Hay ensayos que desde el inicio hasta el final se hacen inobjetables porque están forjados al fuego lento no solo de los principios, sino además de verdades concretas y experimentadas y de los conocimientos, más cuando es el caso de un país que en lo político y lo económico crea nefastas repercusiones en su sociedad.
De hecho, un país bajo control totalitario como Cuba, al analizar sus más de 60 años de dictadura, permanece obligatoriamente expuesto a una nueva indagación sin tapujos en cada una de sus etapas históricas. Sus entrañas quedan al descubierto para dejar ver la metástasis cancerosa que desde hace mucho corroe a su pueblo; gente que clama en un desierto de miedo, y constata, una y otra vez, lo insalvable de su presente y su futuro.
Es el caso de este estudio, La libertad es una sola, de Orlando Freire Santana, primer lugar en la categoría ‘Cuba’ del Premio de Ensayo Carlos Alberto Montaner 2019, publicado por Puente a la Vista Ediciones en este año 2020.
Una de las primeras cosas que llama la atención de este libro es que en sus 96 páginas abarca y explica con gran claridad y concisión de análisis los errores esenciales que continuamente —desde 1959 hasta la fecha— caracterizan el fracaso de la “Revolución” cubana. Es el primer mérito que distingo en el libro, su precisión y sobriedad, que, por ser breve, no deja de darnos amplia razón y exactitud en cada uno de los tópicos que examina.
Las veces que surgieron y resurgieron las ideas, supuestamente revolucionarias, del Che Guevara, en su perspectiva de méritos morales y búsqueda del Hombre Nuevo, han sido uno de los más grandes factores de atraso para la Isla, además de los discursos y promesas del Máximo Líder, en el que todo apuntaba siempre, desde un presente cargado de prospecciones utópicas hasta suposiciones tremendistas, y todo con el propósito de “augurar” un futuro que nunca, en sus 62 años, se ha vislumbrado siquiera como un sentir real de progreso.
Así, desde estas páginas, se advierte toda la inutilidad de una inventada política antimercado, de completo rechazo a cualquier mecanismo económico capitalista, en la que se reducen drásticamente los estímulos materiales y se llevan a un primer plano unos estímulos morales que nada tienen que ver con las necesidades esenciales de una población que cada día ha venido evidenciando su calvario de miserias. Mientras, una clase de pocos funcionarios comunistas disfruta de grandes privilegios y recursos, como solo se ha visto entre los “odiados capitalistas”.
Este libro se caracteriza por un discurso serio en el uso de los enfoques, por el cuidado que pone el autor en los términos que usa, con la finalidad de no calificar peyorativamente, sino dejando que la proyección de los análisis exponga la realidad de los fracasos. El empleo de cifras y estadísticas sirve para comparar y obtener resultados lo más cercanos posible a la exactitud de lo que se quiere demostrar. De esta manera, se observa que el autor intenta (y lo consigue) un distanciamiento objetivo que le permite hacerse totalmente creíble, práctico y persuasivo. Incluso, en este libro se refleja el impacto que la reanudación de las ideas guevaristas provocara en lo económico e ideológico, cuando llegaron negativamente a unos 31 países y afectaron a 155 universidades a lo largo y ancho del mundo (ver p. 25).
Parte por parte, el libro va demostrando que la libertad económica era y es “la mejor opción”
De igual modo se explica, con puntualidad de ejemplos, cada uno de los períodos económicos en los que se enfrascó el castrismo, como un absurdo proceso en el que se intentaba demostrar la ineficiencia del capitalismo ante el socialismo. Y en realidad, cuando la mirada aguda del analista penetra en esos ciclos político-económicos, los resultados que se obtienen, nos permiten decir que todo ha sido a la inversa. Pero no solamente dicho así, de una forma elemental, como en esencia todo el mundo lo sabe, sino que el autor nos lo da mediante la explicación y con análisis objetivos, con cifras y hechos concretos.
Como diría un dicho popular: “No hay nada más cierto que un día detrás de otro”, y 62 años de proceso en un país como Cuba es demasiado tiempo para probar si un sistema político y económico (dentro de una ideología de continuados y rotundos fracasos) en realidad funciona. Sin embargo, aún se sigue pensando en la idiotez del socialismo, y hasta se ha reconstruido su Constitución para asegurar que este sistema perdure, y así llegar algún día al comunismo, lo que supongo se convertiría entonces en la miseria más inimaginable posible.
En las consideraciones de Orlando Freire se reflejan el latrocinio, los desmanes y despilfarros, la corrupción y las invenciones disparatadas, además de las inversiones nada propicias para la población; por lo que podríamos decir que en la Isla ha predominado el engaño y el aprovechamiento del “vivo contra el tonto”, donde al parecer han logrado vaciar del espíritu a muchos y convertirlos en ruidosos aparatos parlantes:
“El ‘sálvese quien pueda’ que se extendió de un extremo a otro de la isla propició que aparecieran los bistec de frazadas de piso, y que los condones sustituyeran el queso de las pizzas. Las personas se apresuraron a enrejar las puertas y ventanas de sus domicilios ante la oleada de vándalos que hacían de las suyas en barrios y ciudades. Mientras tanto, la falta de trabajo, los apagones de hasta diez horas diarias y la escasez de alimentos llevaron a mucha gente a vegetar como auténticos zombis. Sin dudas, el período especial marcó un antes y un después en la vida de los cubanos” (p.26).
Independientemente de su carácter de ensayo económico y político, este estudio, aun cuando aparenta ser escueto, como ya dije, en verdad es ampliamente preciso y en su síntesis descriptiva incluso no deja de ser abarcador de las situaciones políticas y culturales, además de las sociales y estremecedoramente humanas, como fue el hecho histórico —uno de tantos— del hundimiento del remolcador 13 de Marzo, masacre en la que fueron asesinados (por presión de agua mediante mangueras y ahogamientos en el mar) 37 personas, entre ellas 10 niños (p. 28).
En el decursar del libro, junto a las consideraciones correspondientes, se proyecta la inestabilidad de las ideas y decisiones que en todo el proceso cronológico de la “Revolución” dan lugar con toda justeza a comparar la Isla con un enorme y fatídico laboratorio (desde la punta de Maisí hasta el Cabo de San Antonio) y en el que cada una de las experimentaciones ha fracasado siempre, y en realidad nunca se ha tenido en cuenta, en su importancia, la valoración concreta del ser humano (pp. 29-32). Un laboratorio que en verdad ha servido para crear los métodos más sofisticados de represión, poniendo en duda para muchos el sentido de libertad, pero para otros (espero sea la mayoría) el vislumbre de una esperanza no muy lejana, a pesar de todo.
Por otro lado, reconozco que hay un apropiado manejo de las notas empleadas con el propósito de ratificar el informe o el análisis que se dan. Así, con las mismas citas se refuerza la seriedad del dato o la observación o estudio realizado. Es indudable que se denota en el trabajo la presencia de una excelente bibliografía como investigación. Datos, cifras, comparaciones, están sustentadas por una búsqueda bibliográfica precisa que infiere los altos y requeridos conocimientos que posee el autor en cuanto a ese desastroso proceso económico de la “Revolución” castrista.
Notable resulta el capítulo “El factor de las tradiciones”, dedicado a exponer —en inteligente síntesis— las características políticas, económicas y hasta filosóficas (cuando habla de las creencias y practicas establecidas por Confucio en China) que han dado pie a la plataforma histórica del Gigante Asiático y, por otra parte, de Vietnam, en las cuales se resaltan las continuaciones dinásticas, dictatoriales, incluso de carácter absolutista y totalitario de estos dos países; particularidades que explican el por qué, en ambas naciones, se han podido instaurar los regímenes comunistas, aun cuando en su reciente modernidad emplean una economía de capitalismo estatal.
Por el contrario, no ha sido así en la plataforma histórica de Cuba, que siempre tendió hacia el independentismo, dejando ver, incluso durante la República (aunque fuera una República con sus corrupciones y golpes de Estado), el rechazo de gran parte del pueblo y de instituciones y líderes políticos a la penetración de las ideas comunistas.
Es importante reconocer que este ensayo crea las bases para un estudio todavía más amplio sobre las diferencias entre estos dos países asiáticos y Cuba, en lo fundamental, porque, en el caso de la Isla, las libertades económicas que se logren —si fuera este el asunto de que alguna vez la dictadura lo decidiera— no pueden estar desvinculadas de sus correspondientes libertades políticas, simplemente por un asunto de idiosincrasia sensible en relación con un sentimiento (al menos posible) necesario de independencia, que podría llegar a convertirse en liberación total.
Claro, esto sería siempre que el Gobierno de la Isla (con nuevos dirigentes) decidiera llevar a cabo “reformas” como en China y Vietnam, creyendo, por supuesto, que el poder del socialismo no se desgajaría. Es muy posible entonces que si un capitalismo de Estado se implantara en la Isla, más tarde o más temprano, el socialismo (o para mejor decir: el castrismo) se iría al traste.
Todo este capítulo imprime una importancia crucial al ensayo de Orlando Freire Santana, puesto que aporta un basamento esperanzador con sólidos presupuestos históricos entre estos tres países: China, Vietnam y Cuba.
Por ultimo, un libro como este aporta prestigio y representatividad al Premio de Ensayo Carlos Alberto Montaner, en su primera edición de 2019. Y nos demuestra que más tarde o más temprano, al menos, en la Isla, la economía abriría las puertas de la política democrática, haciendo que la libertad sea total, y asimismo, sea una sola para todos los aspectos de la vida cubana.