1) Lo más elemental: escribir poemas. La calidad se consigue después. Eso sí, independientemente del poema.
2) Afíliese a un gremio literario –si es oficialista mejor.
3) Haga relaciones con escritores, poetas e intelectuales influyentes; pero, sobre todo, con críticos literarios y académicos.
4) Invite a esos colegas influyentes a almorzar, para que así pueda demostrarle su empatía cuando emitan sus opiniones políticas y de otra índole. Es importante que desde un principio coquetee con sus preferencias estéticas y sexuales. Hágase amigo de ellos lo más íntimamente posible.
5) Nunca diga su verdad: sólo la dicen los locos, los niños y los borrachos (no se emborrache por el momento).
6) Capte cuál es la tendencia que une al círculo literario con el que usted se codea. Déjese llevar por la misma; que su singularidad sea lo suficientemente gregaria para que goce de la aceptación del grupo.
7) Haga mucho ruido: escándalos en su vida personal relacionados con su adicción al sexo, al alcohol y las drogas, o cometa algún acto delictivo o de extrema irreverencia. Esto le creará un aura, una mística. De lo contrario, sea el acólito de algún dictador o régimen totalitario, escríbale unas cuantas loas y asegurará todo tipo de gratificación mefistofélica.
8) Afíliese también a un partido o movimiento político que esté de moda. Demuestre un activismo que le otorgue ciertas prebendas para que así pueda viajar, conceder entrevistas, dictar conferencias y conocer a personalidades influyentes en todo el mundo, y, sobre todo, para que su nombre acapare los titulares de la prensa de tal forma que nadie dude que usted es una figura pública y, por supuesto, mediática.
9) Llegado este punto, usted está apto para participar en un concurso literario y ganar un premio importante.
10) Y ahora que usted reúne todos los requisitos que lo avalan como un poeta bueno y reconocido, lo único que tiene que hacer es seguir escribiendo más poemas. Eso sí, nunca olvide que la calidad es independiente del poema, y que muchos de sus admiradores, lectores y exégetas han elevado su obra a imagen y semejanza de estas instrucciones.