2022 es el año, también, de la segunda parte del libro Retrato del exilio cubano, serie de entrevistas que Neo Club Ediciones publicó en 2015 y cuya principal intención, como el título indica, fue dar a conocer una especie de radiografía de la comunidad cubana en el exterior a través de sus definiciones. Ahora, con nuevos entrevistados de ambas orillas, esta segunda entrega de la saga profundiza en el contexto cubano del día después, cuando el castrismo en el poder entra en su recta final.
Al habla con el escritor Abilio Estévez:
Armando Añel- ¿Qué es para usted la patria?
Abilio Estévez- Unos cuantos recuerdos de mi niñez y adolescencia. Mi padre paseándome por la Plaza de Marianao en busca de arenques para ahumar. Las tandas del cine Alfa, con las paredes de gladiadores en relieve. El olor de la tierra mojada antes de un aguacero torrencial. La arboleda llena de estatuas donde vivía mi abuela, la Niña Ibáñez. La tumba familiar en el cementerio de Bauta. La guagua que cogíamos para ir al Cabo Parrado, nuestra playa en Jaimanitas. La alegría que nos daba ver que a la bodega de la esquina, la de Plácido, llegaba Beny Moré a beber y jugar cubilete. Ir por detrás de la Escuela del Hogar, por un trillo que era lo más parecido a una selva. El puesto de fritas que había siempre en la esquina de Luceván. La marioneta-payaso que bailaba por una moneda y bajo un cristal en el Ten Cents de Galiano (también lo había en el de Monte). Las fiestas que daba en la calle nuestra vecina, Nieves Fresneda. Unas cuantas personas inolvidables y muy queridas. Los programas radiales diarios de Barbarito Diez y Vicentico Valdés. Puedo decir muchas cosas más. Hubiera sido mejor decir qué no es para mí la patria.
AA- ¿Qué es la libertad?
AE- Que nadie imponga una supuesta verdad. La sagrada verdad. Que nadie me obligue a añorar un futuro en el que no creo. Que nadie me obligue a morir por la patria. Que nadie me haga marchar hacia un “ideal”. Que nadie considere que soy idiota y debe conducir mi modo de vida. Que nadie me diga que “por mi bien” debo comportarme de este modo o de este otro. Esto por ser breve y no entrar en los detalles de que hablaba Isaiah Berlin. Esto por hablar del lado social de la libertad y contando con el presupuesto de que hay límites sociales inevitables. Para decirlo rápido, viene bien la famosa frase (simple pero efectiva) de Martí en una revista para niños: Libertad es el derecho de todo hombre a pensar y hablar sin hipocresía. Sin hipocresía. Hipocresía. (Subráyese la palabra.)
AA- ¿Cómo y cuándo Cuba será libre?
AE- Dentro de muchos años, no sé cuántos. A estas alturas no basta con los derechos humanos y la libertad jurídica. Una instauración de la democracia ya no es suficiente. También hay que resolver el problema de las conciencias, de cada conciencia, aprender a respetar, saber que mi libertad termina cuando empieza la del otro. Ese proceso de aprendizaje es trascendental. Y arduo, porque la peor ruina no es la de las ruinas. Las ruinas quizá se pueden volver a levantar con arquitectos, albañiles y materiales de construcción, pero ¿qué hacemos con el deterioro moral?, ¿cuánto tiempo necesita una reparación como esa?
AA- ¿Qué hacemos con, o qué se hacen, los cientos de miles de cubanos considerados castristas una vez Cuba sea libre?
AE- Esta pregunta es muy delicada. Hay muchos muertos y heridos por el camino. Si tenemos en cuenta el número de ofendidos, calumniados, represaliados, suicidados, presos, ahogados en el mar, fusilados… Las hordas del totalitarismo han hecho un daño irreparable. Sólo que, por más doloroso que sea, si no hay un pacto de reconciliación nacional no sé a dónde podríamos llegar. La palabra “reconciliación” provoca escalofríos, lo sé. ¿Es esta una postura cristiana o de pragmática política? También sé lo bien que sabe el plato frío de la venganza. Y sé, además, que hay heridas que cierran en falso, y si alguien las toca se vuelven a abrir, como decía un sabio llamado Gustavo Sánchez Galarraga.
AA- La difamación, el brete, las teorías de la conspiración, etc., han contribuido grandemente a afianzar el totalitarismo en Cuba en los últimos 63 años. ¿Cómo atenuar esta tendencia sociológica en una Cuba en democracia, con conexión abierta a Internet?
AE- Esto me lleva a lo que te decía antes de la degradación moral. El divide y vencerás de los grandes emperadores llevado al nivel de la cominería y del solar, del comité de defensa. Un Julio César de quincalla, que por otra parte ha jodido y jode bastante. Todos enemigos de todos. La era de la sospecha. Así no hay nación que resista. Así sólo resiste la mafia del poder, pero de ahí para abajo, todo se humilla hasta los extremos que ya hemos visto. Creo que con instituciones democráticas, eso se iría resolviendo, poco a poco. Sin embargo, lo más importante es que la gente pueda vivir con cierta dignidad, comiendo, vistiendo, trabajando y viendo el fruto de su trabajo, descansando y viendo el fruto de su descanso. Ser los dueños de sus vidas. Que nadie decida por ellos qué deben comer o qué olla exprés deben usar o qué libros deben leer. Que no tengan la indignidad de tener que hacer colas durante horas para comprar unas libras de papas o una ración ridícula de pollo. Que si tienen el sueño de hacer un crucero por el Nilo, puedan ahorrar y, aunque les cueste años, hacer el crucero por el Nilo. Aun cuando no vaya nunca. Saber al menos que es una ilusión posible. Creo que cuando nos sentimos aproximadamente bien, en paz con nuestras vidas y con lo que nos rodea, estamos a un paso de abandonar el brete y la conspiración. Si alcanzar una cierta satisfacción en la vida depende de tu voluntad, y no de lo que decida el Ogro Filantrópico (el estado), estamos a un paso de abandonar el oportunismo político que engendra el brete.
AA- ¿Usted votaría a favor de incluir una asignatura contra la envidia en un futuro sistema de educación en Cuba?
AE- No, no, eso es gastar dinero en profesores que nada resolverán. Esa envidia nos viene en gran medida de la herencia hispana. (Léase a Unamuno y a María Zambrano). Esa envidia la trae una cultura que desprecia el esfuerzo. Odia el triunfo, o el supuesto triunfo del otro. La parte heredada de la envidia, agravada por las pésimas condiciones de vida que hemos tenido. Ese sentimiento es consustancial al desastre.
AA- ¿Cuán positivamente puede contribuir a la liberación y desarrollo de Cuba el activismo político youtuber liderado actualmente, entre otros, por influencers como los Pichy Boys, Alain Paparazzi o Alexander Otaola?
AE- Es un medio de hacer política como otro cualquiera. Nuevo, de una incidencia inesperada y sorprendente, de acuerdo, solo que en esta época estamos. Supongo que sí, que pueden ser ventanas hacia la libertad si se tiene en cuenta que ese, el youtuber, es un fenómeno de nuestro tiempo y partimos de la convicción de que todos podemos expresar lo que pensamos. Los influencers tienen un gran poder. Y, por supuesto, una gran responsabilidad. Que se use bien ese recurso depende de la inteligencia y la cultura política del influencer, exactamente igual que en un artículo de periódico o en una tertulia televisiva.
AA- ¿Qué tipo de influencia podría ejercer Estados Unidos en el futuro de Cuba teniendo en cuenta los estrechos lazos existentes entre ambos países desde hace, por lo menos, tres siglos?
AE- Mira, Estados Unidos es un país que yo admiro mucho. Con cualquier defecto que se quiera, es una democracia como ninguna otra. Y con una cultura extraordinaria. Tenemos mucho en común, sobre todo con la cultura de plantación del Cinturón Bíblico. Escribí una novela titulada El navegante dormido para intentar descubrir todo lo que en Cuba debemos a ese país. La importancia que tuvo y tiene para nosotros. El hecho de que muchos cubanos (hoy, ahora mismo) intenten huir a Moscú con el propósito de llegar a Estados Unidos, es una prueba de lo que digo. Para los cubanos, desde hace más de sesenta años, es la Tierra Prometida. Así que la influencia seguramente será decisiva.
AA- ¿Usted quiere ser enterrado en la mayor de las Antillas o, por el contrario, prefiere que sus cenizas sean arrojadas al mar?
AE- No, por Dios, no voy a dejarle ese problema a los que me sobrevivan. La parte mía que debía ser enterrada en Cuba ya está enterrada hace años en Cuba. Los libros de mi biblioteca personal habanera acaban de ponerse a la venta, desperdigados por librerías particulares. Es una metáfora de las cenizas dispersas. La parte mía que queda, la que todavía está viva, la pueden tirar al contenedor de la basura si no fuera antihigiénico e ilícito. No hace falta el ritual de las cenizas y el mar. Ningún otro ritual. Como decía Borges: “Quiero morir del todo con este compañero, mi cuerpo”.
AA- Por favor, revélenos el nombre secreto de Cuba.
AE- Está clarísimo: Ampanga.