Diana Castaños, escritora y narradora cubana, autora de Yo sé por qué bala la oveja mansa, entre otros libros, responde preguntas esenciales de Puente a la Vista: una manera práctica de profundizar, con la creadora, en su obra y sus experiencias:
Puente a la Vista- Cuéntanos sobre tus inicios en la literatura. ¿Qué te impulsó a escribir y cuáles fueron tus primeros textos?
Diana Castaños- Mi vocación es un tirón de la sangre. Mis padres, los dos, adoraban la literatura. Son escritores en sí mismos, aunque nunca consideraron la carrera profesional. Ven a la literatura como una amiga más que como una profesión. Y me regalaron esa amiga.
No recuerdo un momento en que no haya existido literatura en mi vida: Mi mamá me enseñó a escribir y leer cuando yo tenía tres años. Cuando, a los seis, empecé la escuela, ya sabía todo el contenido. La escuela me fue siempre extremadamente fácil. Dedicaba todo mi tiempo a leer, entonces. (Y sé que suena como a una niña apartada de todos, a quien le hacían bullying y demás. Pero jamás tuve ningún problema con los niños. Yo adoraba la escuela. Adoraba a mis compañeros de aula. Y ellos me adoraban a mí. Solían pedirme que les leyera mis historias, todo el tiempo).
Como Scherezada hizo con el sultán, cada noche -invariablemente- mi papá me contaba fragmentos de historias cuyo final no terminaba, a propósito. Me decía: «si quieres saber el desenlace de esta historia, tienes que leer al autor». Y ya el libro de ese autor me estaba esperando, sobre mi mesita de lectura.
Mis primeros textos: Tendría yo unos cuatro o cinco años. Hice un intento de novela sobre unas niñas a las que se les cuestionaba merecer convertirse en adultas. En la historia, crecer era el premio. Era unos esbozos precarios, con marcadas influencias de Charles Dickens.
PV- ¿Qué verán los lectores en sus libros?
DC- “Hay alguien caminando por la calle. Hay personas en la calle. Hay alguien que te gusta. Te das vuelta en la esquina. Y allí está. No hay otra manera de verlo. Ella es la idea. Estás enamorado. Y ella es la historia” (David Lynch).
Por ejemplo, Yo sé por qué bala la oveja mansa (Bokeh, 2019) muestra un matriarcado. Así: ex profeso. Este es, en gran medida, un libro eco de cómo funciona mi familia, donde los hombres son apaciguadores, bellos y dulces como tiernos cristales de colores. Y las mujeres -yo incluida- somos arrebatadoramente fuertes. Mujeres audaces, que saben quiénes son y enfrentan sus miedos. Mujeres que incluso si no saben dónde van, saben que van en camino.
Claro que esa novela es, en cierta medida, autobiográfica. Lo cual no quiere decir que me haya sucedido. En Yo sé por qué bala la oveja mansa cuento mi historia, aunque los hechos que narro nunca me sucedieron.
Es una obra absolutamente personal y es en parte un homenaje a la familia tan audaz que tengo. Porque cada personaje de esa obra es un familiar mío. Tengo una familia muy pintoresca; por sí sola da para varios libros.
Te cuento como escribo. Yo cojo un sentimiento, el que más fuerte esté en mi vida en ese periodo, el que más me cueste enfrentar, y lo pongo en la página en blanco. Lo dejo caer. Fíjate que tiene que ser un sentimiento. No puede ser una emoción, que se irá en cuestión de horas. Tiene que ser algo que esté en efervescencia dentro de mí por años de años. En otras palabras, bienvenidos los traumas de la vida. Bienvenidos los sinsabores, todos.
Todo es material para mi escritura. Todo escrutinio, toda rotura, toda yo. Quizás por eso, ahora que lo he descubierto, me siento mucho más corajuda en la vida.
PV- ¿Puede mencionar tres autores o libros que considere fundamentales o que le hayan inspirado o influido durante su trayectoria creativa?
DC- Las separaciones entre artistas siempre me parecen graciosas. Las personas que escogen la creatividad hablan todas un mismo lenguaje. Yo encuentro inspiración en todo tipo de arte.
Por ejemplo, en…
Edward Hopper, porque provoca que una sueñe y se asombre.
Francis Bacon, porque hay tormento en su trabajo, ¡pero es un tormento tan hermoso!
Jimi Hendrix, porque él y su guitarra son absolutamente uno.
PV- A partir de las nuevas teorías cuánticas según las cuales la esencia del universo no es la materia ni la energía, sino la información, ¿estamos a punto de descubrir que la vida es literatura?
DC- La vida es la suma de las partes. A veces, más que la suma de todas las partes. Océanos de consciencia pura.
PV. ¿Rituales, rutinas?
DC- Yo siempre he escrito; y mucho. No necesito una rutina para escribir. Escribir siempre se acomoda con lo que sea que haga en mi vida en esos momentos. ¿O era viceversa? Lo que sea que haga en mi vida en esos momentos se acomoda con mi escritura, que es como decir, se acomoda conmigo.
Sí ha habido ciertos rituales de perpetuación de esa rutina de escribir:
Cuando era niña, escribía desde el balcón de mi casa, que estaba frente al mar. O en el arrecife que separa al mar -literalmente, ¡qué afortunada soy! – de los límites de la casa. Era leer ahí todo mi tiempo libre, terminar el libro, llenarlo de besos y empezar otra vez. Y así. Y escribir luego, cualquier idea o historia que ese libro hubiera despertado en mí. O escribir lo que el libro no despertó y yo hubiera querido que hiciera.
Cuando era adolescente, solía caminar desnuda y descalza (lo de descalza lo vuelve más audaz, creo) por los arrecifes puntiagudos del mar que bordea Flores (en Playa, La Habana), en las madrugadas. Me gustaba pensar que me volvía entonces una con la naturaleza. Y luego de esas caminatas, me preguntaba: «¿qué lamentaría yo si muriera esa noche?». Y ahí, junto con la respuesta, me ponía a escribir. Porque siempre lo que me faltaba para morir en paz era lo que no había aún escrito.
Siendo adulta mis rituales son otros: ahora viajo (a un país distinto cada mes). Siento que el mundo es un libro y que quiero leer todas sus páginas. Viajo tan compulsivamente como leo. Leo viajando y viajo para encontrar nuevos libros que leer. Me gusta encontrarlos de casualidad, literatura de Onelio Jorge Cardoso en una librería hispana en el medio de Cambodia. O a Idea Vilariño en una tiendecilla de lavandería de Gili Air, una islita de un kilómetro de diámetro en Indonesia.
PV- ¿Géneros que le mueven el piso?
DC- Prefiero la calidad literaria. ¿Ese es un género? Debería serlo.
PV- ¿La lectura del momento?
DC- Carol, de Patricia Highmith. Está en cola Me casé con un comunista, de Philip Roth.
PV- ¿Sus libros (solo literatura) de referencia?
DC- Eso cambia muchísimo. Y me gusta que sea así, que cambie. Te imaginas qué triste sería, después de todo lo que estamos creciendo en la vida con todas nuestras experiencias y demás, ¿que nuestros gustos permanezcan inamovibles?
Me gustan Alejandra Pizarnik, Sylvia Plath, Simone de Beauvoir y Marguerite Duras.
PV- Su último libro publicado fue en la editorial Bokeh…
DC- Comienzo a trabajar con Bokeh por el medio convencional. Le escribí a Bokeh en septiembre de 2018. Sabía, por mis búsquedas online, que es editorial que publica escritores de calidad literaria. Me llamó la atención, también, lo exótico: una editorial en Holanda que publica en español.
Después, cuando me topé con la competencia profesional de Waldo Pérez Cino en el proceso de edición de Yo sé por qué bala la oveja mansa, me sentí afortunada de trabajar con Bokeh.
PV- ¿Existe algún personaje que haya querido crear y aún no haya hecho?
DC- Todo lo que he querido escribir lo he escrito. Todo lo que quiero escribir, lo estoy escribiendo. No tengo arrepentimientos literarios (ni siquiera no literarios). Esta es mi vida y la estoy viviendo al máximo. Siempre me las arreglo para tener tiempo para escribir. Y ganas. Y deseos. Y qué decir. No sé qué es el miedo a la página en blanco. Mi vida literaria es hermosa. Lo que han hecho otros, si es bueno, me gusta. Amo a los escritores que me han hecho amar la literatura. Y en esto soy irreductible: Todo el que aporte a La Literatura, tiene mi Lealtad, mi apoyo, mi Amor. Absoluto. Yo amo, ante todo, esa magia impoluta que es La Literatura. Si después el escritor es una persona llena de insuficiencias o ridiculeces más o menos arbitrarias, poco o nada me importa. Venero aquello que nutre mi alma.
Ahora, dicho esto:
Pippa Mediaslargas me parece una feminista de primera. Qué delicia.
PV- Algo que le moleste...
DC- Que se atente contra la literatura.
PV- Algo que disfrute…
DC- El sexo. Desnuda soy azul como la noche en Cuba.
PV- ¿Cómo es que escribes en todos los géneros?
DC- Los géneros no existen. Escribir es una relación de amor con una misma. Todo lo demás, está de más.
PV- Raro que una periodista no piense en géneros…
DC- He sido escritora desde siempre. Escogí la carrera de periodismo universitaria pensando: «Humm, de qué podría yo graduarme que sea cercano a lo que soy». Pensé en la Facultad de Lenguas Extranjeras, porque adoro los idiomas, pero el periodismo tenía demasiados nombres de escritores en su haber… y la Literatura me palpita. Así que fue decisión bien fácil.
Me complace ver cómo siempre intentan clasificarme, especialmente después de que me gradué de la carrera: que si hago periodismo narrativo, que si nuevo periodismo, que si literatura, que si prosa poética. Yo sigo pensando lo de Søren Kierkegaard: una vez me hayas clasificado, etiquetado o nombrado, me negarás. Qué tendencia a limitarlo todo a una categoría.
PV- ¿Tiene Diana Castaños más pasiones aparte de escribir?
DC- La conexión vital, espiritualidad y amor que existe y vibra entre dos seres humanos. Observarla en otros. Vivirla en mi vida.
La espiritualidad y relación de amor que encuentro en la naturaleza.
El cine, la música, la pintura. El amor que los demás tengan por la vida. La tristeza que los demás tengan por la vida.
La sanación, en todas sus formas.
Derribar los prejuicios. En mí misma y en otros.
Amar. A mí misma y a otros.
Los idiomas.
El jujutsu.
Montar caballo.
Nadar desnuda. Hay algo muy especial en sentir el agua en mis senos.
Escalar.
El sexo oral.
Bailar casino.
Superar mis propios límites físicos y emocionales. Cada día: es una carrera conmigo misma, de nunca parar.
¿Sabes qué es el infierno para mí? Llegar al final de mi vida y darme cuenta de todo lo que pude haber hecho y no hice. Así que trato de vivir la vida a todo lo que da. Por eso ahora mismo me dedico a viajar el mundo. Hoy te respondo esta entrevista en Tbilisi, Georgia, pero hace una semana estuve en Bali, Indonesia y vuelo a Münster, Alemania en dos semanas. Después de eso, La Luna.
PV- ¿En qué proyecto estás trabajando por estos días?
DC- Se llama Axilas y si alguien necesitara clasificaciones, diría que es libro de cuentos incómodos, contestarios y eróticos. Provocativos en una extensión amplia de la palabra.
Puedo compartir un cuento en esta página, si quieren.