2022 es el año, también, de la segunda parte del libro Retrato del exilio cubano, serie de entrevistas que Neo Club Ediciones publicó en 2015 y cuya principal intención, como el título indica, fue dar a conocer una especie de radiografía de la comunidad cubana en el exterior a través de sus definiciones. Ahora, con nuevos entrevistados de ambas orillas, esta segunda entrega de la saga profundiza en el contexto cubano del día después, cuando el castrismo en el poder entra en su recta final.
Al habla con el escritor, Premio Nacional de Literatura Independiente, Jorge Olivera:
Armando Añel- ¿Qué es para usted la patria?
Jorge Olivera- Es el lugar donde tengo la posibilidad de ejercer mis derechos fundamentales sin temer represalias desde el Estado, como no ocurre en el país donde nací hace seis décadas. Cuba es un espacio geográfico poblado de zombis, gentes llenas de miedo y con deseos de largarse para cualquier sitio, tan pronto puedan. No creo que existan a estas alturas de la historia motivos válidos para identificar al alargado pedazo de tierra, rodeado de agua, como Patria, después del tenaz asolamiento del partido comunista. Considero admisibles solo dos calificaciones, manicomio o cárcel. En esos dominios la patria es si acaso una ficción, una interminable utopía donde la pobreza es un mantra, las libertades individuales una lejana ilusión y el sálvese el que pueda un pantano donde se hunden las esperanzas de un mejoramiento real del nivel vida, en el más amplio sentido de tal expresión.
AA- ¿Qué es la libertad?
JO- Es poder manifestarse sin recurrir a la pantomima y el susurro como camuflajes para evitar posibles delaciones y castigos.
Es contar con el derecho a escoger, entre un abanico de opciones y sin interferencias ideológicas, ya sea un empleo o la participación en determinadas actividades sociales, culturales o políticas desde la espontaneidad y no a partir de condicionamientos estructurados por funcionarios con talante de policías.
Es sentirse protegido por leyes orgánicas y funcionales que garanticen el respeto a la individualidad, estimulen el desarrollo integral y provean el marco legal para defenderse de las intromisiones del Estado.
AA- ¿Cómo y cuándo Cuba será libre?
JO- Realmente es imposible determinar en qué momento de la historia ocurrirá lo que debería haber acontecido tras la caída de la URSS y los países socialistas del Este de Europa, hace más de 30 años. La muerte de Hugo Chávez en 2013, también despertó ciertas ilusiones en torno a la caída del totalitarismo insular. El negativo impacto económico de ambos de eventos fue superado.
Es inútil pensar en el embargo estadounidense como una vía seria para ponerle fin al engendro neoestalinista. Poco más de seis décadas aplicándose, siempre a medias, no invita a conclusiones satisfactorias en cuanto a sus propósitos.
El cómo es tan o más enigmático. Es probable que los cambios se inicien desde el poder en el momento que le convenga. La falta de compromiso de la mayoría de la población en implicarse en la lucha pacífica por la democracia, la indiferencia de los gobiernos democráticos, la complicidad de la ONU y, por último, la poca importancia del tema en el plano geopolítico, conforman las aristas para pensar en una lenta evolución hacia un capitalismo de Estado, con visos democráticos, en el mejor de los casos. Considero que existen altas probabilidades de que la transición desemboque en un modelo al estilo chino o vietnamita, con el respaldo de la comunidad internacional.
AA- ¿Qué hacemos con, o qué se hacen, los cientos de miles de cubanos considerados castristas una vez Cuba sea libre?
JO- Hay que tener claro que, en el largo periplo de la dictadura, de alguna manera todos hemos sido cómplices, bien por acción u omisión. Son muy pocos lo que se salvan. Por tanto, habrá que pasar la página, aunque resulte engorroso. Se trata de un elemental pragmatismo. No se puede hacer otra cosa, de lo contrario el proceso se empantanaría y las condiciones socioeconómicas serían mucho más insoportables que hoy día.
AA- La difamación, el brete, las teorías de la conspiración, etc., han contribuido grandemente a afianzar el totalitarismo en Cuba en los últimos 63 años. ¿Cómo atenuar esta tendencia sociológica en una Cuba en democracia, con conexión abierta a Internet?
JO- Es un mal que arrastremos por un largo período de tiempo, más allá del castrismo. Se trata de un fenómeno sociológico exacerbado por las circunstancias impuestas por el partido de gobierno desde sus inicios en el poder. La delación para recibir el beneplácito de los mandamases, las constantes intromisiones en la vida privada de todos, la doble moral como estrategia de supervivencia, son realidades que han podrido el tejido social. En fin, que todo es una consecuencia de dirigir el país como si tratara de un centro carcelario, donde impera la ley del más fuerte. Eliminar esas taras costará lo inimaginable, incluso en el marco de una hipotética democracia afín a los estándares más elevados a nivel mundial.
AA- ¿Usted votaría a favor de incluir una asignatura contra la envidia en un futuro sistema de educación en Cuba?
JO- Por supuesto que sí. Tal inclinación siempre existirá entre seres humanos, pero en Cuba alcanza niveles de escándalo. Con tantas deformaciones de carácter antropológico es normal que proliferen ese tipo de actitudes que incentivan los conflictos y obstruyen las vías de una mejor convivencia intra-ciudadana.
AA- ¿Cuán positivamente puede contribuir a la liberación y desarrollo de Cuba el activismo político youtuber liderado actualmente, entre otros, por influencers como los Pichy Boys, Alain Paparazzi o Alexander Otaola?
JO- Creo que hay una sobreestimación de la importancia de las redes sociales. No voy a descartar sus puntos loables, sobre todo en sociedades cerradas como la cubana, pero evitaría a toda costa calificarlas como un elemento vital en la lucha contra el castrismo.
Sin dudas, es una ventana para crear conciencia y movilizar a la opinión pública. No obstante, pueden convertirse en un espejo que distorsiona la realidad.
La retórica usada en algunas de estas plataformas a menudo se transforma en hechos concluyentes. Es decir, que ofrecen éxitos inexistentes o pírricos, amplificados con una caterva de aparatosas alusiones que terminan necesitando nuevas rondas de expectativas con tal de mantener o aumentar la audiencia.
Es preciso afinar el discurso. Ajustarlo a la verdad objetiva para no hacerle el juego al adversario que se dice combatir. Por otro lado, la búsqueda de “likes”, sin detenerse mucho en el proceder, es una amenaza real en la creación de un público lo suficientemente informado sobre lo que sucede dentro y fuera de la Isla.
AA- ¿Qué tipo de influencia podría ejercer Estados Unidos en el futuro de Cuba teniendo en cuenta los estrechos lazos existentes entre ambos países desde hace, por lo menos, tres siglos?
JO- Estados Unidos, tendrá una notable influencia en el futuro de Cuba. Habría que ver cómo sería esa proyección. Tal vez pudiera ser muy diferente de la manera que muchos creen. Hay que tener en cuenta que las relaciones internacionales están regidas por los intereses, no por afinidades o coincidencias, tanto políticas como ideológicas.
No creo que la superpotencia se haya esforzado lo suficiente por ayudar a un cambio dentro de la Isla. Han sido pasos muy limitados y que responden a una agenda que supera a los gobiernos de turno.
Toda la parafernalia del embargo hay que interpretarla como la retórica de un enfrentamiento puramente simbólico. El régimen de La Habana siempre consigue sus objetivos, entre ellos comprar alimentos, entre otros artículos, a precios bajos, en las entrañas del enemigo.
AA- ¿Usted quiere ser enterrado en la mayor de las Antillas o, por el contrario, prefiere que sus cenizas sean arrojadas al mar?
JO- No tengo preferencias para decidir el curso de mis restos mortales. En Cuba lo veo difícil, mientras el país esté en manos de sus secuestradores. El mar sería un buen destino.
AA- Por favor, revélenos el nombre secreto de Cuba.
JO- El Gran Hermano te Vigila.