De la poesía de Orlando Fondevila

Fondevila junto a María Elena Cruz Varela en la tertulia La Otra Esquina de las Palabras

 

El mundo aproximado (Aduana Vieja, Valencia, 2011) reúne la poesía del escritor exiliado Orlando Fondevila, fallecido en Miami en 2015. Nacido en 1942 en El Cerro, barrio que en La Habana tiene la llave, consecuentemente este poeta, periodista y editor irreductible nos abre aquí la puerta a un mundo de percepciones, apariciones y deslumbramientos relacionados. Así que del Cerro parten estos descubrimientos incesantes, en los que la naturaleza, el amor y el destierro resultan protagónicos.

“Los doce poemas del paraíso”, la pieza que abre el primer libro y a mi modo de ver la más lograda del conjunto, destaca por la sutil artesanía con que Fondevila consigue metabolizar la denuncia política a nivel poético. “Si estos son los dioses / los profetas/ los porveniristas mascarones/ avisadores de la excelsa balanza/ de la ordenación geométrica/ del amor perfecto/ ¿cuál será la impostura?”, se pregunta. “Nadie sabe cómo/ –nadie es una manera de decir–/ nos hallamos en medio/ de los escombros del Paraíso/ rodeados por sus despojos/ muy abiertos los ojos suplicantes/ cercenados los miembros por la propia obra/ desolados y solos”, añade más adelante. Esta capacidad para colar la denuncia en clave lírica, generalmente tan difícil de cuajar técnica y conceptualmente hablando, recorre de punta a cabo la compilación, y constituye una de sus señas de identidad fundamentales.

Otra es la habilidad con que Fondevila desenmascara las palabras y hace causa con un coloquialismo a menudo romántico, siempre germinal. No hay artificio en El mundo aproximado sino un esfuerzo por, y una intención declarada de, esclarecer las cosas y las circunstancias, las anécdotas y las preguntas. Porque este es un libro repleto de preguntas, ciertamente, estructurado en torno a la incesante curiosidad de su autor.

Dice Raúl Rivero en el prólogo de El mundo aproximado, libro dividido a su vez en cinco libros (“Poesía desde el Paraíso”, “De cosas sagradas”, “Resaca de nadas y silencios”, “Claridades y confusiones” y “Del amor”), que en la escritura de Fondevila va por delante “el pálpito y la temperatura de su vida”. Una ternura recóndita que irriga y enaltece estos versos a ratos proteicos, a ratos lánguidos y humildes. Desde ellos fluye la poesía sin cortapisas, natural como una cascada.