El “otorgamiento de libertad a 553 personas sancionadas por delitos diversos”, como anunció el pasado 14 de enero el régimen castrocanelista, ha supuesto un suspiro de alivio para los amantes de la libertad en Cuba y fuera de ella.
Sin embargo, aún no está claro qué presos políticos se beneficiarán de esta decisión y a qué precio. “553 personas” es una flaquísima cifra si se tiene en cuenta la enorme cantidad de prisioneros que la dictadura acumula como rehenes y aún siguen en las cárceles. Por no mencionar los millones que permanecen en las calles.
¿Serán excarcelados líderes de la sociedad civil y la cultura independiente como José Daniel Ferrer, Maykel Osorbo, Sahily y Félix Navarro, María Cristina Garrido y Luis Manuel Otero Alcántara, entre tantos otros? ¿Algo es mejor que nada?
Las excarcelaciones han comenzado a producirse luego de que Estados Unidos retirara a Cuba de la lista de Estados “patrocinadores del terrorismo”, decisión criticada por numerosos analistas en el exilio.
La mayor demostración del carácter terrorista del castrismo, como ha apuntado el periodista Boris González Arenas, “es que para negociar su salida de la lista de países infames lo que tenga para ofrecer son seres humanos vejados, hambrientos y enfermos”.
La vicepresidenta del Tribunal Supremo de Cuba, Maricela Sosa, ha asegurado en la televisión nacional, en la cuerda enredadora que caracteriza al régimen de La Habana, que “no se trata de una amnistía ni de un indulto” sino de “beneficios de excarcelación anticipada”.
“Significa que los excarcelados deben cumplir ciertos requisitos y condiciones, incluido demostrar ‘buen comportamiento’, y podrían ser internados nuevamente si las autoridades lo disponen”, recordó el grupo Justicia 11J.
Con lo cual, más allá del regocijo o el alivio con que familiares, amigos y personas de bien acogen la excarcelación de estos 533, se impone otra vez la pregunta: ¿Algo es mejor que nada?