No creo que el Nobel de Literatura 2018, concedido a la novelista, poeta y ensayista polaca Olga Tokarczuk, fuese inflado o sacado de la manga, como dijeron algunos y como en realidad ha ocurrido más de una vez con este premio. Aun cuando muchos no la conociéramos antes del galardón de la Academia Sueca, ella es una excelente escritora, con más de una docena de obras de primera línea publicadas. El fragmento que presentamos a continuación pertenece a su novela Los errantes, ganadora del Premio Man Booker Internacional y finalista del National Book Award en la categoría de libros traducidos.
En todas partes y en ninguna
Cuando salgo de viaje desaparezco del mapa. Nadie sabe dónde me encuentro. ¿En el punto del que partí o en aquel al que me dirijo? ¿Existe un “entre”? ¿No seré como ese día perdido cuando volamos al este o esa noche recuperada cuando lo hacemos hacia el oeste? ¿Estoy sujeta a la misma ley de la que tan orgullosa está la física cuántica: que una partícula puede existir en dos lugares al mismo tiempo? ¿O a otra que todavía ignoramos: que se puede no existir doblemente en un mismo lugar?
Creo que abundan las personas como yo. Desaparecidas, ausentes. Aparecen súbitamente en la terminal de un aeropuerto y empiezan a existir cuando el personal de tierra les sella el pasaporte o cuando un amable recepcionista de hotel les entrega la llave de su habitación. Seguramente ya han descubierto su volubilidad y su dependencia de los lugares, de las horas del día, de la lengua o de la ciudad y su atmósfera. Precisamente lo volátil, lo móvil, lo ilusorio equivale a lo civilizado. Los bárbaros no viajan, simplemente van directos a su objetivo o hacen incursiones de conquista.