Bajo amenaza transcurrió la “00Bienal” alternativa del pasado año 2018 en Cuba. Iniciativa de jóvenes artistas que ni siquiera negaban la variante oficial del evento (la Bienal de La Habana, organizada por el centro Wilfredo Lam) sino que más bien querían agilizarla. No iban a descender, sin embargo estos jóvenes, a la exclusión [de autores por su color] por razones políticas en el programa, cosa que las autoridades no estaban dispuestas a admitir, de modo que se dieron a la tarea de ejercer todo tipo de presiones para que los participantes desistieran. “A cada cual según su necesidad”, distribuyeron las autoridades sus frenos. Una parte cedió, otra fue terca. Para ésta última parte la “00Bienal” tuvo su retribución porque en la práctica sirvió para congregar a quienes habitamos el mismo margen social, pero sin mucha comunicación entre nosotros. Si hubiera sido sólo ese su fruto, ya habría valido la pena la “00Bienal”.
Compromiso político y arte
Varias sesiones de debates programados ocurrieron. Destaco tres de sumo interés: La primera estuvo dedicada al compromiso político y el arte en estos tiempos. Tema que ha tenido una evolución extrañísima en Cuba, pues si bien durante las primeras cuatro décadas de la Revolución fue especialmente patrocinado por las autoridades el hecho de que los creadores prestaran atención a los acuciantes problemas de la realidad, de un tiempo a esta parte ya no es así. Desde hace un par de décadas las autoridades cubanas de la cultura son de repente esteticistas, súbitamente ajenas a la contaminación del arte y la política. “Nada –dicen a los artistas– justifica realmente esa desviación”.
Una versión de la historia que simpatiza con el gusto oficial establece que el problema ha sido la decadencia de la época, que ha ocurrido un desengaño postmoderno respecto a la anterior utopía comunista y ahora el móvil para atender la política sólo puede ser mercantil, utilitario.
Otra versión discute que el Poder siempre privilegió un compromiso y sepultó el otro, el que “hablaba en contra de ellos”. Punto climático fue la represión a los jóvenes de los 80’s, silenciados en cuanto quisieron criticar y sacar el arte a la calle. No eran estas las conductas comprometidas que las autoridades tenían en mente, y a partir de entonces, a partir de la crisis de los 90’s, y no encontrando ya colectivo de artistas que abiertamente quisiera comprometerse a favor de ellos, se volvieron puristas. Desdeñan de plano y en esencia toda conducta estética que aborde los problemas acuciantes de la realidad –visto que los problemas suelen ser las autoridades mismas–, y andan por ahí escandalizándose en apariencia, mientras en silencio reprimen.
Valdría la pena, de hecho, ponderar los éxitos reales de ambas versiones en el campo artístico cubano (no discuto la verdad de esteticismo, sólo observo una nueva estrategia de legitimación política basada en el esteticismo ¿por qué, en todo caso, considerar menos viciado un compromiso que otro?).
Todo esto se debatió durante la primera charla y se hizo en libertad, con la presencia de creadores dedicados al arte político, y se hizo también democráticamente, con defensores de ambas versiones de la historia.
Espacios privados e independencia del Estado
El segundo debate versó sobre el auge de espacios expositivos privados en La Habana y su independencia real del Estado. El joven crítico de arte Jorge Peré, quien también condujo esta sesión, observa que desde 2014 y coincidiendo con una serie de aperturas afectuosas de Obama, abundan las galerías-estudios en la ciudad. Por su novedad, porque tienen mayor dinamismo que las instituciones, porque quizás sean más rentables, son elegidas por artistas y aficionados.
Otra cosa es la libertad de sus catálogos. Sucede que estos nuevos espacios, aunque ocurran en el dominio de una casa privada, no son ajenos al estado general de opresión que reina en el país, y más bien reproducen el esquema institucional en su proceder. No se sabría decir la diferencia, en resumidas cuentas, entre un espacio estatal y uno privado, si acaso porque este último auspicia un poco más lo comercial y mucho menos lo político. De manera que “lo privado y lo institucional se superponen, no entran en contradicción”, dice Peré. De manera que lo alternativo en La Habana ya no equivale a lo independiente, sino que constituye, en la mayoría de los casos, una simple variación de un mismo tema.
La independencia en verdad, es más rara y más riesgosa, como podíamos atestiguar los allí presentes; siempre acosada por autoridades que no ceden control. Una de las presiones que ejerció la policía política para impedir la “00Bienal”, de hecho, tuvo como protagonista un estudio alternativo que es de los primeros en La Habana, y que en estos días accedió a censurar una obra del artista Reinier Leyva Novo por causa de su apoyo a la Bienal.
Eventos independientes
Sobre el lance de concebir un evento independiente y tener que lidiar con el Estado para realizarlo, hablaron en la tercera charla Michel Matos y Soandry del Rio, productor el primero del festival “Rotilla” y del concurso de rap “Puños arriba”, con la colaboración del segundo. Ellos saben de trabas ocultas y patentes para impedir lo que no quieren que pase, y también de la implicación indirecta en escándalos que alcanzaron hasta la USAID. Sus experiencias, y su disposición para hablar de cualquier cosa, fueron valiosísimas para los presentes.
¿Por qué estos debates que nos conciernen a todos tienen que transcurrir bajo el acoso de una policía política y la insinuación de algo ilícito? Me temo que para conjurar este infortunio vamos a necesitar también de la conciencia de todos.