Aunque sumamente tardía luego de cuatro años de presidencia, hay que celebrar la decisión de la administración Trump de regresar a Cuba a la lista de países patrocinadores del terrorismo. “El régimen castrista debe acabar con su apoyo al terrorismo internacional y con la subversión de la justicia estadounidense”, declaró este lunes el secretario de Estado, Mike Pompeo, en un comunicado.
Cabe recordar que Cuba es un Estado terrorista desde 1959, y en varias direcciones:
a) Practica minuciosamente el terrorismo de Estado contra sus propios ciudadanos
b) Acoge en su territorio a criminales estadounidenses y terroristas de otros países
c) Exporta su modelo de terrorismo de Estado desestabilizando sistemas democráticos en naciones subdesarrolladas o en vías de desarrollo (caso de Venezuela, país más represivo del hemisferio ahora mismo) o atacando a diplomáticos en su propio territorio
d) Trafica armamento con países terroristas, o relacionados con el terrorismo, como Corea del Norte o la propia Venezuela
¿Secuestrar a un ciudadano norteamericano, Alan Gross, que ayudaba a los cubanos a conectarse a Internet en la Isla, y pedir a cambio de él la liberación de cinco espías que se infiltraron en bases militares en Estados Unidos y fueron cómplices del asesinato en el aire de aviadores civiles, no constituye terrorismo de Estado? Salvando los detalles escenográficos, ¿no es lo mismo que hacía ISIS?
En La Habana dejaron sordos y medio sordos a varios funcionarios norteamericanos y sus familiares. El ataque auditivo contra los diplomáticos estadounidenses, y canadienses, que comenzó a finales del año 2016, ¿no es acaso terrorismo?
La lista de actos terroristas, y de apoyo al terrorismo internacional del régimen cubano, resulta demasiado extensa como para ser resumida en un solo artículo.
El castrismo llegó al poder practicando el terrorismo y no puede más que aterrorizarse ante la posibilidad de perderlo, de pagar por lo que ha hecho durante 62 años. El castrismo es El Terror por partida doble: porque lo difunde y porque lo padece. Es decir, porque sobrevive aterrorizado ante la posibilidad de que algún día tenga que responder frente a la justicia.