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El pobre pescado cubano: Entre la liberación y el control

¿Cómo puede permanecer un pescado liberado y controlado al mismo tiempo? Si ha sido pescado, ¿cómo puede ser liberado? Y si ha sido liberado, ¿cómo puede ser controlado?

Cuba entera protesta por el nuevo ardid «alimentario» del castrismo: Un pescado racionado y a 20 pesos la libra, cuya calidad, despacho y precio constituyen una burla al pueblo hambreado. Así:

A Cuba llegó el pescado
y ha sido por la libreta
mas se trata de una treta
pues arribó liberado.
Le dicen que «controlado»
al lugareño optimista
pero hay que ser un artista
para llevar al sartén
a este animal del vaivén,
resbaloso, velocista.

Dicen que cuesta muy caro
este pescado inclemente,
que no hay quien le hinque el diente
o lo meta por el aro.
Que su precio es bien avaro
–la libra está a 20 pesos–,
que ni brujerías o rezos
logran su consumición.
¡Y es que no hay liberación
con los intestinos presos!

Un pescado liberado
es un pescado invisible,
hueco, alado, indestructible,
prófugo, envalentonado.
Ectotérmico hastiado
de ser troceado en la mesa,
vertebrándose cual presa
de avestruces sin arena:
Aves que esconden su pena
en su falta de cabeza.


 

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