El Decreto 349, publicado el pasado 10 de julio en la Gaceta Oficial de Cuba y actualmente en proceso de ajuste por el funcionariado cultural castrista, sirve a las fuerzas represivas en el poder para controlar las presentaciones de los artistas independientes y deja numerosos resquicios para colar la censura institucional. Incluso apunta hacia la literatura, llegando a prohibir la venta de libros de personas “naturales y jurídicas” que contengan “textos lesivos a los valores éticos y culturales”. A propósito de esta nueva vuelta de tuerca contra la cultura independiente en Cuba, entrevistamos al artista visual Yasser Castellanos:
Cuéntanos sobre tus inicios en la creación Independiente. ¿Qué te impulso a crear y cuáles fueron tus primeras obras?
Mis primeros trabajos con un sello personal fueron dibujos expresionistas hechos a pastel. Los consideraba mi manera de hacer rap y estaban inspirados en los dos primeros festivales de rap cubano de los años 1995 y 96 y otros conciertos realizados en ese tiempo. Los aficionados a esa música sentíamos que habíamos encontrado un nuevo lugar.
¿Cómo definirías tu obra en general y cuál es su principal característica u objetivo?
Creo que mi obra es la expansión de un proceso de toma de conciencia y un intento de sanación que busca establecer contacto con otros semejantes.
¿Conoces el decreto 349? ¿Cuál es tu opinión sobre él y que le dirías a sus defensores?
En mi opinión el propósito fundamental del decreto 349 es el de exterminar las expresiones artísticas que critican al gobierno, reforzar y expandir la censura a aquellos espacios donde el arte independiente ha encontrado refugio y alimento como son los hogares de los propios artistas. Pretendían contar con la complicidad de los creadores que se sintieran más dependientes de la estructura oficial pero el decreto resultó ser muy antipopular.
A quienes defienden el 349 les diría que están atentando contra la nación, estrangulando su cultura. Solo los artistas podemos decidir qué arte hacer; que un funcionario lo pretenda es una aberración. De hecho, pienso que tenemos la capacidad suficiente para diseñar una política cultural mucho menos enferma y más humana que la actual.