Víctima de una devastadora tragedia familiar, Belén Pérez deambula por las calles de La Habana, loca y vagabunda, alterando el estatus de modorra generalizada y desafiando al sistema que lo impone y lo supervisa incesantemente. Es en 1995, durante el llamado renacimiento de la fe religiosa entre los cubanos, luego de más de tres décadas de ateísmo institucionalizado. Belén y algunos otros enajenados, recorren las iglesias en busca de consuelo («para el estómago, ya que no hay para el alma»), mientras van desgranando ocurrencias que convierten a Parábola de Belén con los pastores en una aventura apasionante y divertida, y en un vehículo de sobrecogedoras revelaciones.