Dos de Facebook

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Hay que reconocer que Facebook está escapa’o. Entre tantas prestaciones, tiene además la capacidad de agrupar vertiginosamente, en una especie de federación digital, a idiotas, complejistas, degenerados, psicópatas, etc., ahorrándole a sus potenciales víctimas el tiempo precioso que les llevaría identificarlos uno a uno en la vida real -o en páginas sin conexión entre sí-, tras sufrir las pérdidas colaterales que toda interacción disfuncional proporciona. ¡Zuckerberg para el Nobel de la Paz! O quién sabe, tal vez para el de Medicina…

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¿Ya descubrieron el nuevo emoticon de Facebook? Le han puesto un corazoncito rojo en el centro, la carita amarilla se abraza a él y significa «me importa» (tercero de izquierda a derecha en la captura de pantalla que posteo aquí). Pero del famoso emoticon con dedo hacia abajo, en señal de desaprobación, que se estuvo sopesando instalar años atrás, ni rastro. Y es que este Zuckerberg es una mente. La cantidad de tarados que pululan en las redes desataría una avalancha de desaprobaciones, de deditos abajo, algo que el arrogante y emocionalmente indefenso internauta del siglo XXI no podría soportar. Los egos heridos del débil hombre-masa, que muy probablemente ahora mismo sea mayoría en todas partes, dejarían Facebook medio vacío y las acciones de la compañía perderían considerable valor.

Por cierto, ¿tanto emoticon de carita amarilla no habrá estimulado la invasión del virus chino?

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Armando Añel
Escritor, editor, zensicólogo. Ghost Writer. Entre los años 1998 y 2000 se desempeñó como periodista independiente en Cuba. Tras recibir el premio de ensayo anual de la fundación alemana Friedrich Naumann, con la revista Perfiles Liberales, en febrero del año 2000 viajó a Europa, donde residió en España e Inglaterra hasta radicarse en Estados Unidos en 2004. Tiene una docena de libros publicados. Dirige Neo Club Ediciones y es uno de los coordinadores del proyecto Puente a la Vista y del Festival Vista.