Estoy encerrado en una sala de aislamiento. En la Sala G, segundo piso del hospital Joaquín Albarrán, el clínico quirúrgico de 26 (en La Habana). Estaba de acompañante de una tía mía que se fracturó la cadera y, al hacérsele el test de antígeno por el Covid, le dio alterado y nos enviaron a este salón de calabozos.
La comida es bazofia y llevo dos días sin bañarme porque no hay agua. No hay médico disponible y a mi tía nada le han hecho. La anciana sigue con mucho dolor en la cadera que se fracturó el sábado. A ver cuándo coño es la operación.
Aquí hay varios enfermos esqueléticos, sucios, desnudos, que no tienen acompañante. ¿Será esto una sala de exterminio?
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