«Yo tenía una vaquita que me daba leche y mantequilla. / Primero la convertí en un lebrel oscuro y fiero, / porque me operé las orejas / y se las di a comer en salsa vinagreta», dice el autor en la primera parte de este libro. Fe de erratas es un poemario intimista y, sin embargo, vital desde el despliegue de un discurso a ratos sorprendente –por lo iconoclasta–, a ratos increpante. Con él, Estévez Guerrero irrumpe sin complejos en la ya abarrotada plaza de la nueva poesía cubana.