La foto de una bandera cubana hincada en un trasero desnudo, falsamente atribuida a un performance de Luis Manuel Otero Alcántara por los detractores del artista recientemente liberado, fue explicada en las redes sociales este lunes, donde varios creadores e internautas opinaron sobre el tema.
“La foto se llama ‘Montaña’ y pertenece a la serie ‘Efecto de halo’, del artista Luis Trápaga con una diseñadora que prefiere mantener el anonimato por el momento, y se expuso en Espacio Aglutinador hace alrededor de diez años”, aclaró la artista y activista Lía Villares en Facebook. “La bandera usada en la serie, una vieja bandera amarillenta del papá de Luis, fue decomisada por la teniente coronel Kenia María Morales Larrea en el brutal registro que nos hiciera en la casa galería El Círculo en febrero de 2018. Kenia insistió en que debía asegurar que ninguna otra bandera fuera ‘profanada’ por nosotros o tuviera un ‘uso inapropiado’, como indica el texto del titular tan mal redactado del proyecto de ‘nueva’ constitución que condena estos usos, aparecido en el Granma”.
“Si la bandera es intocable, no es mía, es de algo o de alguien más. Pero si tengo la libertad de usarla como yo quiera, entonces la relación con la bandera es mucho más cercana y sincera. Aunque duela lo que el arte expresa, tiene que ser libre para que el pensamiento sea libre también”, opinó el artista visual Adrián Monzón.
“Le inocularon un mensaje de odio a toda una nación y los pusieron a pelearse y a veces a matarse unos a otros. Y eso lo hicieron, entre otras cosas, en nombre de los símbolos patrios y del patriotismo”, escribió el propio Luis Trápaga en Facebook. “Cada cual, cada bando, pretendía tener la versión correcta acerca de la patria y el patriotismo, y estarían dispuestos a luchar hasta la muerte no contra los que invadieran y avasallaran la dignidad de su país, sino contra los que tuvieran una versión, opinión, diferente acerca de eso”.
“Es una banderita comunista, es una banderita de las marchas de Elián en el Protestódromo, del 1ro de mayo en la plaza de la revolú”, adicionó Villares. “Una banderita manoseada y meneada en la mano de nostragamus, de un decrépito, el enemigo del pueblo. Es una banderita del entierro del tirano, de la farsa hasta en el entierro, de las que llevaban los que empujaban la carroza de la cajita. Es una banderita de papel con la tinta que no es para imprimir libros de Reinaldo Arenas, de las que amanecen pisoteadas después de la marcha revolucionaria. Es una banderita, en fin, indigna por naturaleza y ciertamente más sucia que un culo, que el culo que la porta”.
“Una banderita que durante 60 años ha representado el terrorismo y la esclavitud en este hemisferio y más allá, y que dentro y fuera de Cuba, en las embajadas de todo el mundo, ha humillado a los cubanos”, agregó el escritor Armando Añel. “En mi opinión, la foto de Trápaga refleja artísticamente una realidad incuestionable: el castrismo —y esto lo hacen todos los regímenes autoritarios, populistas y nacionalistas que perduran en este mundo– ha utilizado la bandera, los símbolos ‘patrios’, los bustos de José Martí, etc., para sodomizar a los cubanos. Y los cubanos, claro está, se han dejado clavar la manipulación allí donde mismo expulsan sus desperdicios. En consecuencia, hay una acumulación, un atoramiento, un embotellamiento en toda Cuba… y no precisamente vehicular”.