Qué buena es la democracia participativa made in Cuba, ¿no? Le permite al otrora ministro de Cultura castrista, Abel Prieto, publicar unas novelas que en un país normal no leería ni su abuela y hasta dejarse el pelo largo, esos rolos quijotescos, casi vikingos, que se esparcen sobre sus hombros y prácticamente se dan de bruces contra su espalda, como Miguel Luna en viaje al centro de la Tierra.
Precisamente Viajes de Miguel Luna se llama una de las novelas, bastante voluminosa por cierto, que el generoso pueblo cubano, esos marginales de los que Prieto habla con tanto desprecio, le “ha permitido” publicar sin costos al muy maldito.
De hecho, ya sabemos que el exministro se da sus «viajes» (dicen que bebe a las rocas). Y otra vez con dinero del pueblo, lo cual resulta todavía más gratificante y libidinoso. Viaja con dinero del pueblo, bebe con dinero del pueblo, publica sus novelas con dinero del pueblo y se deja el pelo largo porque es un rebelde. ¿Qué más se le puede pedir a la vida? Viviendo en la luna en un país donde la inmensa mayoría come tierra. O hace huelgas de hambre, como los valientes de San Isidro a los que el exministro acaba de llamar, como para no perder la costumbre, “marginales”.
Con punto y aparte, cabe recordar que cuando el exministro dejó de ser ministro se convirtió, de la noche a la mañana, en asesor directo de Raúl Castro. ¿Cuál sería el punto en común, el interés, la sutileza que acabó uniendo a estos dos “indestructiblemente”? Seguramente no la literatura. Raúl no lee ni novelitas del lejano oeste.
El caso es que ambos lo mismo le dan en seco que sobre las rocas, pero siempre en cantidades industriales. Así, la designación de Prieto tras su destitución como ministro de Cultura se explica una vez más desde la perspectiva de De Gaulle: Los hombres no tienen amigos, tienen intereses. Y estos dos tienen whisky, coñac, brandy, añejo, cervecita en divisas, etcétera. Están de intereses hasta el cuello.
“No podemos dudar en subvencionar todo lo que pueda correr riesgo por falta de demanda. La cultura es estratégica”, ha dicho Prieto más de una vez. Por ejemplo, como ya dijimos, sus libros son subvencionados por el sufrido pueblo cubano –sin que nadie le haya pedido permiso a ese sufrido pueblo, por supuesto, que ni sabe que el tal Prieto escribe. A fin de cuentas, dirían Raúl Castro y su melenudo asesor, la “revolución” ha subvencionado a «la plebe», durante más de medio siglo, con abundante cerveza de pipa y chispa ‘e tren.
La represión es mucho más elemental, o alcohólica, que lo que alguna gente supone. Y prolifera en la cumbancha.