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El mito del pinareño tonto: La concretera anticastrista

Durante décadas, los pinareños —naturales de la provincia más occidental de Cuba— han soportado estoicamente una anécdota entre humorística y denigrante, que los ha hecho blanco preferencial, regionalmente hablando, del ya clásico choteo cubano.

Se trata del famoso caso de la concretera olvidada dentro de un cine de Pinar del Río, que los constructores del mismo se dejaron tras terminarlo y en pos de la que luego debieron derribar una pared, pues no podía salir ni por la puerta principal. El hecho, entre mítico y edulcorado, ha justificado durante años el calificativo de “bobos” injustamente adosado a los pinareños.

Lo traigo a colación tras ver por segunda vez un video en Youtube que revela la exponencial estupidez de Fidel Castro. Se trata del ya célebre en el que el dictador ordena que se coloque en las cabezas de las vacas un sistema de aire acondicionado —mientras el resto del cuerpo de las rumiantes queda expuesto al medio ambiente— con el objetivo de que produzcan más leche.

¿Tontos los pinareños? Para nada. El episodio de la concretera atrapada en el cine nunca hubiera tenido lugar en un tiempo anterior al castrista, cuando quienes trabajaban, trabajaban de verdad; cuando quienes invertían, invertían de verdad. Sólo la ineficiencia más la quisquillosa bobería de un sistema como el comunista, en el que nada es de nadie y todo es del Estado –y todo el Estado era del «benefactor» de vacas que lo secuestrara durante más de medio siglo, y ahora de su familia–, pueden provocar un despropósito de las características del que nos ocupa.

No sólo fueron pinareños los que se dejaron la concretera: fueron pinareños aletargados y/o desmotivados por el estúpido sistema adoptado por la estúpida familia Castro los que se dejaron la concretera. La diferencia no es sutil: es definitoria y esclarecedora. Incluso no hay que descartar que los pinareños de la concretera se hayan puesto de acuerdo para, efectivamente, dejarla dentro del cine: un sabotaje más en la ya larga lista de desidias y pequeñas venganzas con que los cubanos han penalizado, silenciosamente, al idiota y criminal régimen que los empobrece. De hecho, esta variable parece la más probable.

No lo olvidemos nunca: Es tonto el afán de poder castrista y ha sido estúpido el ejercicio de ese poder, más lo que ha traído como resultado. Conservarlo de la manera en que lo han conservado los Castro no constituye un mérito y mucho menos un signo de inteligencia, sino todo lo contrario.


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Armando Añel
Escritor, editor, zensicólogo. Ghost Writer. Entre los años 1998 y 2000 se desempeñó como periodista independiente en Cuba. Tras recibir el premio de ensayo anual de la fundación alemana Friedrich Naumann, con la revista Perfiles Liberales, en febrero del año 2000 viajó a Europa, donde residió en España e Inglaterra hasta radicarse en Estados Unidos en 2004. Tiene una docena de libros publicados. Dirige Neo Club Ediciones y es uno de los coordinadores del proyecto Puente a la Vista y del Festival Vista.
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