Lo primero es rescatar las palabras. «En el principio era El Verbo». Bajo ninguna circunstancia podemos dejarnos arrebatar las palabras. El lenguaje construye la acción. La gente por lo general no calcula la enorme capacidad del idioma para definir el presente y el futuro. Y es que lo que distingue en primer lugar a la humanidad de las otras especies es el lenguaje.
Demonizar -una manera de prohibir- palabras tan estratégicas como «diálogo», constituye una forma de condenar a los cubanos a la barbarie. Mientras más se insista en criminalizar esta y otras palabras, más deberíamos darles un lugar constructivo de cara al cambio.
Si el pueblo, o un segmento del pueblo castrista o anticastrista, no entiende qué significa diálogo, pues se le educa. Desde siempre el pueblo ha sido manipulado y también desde siempre, a manera de antídoto, ha necesitado educación.
En el futuro, un encabezado del Diálogo Nacional propuesto por el Movimiento San Isidro -Diálogo Nacional que la difamación extremista insiste en confundir con un diálogo con los esbirros del régimen castrista para afianzar al régimen castrista- podría ser: «Diálogo nacional por la liberación de Cuba: Iniciativas a debate». Me encantaría ver la cara que ponen los saboteadores y manipuladores de ambos extremos.
No al Patria o Muerte (al ruido, la incomunicación y la guerra permanente). Sí al Patria y Vida (a la argumentación y el diálogo en libertad y para la libertad).
En cualquier caso, nadie desarmado, en estado de indefensión, quiere guerra. Nadie armado, acostumbrado a oprimir, quiere diálogo. Como decía en un texto de junio pasado publicado en este portal, «a diferencia de otros regímenes de fuerza como el nicaragüense o el venezolano, que han llegado al gobierno por la vía electoral, el castrismo obtuvo al poder por las armas y para él sentarse a dialogar con la oposición interna significa comenzar el proceso de desmantelamiento del totalitarismo en Cuba».
Mientras más se implemente y diversifique el diálogo entre cubanos -no la perreta, no la difamación, no la imposición-, más se pondrá a la dictadura contra la pared.