Siempre ha sido problemático escuchar públicamente música «enemiga» en la Cuba de los hermanos Castro, pero con el ascenso del tema Patria y vida, con diez millones de vistas en Youtube y dos Grammy en la última edición del popular premio, el riesgo se ha vuelto mayúsculo.
La canción, considerada un himno de la oposición cubana, es abiertamente reprimida en los campos y ciudades de la Isla por una policía melofóbica que puede impunemente, además de ejercer la violencia contra sus víctimas, enredarlas en procesos supuestamente judiciales. Es el caso del activista Osmani Pardo Guerra, uno de los acuartelados de San Isidro, condenado este lunes a un año de prisión domiciliaria «en un juicio exprés que lo tomó por sorpresa».
El 2 de marzo pasado tuiteaba Prisoners Defenders: «¡Atención! Cuba: Osmany Pardo Guerra y Elier Casares Guerra. Preparaban acto de repudio frente a su casa, atronadora música incluida. Ellos pusieron en su casa Patria y Vida. Allanada su vivienda, detenidos, estamos tras el caso. No les dejaremos solos». En esa ocasión, menores y la propia madre de los hermanos fueron golpeados tras el cerco de la turba paramilitar y la consiguiente violación de morada.
Ahora, Pardo Guerra es hallado culpable de un delito de “resistencia a la autoridad” basado en las declaraciones «de los dos policías que lo arrestaron dentro de su casa por escuchar el tema Patria y vida a todo volumen». Es decir, los dos policías que en lugar de proteger la vivienda de Pardo Guerra de la turba atronadora, la invadieron maltratando y apresando a las víctimas.
La antipolicía melofóbica robolucionaria, incapaz de descubrir quién puso primero la música alta.
La opresión del mal gusto -musical y de todo tipo-, la censura histérica, el nacionalsocialismo melodramático, regresan a Cuba. Y no es que alguna vez hayan estado ausentes bajo el castrismo sino que retoman la intensidad sofocante de los oscuros años sesenta, cuando «la construcción del hombre nuevo» potenciaba la criminalización de los Beatles.
Se equivocaron de temporada.