En palabras de Lincoln Díaz-Balart

Lincoln y su padre, Rafael Díaz-Balart, durante una marcha por la libertad de Cuba

Lincoln Díaz-Balart (La Habana, 13 de agosto de 1954 – Miami, 3 de marzo de 2025), fue electo a la Cámara de Representantes estadounidense por el 21.º distrito congresional de Florida en 1992. Ya en el Congreso, fue autor de la codificación de las sanciones económicas de Estados Unidos contra la dictadura cubana, según la cual antes que puedan levantarse las mismas todos los presos políticos deben ser liberados convocándose elecciones pluripartidistas en Cuba.

Su acción legislativa en 1996 evitó que el presidente Barack Obama pudiera levantar unilateralmente el embargo cuando normalizó las relaciones diplomáticas con el castrismo en 2014.

Lincoln Díaz-Balart fue también el autor de la reforma migratoria de mayor impacto aprobada por el Congreso desde la Ley de Inmigración de 1986, la Ley de Ajuste Nicaragüense y Alivio Centroamericano de 1997 (NACARA por sus siglas en inglés), que concedió residencia legal a cientos de miles de inmigrantes que en Estados Unidos confrontaban la deportación.

Su generosidad, elegancia y lucidez lo definen como uno de los políticos de origen cubano más importantes de los siglos XX y XXI.

En palabras del congresista:

«La denigración constante de la República logró ocultar las realidades positivas y los admirables logros sociales obtenidos en Cuba, debilitó a sus instituciones y, en definitiva, las destruyó».

«El contraste entre la forma en que Washington y los otros fundadores de Estados Unidos han sido tratados por la historia, y como han sido tratados los hombres públicos, los políticos, de la República cubana, es demasiado dramático para dejar de mencionar una de las mas importantes diferencias entre las historias de las dos naciones».

«El punto de vista de cada persona sobre Estados Unidos es el factor ideológico definitorio de nuestra era. La historia ha dejado atrás los conceptos de Izquierda y Derecha. ¿Crees que Estados Unidos es una fuerza para el bien o no? Esa pregunta define en gran medida la política de nuestro tiempo».

«Estados Unidos es una nación increíble, libertadora de naciones, una nación de fundadores excepcionales e innumerables héroes que la han mantenido libre. Una nación de generosidad realmente incomparable. Ojalá todo el mundo pudiera visitar los solemnes y hermosos cementerios en toda Europa de los americanos caídos que liberaron dos veces ese continente en el siglo XX».

«La ilusión constante de mi vida –y una gran motivación para la acción– ha sido ver a Cuba libre. He tratado siempre de hacer todo lo que está a mi alcance para contribuir a mantener viva la llama de la nación cubana. Más de 65 años de totalitarismo, destrucción, degradación, muerte y diáspora le han causado un daño indescriptible. Pero Cuba, aunque profundamente herida, no está muerta».


 

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