsche y lo dirá JAV algunos siglos más tarde, aun cuando no quede el recuerdo de JAV. La retórica en los diarios no me inmoviliza. He visto a Dios de cerca y quien murió fue él, confiesa en esta especie de cerrazón que se ha creado en una mínima antología de sus propias huellas y agradecemos a Neo Club Ediciones. El único campo de batalla posible, de manera obligada por sus propias circunstancias, es darle sentido a la poesía, al cantar, a ese espejo que le va traduciendo todos los dolores de un país. Con la libertad electiva de que gozamos, apuesto por el poema que sabes que va a estallar el algún momento, y del que tienes la seguridad de que entre los restos quedará un verso, una oración informe, una palabra acaso que devele que ahí hubo una transfiguración, que el sudor ajeno de un poeta intentó labrar un camino. Ghetto no hace más que eso, ha dejado escapar sin remordimientos toda la energía contenida en la poesía que no grita, que no clama por salvarse.
3
Podría estar escribiendo aquí toda la noche/ mis pies sumergidos en la oscuridad/ En un pedazo de Biblia mujeres bailan con atrevimiento/ Dios las observa o no aburridamente/ He llegado con tres milenios de impureza y todavía se atreven/ Avalancha de símbolos crea cierta oscuridad que a mis pies absorbe/ Soy pies sin un cuerpo/ Menos mal.
Y apunto, no está nada mal. No habrá aquí poesía, libro, sin lector. JAV se nos presenta a la usanza: un aeda llegado a la aldea que viene a traducirnos el pasado, que no es más que lo que se nos va a repetir cíclicamente en algún momento. No hay pretensión en su lenguaje, y es algo de aplaudir. Es esta una poesía que vuelve a los sentimientos, a la corazonada de que alguien va a reír, a llorar, a rabiar al terminar alguna lectura escondida y eso salva al género poético de muchos experimentos fallidos. Ghetto está hecho a base de conmiseraciones hacia el mismo autor y luego hacia el futuro emisario, les trae una buena noticia: todavía se escribe poesía para ser leída.
4
La poesía es un misterio compartido, hecho terreno de nadie y de todos y estamos hoy ante alguien que ha aniquilado el concepto de anacoreta de algunos poetas: no hay poesía sin política, no hay poesía sin observación crítica de las realidades y que pueda esquivar algún rescoldo de la belleza.
Descenderé sin libros, sin ti, sin los pequeños/ Cuando quieras encontrarme —“la piel de su rostro era resplandeciente”—/ no más sigue el rastro de mis vísceras o mis oraciones/ Nada valen, deben aniquilarme para ser, dejarme como (a) un niño que llora solo en el incendio
Chilla, incendia, postula, un poeta que se baja de una isla-balsa para subirse a un país-incendio, balsa otra vez, podredumbre, pero no se arredra y canta. Un poeta siempre canta, incluso en el ghetto menos deseado.
Gracias.
Presentación del poemario de José Alberto Velázquez en el XI Festival Vista de Miami. Texto perteneciente al próximo número de la revista Puente de Letras.