Modelo de alta «costura», para llamarlo de alguna manera. Reusable. Reajustable. Plástico y transparente. Moderno. Urbano. Fotogénico.
Según la casa publicitaria, esta mascarilla (en la foto que acompaña esta nota) está fabricada a prueba de niebla y es resistente al agua: mejorada con un revestimiento antivaho impermeable, brinda una vista perfectamente cristalina en todo momento… ¡y bajo cualquier clima!
Vista hace fe.
Es además reutilizable: Fabricada en policarbonato transparente de alta calidad, usted solo tiene que lavarla bien con agua y jabón y secarla luego con una toallita. Un modelo creado con materiales de PC de grado alimenticio sin BPA, ¡perfectamente seguro e higiénico para reutilizar y reciclar!
Nada menos parecido a un «nasobuco», esa extraordinariamente fea palabra, aunque sumamente pegajosa —palabra-chicle, palabra amuleto cromañón—, con que en la Cuba castrista llaman al barbijo o mascarilla.
“Logramos derrotar al nasobuco, o nasotruco, con esta nueva innovación digna de figurar en los anales de la Real Academia de la Lengua Española”, refirió a Arroz con Mango uno de los participantes en su puesta a punto, cubanito de Hialeah. “Ya nunca más nadie se acordará de él”.
El capitalismo lo corrige todo en Estado de Derecho, que lo mejora todo.
Todos contra el Covid-19. Todos contra la destrucción del idioma.