En México, Marcha por la Democracia el domingo

Desde que tomara el poder en 2018, el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, ha ido encaminando su gobierno hacia el territorio de la intolerancia con quienes no piensen como él —aunque, oh, paradoja, no estoy muy seguro de que él esté capacitado para pensar.

López, adorador de las dictaduras de izquierda y por consiguiente de los representantes de estas —cautivado, además, por Donald Trump—, ha dado muestras en estos cuatro años de la intransigencia, el despotismo, la puerilidad y el narcisismo que, entre otras “virtudes”, caracterizan a los comunistas de barricada latinoamericanos.

Poco a poco, López ha ido situando en puntos claves de su administración a sus prosélitos —ya sabemos que gente vil o al menos errátil no escasea—, a la par que, en sus soporíferas ruedas de prensa mañaneras ha detractado, aun con furia, a sus oponentes, a quienes invariablemente llama “conservadores” —si bien, se infiere de sus alocuciones, no tiene la menor idea del significado del término “conservador”—. Asimismo, ha puesto todo su empeño en desmantelar ciertas instancias de corte democrático a la vez que ataca mediante adjetivos de matón de barrio, de chusma cinta negra, a los medios de prensa que han criticado su gestión.

En la actualidad, el presidente de México lleva a cabo una clara maniobra para modificar o eliminar el Instituto Nacional Electoral (INE), con el propósito de ubicar en este, como ya ocurrió con Notimex o la Comisión Nacional de Derechos Humanos, a personal bajo su mando.

Desde su fundación, en 1990, con el nombre de IFE (Instituto Federal Electoral) —lo cual significó un notable avance para la democratización del país—, no existen pruebas de que el INE haya practicado el favoritismo, la inequidad en alguna de las elecciones políticas, bien locales o estatales o federales.

El próximo domingo 13 de noviembre, miles de mexicanos participarán en la Marcha por la Democracia para así demostrar que están a favor de la permanencia del INE, del libre pensamiento, la igualdad, la inclusión y en contra de la aberración dictatorial.


 

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Félix Luis Viera
(El Condado, Santa Clara, Cuba, 19 de agosto de 1945), poeta, cuentista y novelista, es autor de una copiosa obra en los tres géneros. En su país natal recibió el Premio David de Poesía, en 1976, por Una melodía sin ton ni son bajo la lluvia; el Nacional de Novela de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, en 1987, por Con tu vestido blanco, que recibiera al año siguiente el Premio de la Crítica, distinción que ya había recibido, en 1983, por su libro de cuentos En el nombre del hijo. En 2019 le fue otorgado el Premio Nacional de Literatura Independiente “Gastón Baquero”, auspiciado por varias instituciones culturales cubanas en el exilio y el premio Pluma de Oro de Publicaciones Entre Líneas. Su libro de cuentos Las llamas en el cielo retoma la narrativa fantástica en su país; sus novelas Con tu vestido blanco y El corazón del rey abordan la marginalidad; la primera en la época prerrevolucionaria, la segunda en los inicios de la instauración del comunismo en Cuba. Su novela Un ciervo herido —con varias ediciones— tiene como tema central la vida en un campamento de las UMAP (Unidades Militares de Ayuda a la Producción), campos de trabajo forzado que existieron en Cuba, de 1965 a 1968, adonde fueron enviados religiosos de diversas filiaciones, lumpen, homosexuales y otros. En 2010 publicó el poemario La patria es una naranja, escrito durante su exilio en México —donde vivió durante 20 años, de 1995 a 2015— y que ha sido objeto de varias reediciones y de una crítica favorable. Una antología de su poesía apareció en 2019 con el título Sin ton ni son. Es ciudadano mexicano por naturalización. En la actualidad reside en Miami.