Home Sociopolítica Opinión Díaz Canel, ‘júbilo y alegría revolucionaria’

Díaz Canel, ‘júbilo y alegría revolucionaria’

El gobernante cubano Miguel Díaz Canel ingresa al parque Trillo, en La Habana (29 de noviembre de 2020)

Para responder con “júbilo y alegría revolucionaria” al efecto que han tenido en la Isla y fuera de ella las acciones llevadas a cabo por un grupo de artistas e intelectuales que durante varios días se declararon en huelga de hambre, atrincherados en la vivienda de uno de ellos, en el barrio San Isidro, el presidente delegado cubano, Miguel Díaz Canel, organizó un mitin en el parque habanero Trillo y asistió al convite vestido con la bandera cubana.

Porque la bandera de Cuba es solo de ellos. La patria es de ellos. La verdad es de ellos. Y todo lo bueno que hay en la tierra —incluidos el talento y la honradez— es de ellos; quienes, sin arrebolarse, se autodenominan comunistas.

Así como lo negativo, lo funesto es de los demás que no son ellos. Yo incluido. E incluido asimismo nuestro amigo Robertico Arencibia, quien lejos, en el exilio, suele lagrimear cuando ve la bandera de su tierra o cuando recuerda su barrio de allá, en la Isla.

Así, dicho por el noticiero de la Televisión Cubana y el diario Granma —como toda la prensa autorizada en Cuba, en la nómina del gobierno—, miembros del Movimiento San Isidro —como ahora se les conoce a los artistas e intelectuales antes referidos— no son más que unos “vendidos al imperio”, “delincuentes”, “apátridas”, “ladrones”, “perversos” y un largo etcétera de este tenor.

Nadie duda que la mayoría de quienes asistieron a la manifestación en el parque Trillo —aun gritando enfebrecidas consignas revolucionas— lo hicieron bajo presión, por miedo. Ese terror que asimismo sienten quienes, en la Isla, si se portaran mal podrían ser despojados igual de una promoción laboral que del derecho a una vivienda o de la beca universitaria para el hijo.

El mismo pánico que sienten los cubanos que, fuera de Cuba, tampoco se atreven a manifestarse en contra del régimen, para así evitar que sus familiares allá resulten de algún modo afectados, o sean privados ellos de viajar a la tierra que los viera nacer.

Sabemos que afirmaciones como las contenidas en los dos párrafos anteriores, llenan de gozo a la cópula en el poder. Es decir, los hace sentirse fuertes, aún invencibles.

Mas, para replicar lo escrito en el párrafo que antecede, ¿ha existido en la tierra, desde que el mundo es mundo, un gobierno, sea dictatorial o no, que haya resultado eterno?


 

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Félix Luis Viera
(El Condado, Santa Clara, Cuba, 19 de agosto de 1945), poeta, cuentista y novelista, es autor de una copiosa obra en los tres géneros. En su país natal recibió el Premio David de Poesía, en 1976, por Una melodía sin ton ni son bajo la lluvia; el Nacional de Novela de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, en 1987, por Con tu vestido blanco, que recibiera al año siguiente el Premio de la Crítica, distinción que ya había recibido, en 1983, por su libro de cuentos En el nombre del hijo. En 2019 le fue otorgado el Premio Nacional de Literatura Independiente “Gastón Baquero”, auspiciado por varias instituciones culturales cubanas en el exilio y el premio Pluma de Oro de Publicaciones Entre Líneas. Su libro de cuentos Las llamas en el cielo retoma la narrativa fantástica en su país; sus novelas Con tu vestido blanco y El corazón del rey abordan la marginalidad; la primera en la época prerrevolucionaria, la segunda en los inicios de la instauración del comunismo en Cuba. Su novela Un ciervo herido —con varias ediciones— tiene como tema central la vida en un campamento de las UMAP (Unidades Militares de Ayuda a la Producción), campos de trabajo forzado que existieron en Cuba, de 1965 a 1968, adonde fueron enviados religiosos de diversas filiaciones, lumpen, homosexuales y otros. En 2010 publicó el poemario La patria es una naranja, escrito durante su exilio en México —donde vivió durante 20 años, de 1995 a 2015— y que ha sido objeto de varias reediciones y de una crítica favorable. Una antología de su poesía apareció en 2019 con el título Sin ton ni son. Es ciudadano mexicano por naturalización. En la actualidad reside en Miami.
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