
La cloaca cultural es fértil para el galopante Síndrome de No Ser. Un 99 por ciento (o más) de los concurrentes enferman hasta la metástasis cuando la ausencia de alfombras rojas y coronas de laurel (e invitaciones a ferias con mesa buffet, eventos con mesa buffet, giras con mesa buffet) los apabulla. Al parecer fueron (fuimos) doblemente engañados. La única responsabilidad de un creador es crear. Punto.
¿Por qué si eres tan bueno no te invitan a la mesa buffet, y al que no lo es, sí lo invitan? Respuesta: ¿a ti qué te importa?
Pero te digo más: ¿sabes cuántas toneladas de, en este caso, escritores, hay por cada miserable kilómetro de mundo? Tu dolor te duele a TI, eso lo entiendo. Pero aun ese favorecido de bufanda a cuadros que ves mariposear de croqueta en croqueta ¡no es nadie! Ese rosario de premios de alcaldías y casas de cultura y festivales priápicos ¡no cuenta! Si lo que quieres es fama, búscate una Agencia Literaria, un representante, escribe una novela de vampiresas lesbianas y que tu Instagram sobrepase los cien mil seguidores. Olvida los vasos comunicantes y el narrador omnisciente y la mano en la barbilla para la foto. El siglo XX terminó hace mucho, y mucho más fácil de lo que le costó al XIX terminar.
Nunca fuiste (fui) ni serás (seremos) nadie. Incluso ese grande-grande, casi best-seller, comunista en Cuba y todo lo contrario fuera, pues bien: ese es otro penco de lechería, malo tres veces, ¡y tampoco es nadie! La meta siempre fue el olvido. Todos llegamos primero. Dios te bendiga mucho, hijo mío. Descansa.